“Hijo de Dios de Cormac McCarthy”
Por: Josué Barrón
Hijo de Dios, la tercera novela del estadounidense Cormac McCarthy, no aparece entre lo mejor de su obra. El éxito de su trilogía de la frontera, de La carretera (ganadora del Pulitzer) y de No es país para viejos (cuya versión fílmica ganó el Óscar a mejor película) opacan, tal vez, otras obras como Hijo de Dios. Esta novela cuenta la historia de una persona desequilibrada llamada Lester Ballard, quien se dedica a matar con su escopeta y a practicar rutinas siniestras ligadas a la necrofilia, a veces fusionadas con la pedofilia. Lester Ballard se va degradando cada vez más, hasta el punto de vivir en una cueva como un cavernícola.
El proceso narrativo de la novela se va alterando mediante la técnica de la fragmentación. Y la construcción de estos fragmentos ampliados posteriormente como una manejo de expropiación de esos pequeños detalles que se quedaron sin visualizar en el lector. De esta manera el autor justifica muchas veces el acto crudo de Lester por una explicación del por qué de la acción con una rememoración psicológica de su niñez o la usurpación del territorio donde habitaba. Este punto es muy importante en toda la obra de McCarthy. La violencia en este libro ocurre cuando los Otros invaden y despojan al Yo de lugar donde habita. Este tiene que mudarse, inflingir en la ciudad y tiene un punto fronterizo que es “la carretera”. Por ello podemos explicar que la mayoría de actos siniestros que el personaje realiza no es en la ciudad sino en la carretera que es el punto límite entre la ciudad y la vida salvaje que él lleva. Una metáfora de migración del ciudadano cosmopolita de hoy. Toda la obra de McCarthy tiene esta plataforma para construir su temática variada en torno a conflicto que se puede dar en estas fronteras imaginarias que el hombre pot moderno construye actualmente para diferenciarse.
Entorno al personaje de Lester Ballard el narrador no lo condena sino lo humaniza como un sujeto que la sociedad construye como el Otro salvaje. Este enfrentamiento lo lleva a delinquir sobre la identidad y los parámetros establecidos, y los despojan de su propia humanidad: la tranquilidad y el ser un sujeto ermitaño difícil de adjuntarse a la sociedad.
Hijo de Dios es una novela menor de las que nos tiene acostumbrado McCarthy. Tal vez su error sea que construye un personaje muy rico, en todos los aspectos, que no pudo explotar en el desarrollo narrativo de la novela.
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