sábado, 31 de enero de 2009

Guillermo Cabrera Infante: En busca del yo perdido en la Habana por Edgardo Cozarinsky

Crítico y creador. El niño y el adolescente, espectadores apasionados, se convirtieron en un escritor que elevó una ciudad de palabras y memorias
Foto: EFE

El autor de Tres tristes tigres construyó su obra alrededor de una ciudad inventada por él, exuberante de gracia y color, que sólo en parte coincidía con la capital de Cuba anterior al castrismo. Los juegos de palabras que iluminan sus novelas -aun La ninfa inconstante, aquella que ha dejado sin terminar y que presentamos en estas páginas-, el fino oído que le permite reproducir el habla de un pueblo, las asociaciones tropicales de sus imágenes contribuían a mitigar con la creación el dolor del exilio. En esa compleja tarea lo guiaba lo aprendido y soñado viendo el cine clásico de Hollywood

Por Edgardo Cozarinsky


La necromancia ha sido, siempre, uno de los impulsos primeros de toda literatura: se escribe para convocar a los muertos, a seres queridos que ya no nos quieren, a lugares donde alguna vez se fue feliz, sobre todo a ese muerto al mismo tiempo próximo e inasible que fue el autor en su juventud.

Las buscas del tiempo perdido que me interesan no ignoran necesariamente la proustiana, pero su objeto de deseo se encarna en la ciudad perdida. Joyce reinventó Dublín desde Trieste, una Dublín mitologizada en parodia homérica a partir de algunos nombres propios, de una topografía de la que había necesitado distanciarse para convertirse en europeo. En Berlín, en París, en Estados Unidos, Nabokov fue recuperando un San Petersburgo del que no podía sospechar que sólo durante algunas décadas iba a llamarse Leningrado. Cavafis, a partir de su erudición, convocó fantasmas helénicos y bizantinos de Alejandría en los intersticios de una ciudad amnésica, colonizada por las potencias mercantiles del siglo XIX.

Es ésta una necromancia que Guillermo Cabrera Infante practicó concienzudamente. A menudo citaba a Joyce: "Es peligroso dejar el país de uno, pero más peligroso aún es volver a él, porque entonces tus compatriotas, si pueden, te clavarán un cuchillo en el corazón"; en Mea Cuba reiteró la frase, suplantando "corazón" por "espalda". Sabía que no iba a vivir para volver a ver La Habana: aun si el régimen, ablandado, decrépito, lo hubiese invitado en un gesto de complaciente, interesado olvido, él no iba a encontrar el escenario de sus trasnochadas juveniles, menos aún la credulidad con que había dirigido Lunes de Revolución durante el breve período anterior a la imposición de una cultura dirigida según el modelo soviético.

También él, por lo tanto, debió reinventarse una Habana desaparecida en busca del difunto por excelencia: el joven que había sido. En su juego preferido con vocablos, idiomas y citas, buscó su propio fantasma: minucioso trabajo de montaje, durante el cual excavó y desenterró un escenario populoso, una Atlántida hundida, y lo recreó como ciudad de palabras. Y esa ciudad verbal debe mucho a la sintaxis y a la mitología del cinematógrafo.

"Recuerdo no sin estupor lo que le dijo un día un niño a Max Jacob: ?El cine se hace con los muertos. Se les coge, se les hace caminar y eso es el cine." Cabrera Infante recuerda esta anécdota en Arcadia todas las noches , en el contexto de una celebración del más necrofílico de los films: Vértigo de Hitchcock, comentado en el contexto del mito de Orfeo y Eurídice y de la leyenda de Tristán e Isolda.

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"Pour l´enfant amoureux de cartes et d´estampes / le monde est égal à son vaste appétit..." Para los hijos del siglo XX, los mapas y estampas del niño baudelaireano han sido las sombras animadas, volubles, fugaces del cinematógrafo. Lo que fue para Borges la Encyclopaedia Britannica , casi inagotable repertorio de historias, de ilusiones de conocimiento y de poder, inventario de personajes y anécdotas disponibles para ser vueltos a contar, como los de las mitologías clásicas, lo fue para Cabrera Infante el cine clásico de Hollywood: crónica y fábula, como las que sustentaron toda la dramaturgia de Shakespeare, remake incesante que tergiversa o borra sus fuentes y al hacerlo, les asegura una anónima supervivencia. ("Cine estadounidense clásico" es, desde luego, una construcción de la mirada crítica e histórica; designa un fenómeno artístico apoyado sobre bases crudamente industriales; engloba irreconciliables como Hitchcock y Ford, Cukor y Hawks, con la imprescindible excepción mayor -Welles- y díscolas excepciones menores: Ray, Fuller. En esa fórmula, la identidad de un estudio puede ser más fuerte que la de sus artesanos bajo contrato: una fábrica de productos de clase B, digamos la filmografía completa de Monogram, configura una cosmogonía nocturna, marginal de Estados Unidos, más cautivante, y en cierto oscuro sentido, más reveladora que la lustrosa, alambicada opera omnia de la MGM.)

Hay una comprobación elemental, inmediata, de todo principiante que aborda la práctica del cine: en el montaje, es decir, en la ordenación de movimientos y sonidos, de gestos y palabras, se juega una continuidad, o si se quiere efectos de discontinuidad, que suscitan, como la combustión producida por el roce de texturas contrarias, una ilusión de vida. Estos procedimientos pueden estar sometidos a la intersección de la Historia y el gusto, es decir, de la moda, pero sus poderes no se agotan en las sorpresas y suspensos que pueden administrar.

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"Y trató de imaginar cómo se vería la luz de una vela cuando está apagada." Lewis Carroll presta un epígrafe a Tres tristes tigres , el libro capital de Cabrera Infante. La luz de la vela apagada que el autor intenta resucitar con palabras es la vida nocturna habanera de los años anteriores a la censura revolucionaria, la vana conversación literaria de amigos que dilapidaban sus noches en proyectos y polémicas sin día siguiente, los chiringuitos abiertos hasta el amanecer, la voz de la mastodóntica cantante de boleros Freddy: trama fragmentaria, discontinuidades que corresponden a la juventud del autor y literariamente son fieles a un principio de digresión constante, al non sequitur del Viaje sentimental de Sterne.

En el libro opera una noción de montaje que ya los formalistas rusos habían señalado, más allá del cine, en la articulación de materiales literarios, fueran narrativos o líricos. Godard sugería en una vieja entrevista que los escritores siempre habían soñado con hacer "montaje" en la página: disponer los elementos y dejar que entre ellos circule el pensamiento del lector... Todo escritor conoce esa forma de montaje que procede por tachadura, reescritura, desplazamiento y reordenación de frases y párrafos enteros, una y otra vez, desde mucho antes del cut and paste actual, hasta hallar la relación elusiva que, en el ámbito de la letra impresa, pueda producir aquella ilusión de vida.

El montaje cinematográfico se realizaba, antes de la irrupción de lo virtual, en una mesa que en inglés se llamaba editing table y en francés, table pour le montage ; en muchos países de habla hispana había adoptado por nombre el de la marca comercial que las fabricaba: moviola. Sobre ella, avanzando o retrocediendo en platos giratorios, imagen y sonido, separados, se ofrecían a la manipulación. Esas mesas donde se jugaba la vida del cinematógrafo me recuerdan otras mesas llamadas en inglés turning tables y en francés, tables tournantes : aquéllas alrededor de las cuales se convoca a los muertos durante las sesiones de necromancia que se dicen de "espiritismo".

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El espectador apasionado, niño y adolescente, se convertiría en el periodista G. Cain, seudónimo que halló una tardía supervivencia en el ocasional guionista cinematográfico. Fue coetáneo de los cineastas de la nouvelle vague que en vísperas de realizar sus films "hacían cine" como críticos en diversas publicaciones, la más famosa de las cuales se llamó Cahiers du cinéma y aún subsiste en un interminable crepúsculo. En La Habana como en París, el joven ávido de dejar una huella personal en el cine y la literatura, o en la vida misma, procuraba hace medio siglo valorizar aquellos aspectos de Hollywood que la academia de la época ignoraba o despreciaba.

Guillermo Cabrera Infante visitó dos veces su pasado de crítico de cine, más bien de espectador. En 1963, reunió sus notas periodísticas en Un oficio del siglo XX ; en 1978, recogió en Arcadia todas las noches conferencias pronunciadas en 1962; años más tarde, en 1998, recogería sus reflexiones de espectador maduro en una tercera, voluminosa colección con algo de summa : Cine o sardina . El primero de estos libros se ubica entre los cuentos de Así en la paz como en la guerra (1960) y la novela Tres tristes tigres , publicada en 1967 pero ganadora, con otro título, de un prestigioso premio en 1965. El segundo anuncia La Habana para un infante difunto , que aparece en 1979. El tercero puede ser leído como un satélite desprendido del planeta Mea Cuba (1992), recopilación de escritos políticos: arrebatos razonados de su rechazo del rumbo elegido por la revolución cubana, de la prolongada adulación que recibieron sus ídolos, del culto de la personalidad de su líder máximo. La distancia entre el joven impaciente de Un oficio... , que celebra regocijado los funerales de su álter ego crítico, y el desterrado de Arcadia... , que rescata su propia voz pasada de un país abandonado, es la que separa Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto . En ambos casos el cine interviene, no tanto como referencia cultural, sino como impulso, aun como herramienta.

Aquel cine que alimentó y dio forma al imaginario de Cabrera Infante, evidentemente, ya no existe. Triturado a partir de los años 80 por la ficción televisiva que remedó sus modos de producción en serie y copió su sintaxis narrativa, la producción industrial estadounidense, hoy regida por mecanismos financieros ajenos al mismo cine, corresponde a un paisaje social donde la publicidad, el video, el rock y la droga, imprevisibles para aquel espectador adolescente, son influencias insoslayables. Sólo en sus márgenes pueden hallarse esas chispas ocasionales de deseo por filmar que mantienen con vida cualquier noción posible de cinematógrafo. En Cine o sardina , Cabrera Infante demuestra que puede apreciar a Kiarostami y a Almodóvar, pero su afecto más sincero permanece fiel a In a Lonely Place [ En un lugar solitario ] de Nicolas Ray o Kiss me Deadly [ El beso mortal ] de Robert Aldrich, así como a la dimensión que regalaban a la imagen las orquestaciones de Erich Wolfgang Korngold, Bernard Herrmann y Miklos Rozsa.

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Los libros de ficción que Cabrera Infante alimentó con aquella pasión cinéfila no tienen nada de clásico. Si las llamamos novelas, es respetando la tradición de Cervantes, Fielding y Joyce, y no la de quienes dictaron normas estrictas para el género, como Flaubert y James. También Godard, que discernió los méritos menos evidentes en Lang y Preminger, realizó en su mejor momento obras profundamente ajenas al canon admirado, donde referencias a éste, citas o alusiones jamás adoptan la forma de la "imitación". Rohmer, estudioso devoto de Hitchcock y Murnau, elaboró una forma de análisis de sentimientos y conductas que, aunque sus personajes habiten torres suburbanas y dependan de la seguridad social, debe más a Marivaux que a aquellos cineastas. Y podría argüirse que los films menos triviales de Truffaut son los que más libertades se toman con el modelo estadounidense.

Impulso y herramienta, escribí. En este sentido todo texto resulta pre-texto dentro de un arte combinatoria cuyo ejemplo contemporáneo más claro es el de Borges: desconfianza hacia la noción de originalidad, certeza de que escribir es reescribir textos propios y ajenos, que el escritor es un oficiante cuya palabra está cruzada por otras palabras, su identidad un mero residuo, una ilusión positivista o psicológica.

El montaje de Tres tristes tigres pone en contacto, y -como en un assemblage necesariamente temporal en vez de espacial- en conflicto elocuente, relatos, conversaciones trasnochadas, ejercicios de pastiche, simples enumeraciones de nombres, diversiones paraliterarias como las han practicado siempre los lectores entusiastas que se entrenan para las letras en improvisados gimnasios de café, "revistas orales" de cualquier gran ciudad. La unicidad del libro reside en que su exceso, desborde, acumulación, superposición y yuxtaposición de prácticas, que encandilan al lector, tienen por propósito nombrar una ausencia: esa luz de una llama apagada que desde el epígrafe connota de sabiduría zen a Lewis Carroll. Como en James, donde la proliferación anecdótica suele tener por centro un vacío, una incógnita que no ha de develarse, el frenesí dilapidador de Cabrera Infante dice el nombre de una difunta: la vida nocturna de La Habana, en la que el escritor cifra su juventud. Cabrera, como todos, no la sabía irrecuperable en el momento de vivirla.

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En su forma original, el espectáculo cinematográfico ha sido la última instancia de ceremonia para la que el hombre debía salir de su casa y congregarse en un sitio sólo a ella destinado: como la religión o el teatro que de ella derivó, el cine (que a su vez amenazó, sin éxito, desplazar al teatro) portaba ese elemento arcaico que ha sido parte de su grandeza: como el que en España se mantiene vivo gracias a la tauromaquia. Los difuntos cines de barrio, transformados en supermercados, garajes o discotecas, hoy acogen otros ritos gregarios. Los ritos públicos o vergonzantes que propiciaban aquellas salas en su carácter original ocupan buena parte de La Habana para un infante difunto , la otra "novela" donde Cabrera Infante prolonga su historia de amor con la ciudad muerta. Menos espectacular que la anterior, esta enciclopedia de nombres y lugares habaneros procura vértigos no tan evidentes para el lector: el verismo pesadillesco de una pintura hiperrealista que, vista desde cierta distancia, parece una fotografía. Cabrera Infante ha contado que el origen de ese libro estuvo en una crisis padecida en 1972: sometido a una serie de electroshocks que le hicieron perder temporariamente la memoria, debió su recuperación, lenta, gradual, al hecho de poner por escrito todo nombre, atisbo del pasado, añico de recuerdos que pudiese suscitar un mecanismo asociativo y lo ayudase a salir de la oscuridad.

Para el lector que nunca ha pisado La Habana, hay una ciudad real que tal vez coincida sólo parcialmente con la que ocupa un lugar en el espacio llamado "real", y la ha conocido a través de este libro. La Habana "real", desde luego, seguirá existiendo por su lado, sin pedir permiso para sus cambios a quienes la convirtieron en mito; en sus paredes seguramente ya no hay afiches de una (para muchos) misteriosa bebida llamada Materva; tampoco en el solar de Zulueta 468 conviven el engañoso Rosendo Rey con las complementarias y contradictorias Fina y Chelo, ni en su azotea espera Nela a un entusiasta principiante. En La Habana para un infante difunto se agita una vida oscura, sobre todo informe, que cristaliza brutalmente, fugazmente, en un crimen, en un enamoramiento. Como ocurre en Tres tristes tigres , la conversación de materiales narrativos diversos, contradictorios, compone un moto perpetuo que es algo más que la suma de sus elementos. El impulso literario que ha transfigurado nombres y circunstancias -personajes incipientes, esbozos de anécdota- en estas ficciones centrífugas y les otorga existencia en esa twilight zone donde dialogan y se confunden memoria e imaginación -el predio tradicional de la literatura- es el mismo que hizo reinventar Dublín a Joyce y casi toda Rusia a Nabokov, y en el caso de Cavafis una Alejandría invisible. Todos ellos, como Cabrera Infante, han exorcizado una ausencia por la palabra.

Sábado 31/01/2009

Fuente:

http://adncultura.lanacion.com.ar/

viernes, 30 de enero de 2009

Hoy: Concierto de Solidaridad con Piero Bustos

Foto: Zoila Capristán

"He sido atacado por un dolor al bajo vientre del lado izquierdo y los docs. dicen que debo revisarme al tk En vista de ello y al no contar con SIS ni seguro que amparen, los camaradas del Averno han organizado para este viernes 30 una actividad pro fondos pa los examenes. Asi es la vida y asi son las dolencias mi guitarra como siempre al servicio de mi pueblo para cuando lo precisen".
Piero Bustos

Centro Cultural El Averno
Quilca 238 Lima.

Viernes 30 de Enero, 9 pm

Pro reencauche y bajada de motor de Piero Bustos.

Tocan: Juan Luis Dammert Luis Enrique Alvizuri Piero Montalvo y otros camaradas más.

Se agradece.

Estamos contigo, Piero.

jueves, 29 de enero de 2009

Convocatoria al I Festival Internacional de Poesía 2009 "POR LOS CAMINOS DE SIPÁN"


Convocatoria

“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”

I FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA
“POR LOS CAMINOS DE SIPÁN”

Del 8 al 11 de octubre 2009
Lambayeque - Perú

El Centro para el Desarrollo Humano “RUNAPAQ”, El Conglomerado Cultural de Lambayeque y la Representación de la Casa del Poeta Peruano en Lambayeque, CONVOCAN al I Festival Internacional de Poesía “POR LOS CAMINOS DE SIPÁN”, del 8 al 11 de octubre del 2009. El propósito de esta convocatoria es establecer cada dos años un Festival Internacional de Poesía en la Región Lambayeque (Perú), que logre convocar progresivamente a miles de participantes de forma que en algunos años se reconozca como un evento internacional inserto en el calendario literario cultural del Perú y las Américas, que contará con la presencia de destacados poetas y escritores internacionalmente reconocidos e incluirá en su agenda conferencias magistrales, ponencias, lecturas y recitales de poesía, talleres literarios para estudiantes, maestros, jóvenes poetas y escritores, mesas redondas y paneles y complementariamente desarrollará una programación artístico cultural de conciertos, danzas, obras de teatro, exposiciones de artes plásticas y demás que se realizarán en diferentes espacios de las ciudades de Lambayeque y Chiclayo para que los visitantes puedan optar a variadas actividades según sus preferencias.

De esta forma se promocionará la vida cultural y literaria de la región asentada en una tradición artístico cultural que ha trascendido por el mundo y que hay que valorarla, preservarla y fomentarla de manera que su revitalización mediante este Festival Internacional contribuya a destacar la región como destino turístico-cultural con todo lo cual se propicia el desarrollo local y regional. Pero también permitirá que las nuevas generaciones de poetas y escritores y la juventud en general dispongan cada dos años de un espacio en el que pueden entrar en contacto directo con los creadores de la poesía y la literatura abriendo nuevas perspectivas para sostener y reafirmar la tradición. E impactará significativamente en la economía local dado la demanda de servicios de los participantes y visitantes a propósito de dicho evento.

Instituciones responsables del festival:

· Centro para el Desarrollo Humano “RUNAPAQ”.· Conglomerado Cultural de Lambayeque.· Representación de la Casa del Poeta Peruano en Lambayeque.

*Para mayor información de todo el proyecto (objetivos, metas, la convocatoria, inscripciones, costos, ponencias y conferencias así como el programa) visite el Blog del Grupo literario Signos, o comuníquese al correo oficial del festival: festivalpoesialambayeque@gmail.com

Asimismo al correo del poeta Cromwell Castillo Cabrejos (comisión de recitales): cromwellpierre@hotmail.com

Los cerros bajan por Miguel Ildefonso


Por Miguel Ildefonso

Yo nací en 1970 en Lima, y viví desde entonces en una Urbanización llamada Apolo, en La Victoria, en la salida hacia San Luis, un poco allá de las faldas del cerro El Pino, cerca de La Parada. Desde pequeño la música fue el sostén de mi alma, me acompañaba a todos lados, ya sea oyéndola en casa, en las calles, o cantada por mí mismo. La música era el rock fundamentalmente, también las baladas en español, y algo de huaynos que mis padres escuchaban de vez en cuando, cuando el trabajo les permitía momentos de solaz o en alguna fiesta. Y en Apolo se oía lo mismo, además de salsa, que en los 70s era despreciada por las clases altas, hasta que vino Rubén Blades, y los pitucos empezaron a bailarla. La chicha era aún más marginal. Doblando la esquina de mi calle, estaba el Quinti, local mítico para el conocedor de este género musical que hasta el día de hoy sigue evolucionando. Y qué decir de Así Es Mi Tierra, otro local más grande, donde también se iba a bailar como los bravos, con cuchillo incluso, y que fue luego escenario de las disputas entre Los Shapis y Viko. Pero yo era pequeño, y la verdad que entonces no me gustaba tanto la chicha, excepto algunas canciones, y justamente las de Papá Chacalón. “!Cuando canta Chacalón, los cerros bajan!” Decían todos. Y recuerdo que con mi manchita de niños una vez fuimos a un local donde se hacían estas fiestas y que era del tío de mi amigo Marco Barahona, que quedaba en la av. México, más allá nomás del Así Es Mi Tierra. Vi allí a Chacalón por primera vez, y vi a los bailantes con sus pantalones acampanados, las camisas de cuellos anchos y abiertos, tomando cervezas hasta empezar con las broncas.

¡Qué tiempos! Lorenzo Palacios, conocido como Chacalón, es ya toda una leyenda urbana, símbolo de la transformación de la ciudad de Lima y las demás urbes peruanas. Sé que nació en el cerro San Cosme un 26 de abril de 1950, cerca del Hotel Lima en La Parada, donde vivió el pintor Víctor Humareda, otro de mis íconos a quien dediqué mi último libro. Hasta fue muy sintonizada una serie mal hecha que se hizo sobre su vida, allí se vio su paso por el grupo Celeste y su posterior consagración con La Nueva Crema. Chacalón representa toda esa fusión, ese sincretismo que nos caracteriza a los peruanos. El nombre de su grupo, La Nueva Crema, viene de Cream, grupo de rock de los 60s. Juan Rebaza fue el creador de “Soy Provinciano”, pero Chacalón también componía, y lo hacía muy bien. El más grande tema para mí, a mi gusto, es “Cruz Marcada”, y allí él nos habla de su futura muerte.

Un viernes 24 de junio de 1994 muere Chacalón, recuerdo que me encontraba escribiendo una madrugada, no era tan tarde, y escuché en Radio Inca, que justamente estaba sintonizando, oyendo sus canciones, que él había dejado de existir. Fui a su velorio, y tal como su admirada Flor Pucarina, también fue velado y enterrado con una increíble cantidad de seguidores que lloraban y cantaban sus temas. Yo me quedé cantando con un vaso de ron “Cruz Marcada”: “Soy pobre muy bien lo sé/ soy pobre muy bien lo sé/ nací con tanta pobreza/ nací con tanto dolor/ en el mundo existe la envidia/ tampoco nada de paz./ No tengo nada que darte/ se burlaron de mi querer/ con lágrimas pido al cielo/ que alumbre mi camino./ Algún día yo he de triunfar/ pero antes llevaré esta cruz (bis)”.

Su tumba hoy es motivo de peregrinaje, en el que sus fieles le piden milagros, por ejemplo: “Chacalón, te pido por favor la salud de todos mis familiares y de todas las personas. Y que ojalá no repita de año. Te quiero: Yessenia Amoretti.” Otro: “Sr. Chacalon, hemos venido de tan lejos a visitarte, porq’ somos tus hinchas. Bendice a nuestra familia. Chimbote 01 de setiembre de 2006.” Otro más: “Somos tus hinchas, Marcelina, Elizabeth y Liolia con cariño. Venimos de Chorrillos, la 42, la zona más brava.” Si quieren ir a pedirle algún milagro vayan a El Ángel, y es fácil de encontrarlo. Y yo sigo cantando, aquí en La Molina, donde ahora vivo, y en esta cabina de un pueblo joven llamado Los Pinos adonde mis pasos me han traído buscando cabina que no hay por donde vivo, y chiquillos haciendo bulla, y uno, quejándose o cansado de la música que ponen, pide “pon uno de Chacalón oe”, y sé que él vive aquí, Chacalón, y, parafraseando al poeta Enrique Verástegui en su poema a Giordano Bruno, yo vivo en él.

Homenaje a Rudy Pacheco en el Yacana: Viernes 30 de enero


YACANA - CENTRO DE LIMA
POESÍA & FICCIÓN DEL VIERNES
30 de enero de 2009 - 7:30 P.M.

Homenaje a Rodolfo Pacheco
EL VUELO FINAL DE ICARO
(propuesta de edición)

Conferencia: José Pancorvo
"El legado de la poesía de Rudy Pacheco"

Recital Poético: Jonathan Estrada, Miguel A. Vera de la Haza, Renato Salas, Eduardo Braga, Juan Ramón, Tribuna libre de lectura, Performance musical

JIRÓN DE LA UNIÓN 891
2do. PISO

miércoles, 28 de enero de 2009

Homenaje (tardío) a Eduardo de la Cruz Yataco

Eduardo de la Cruz Yataco

A un año de su repentina muerte y del fuerte estremecimiento que me causó

No puedo dejar pasar por alto algunas palabras para quién en vida fue uno de los grandes gestores y trabajadores infatigables de la literatura infantil y juvenil en el Perú. Me refiero nada más y nada menos a la figura del siempre motivador Eduardo de la Cruz Yataco.

Tuve la oportunidad, el gusto y el honor de haberlo conocido -y la sensación fue enorme- el año 2006 en un encuentro de la APLIJ en la escuela de post-grado de la universidad “Enrique Guzmán y Valle” La Cantuta. Evento que, por cierto, me llenó de satisfacción los ojos y que él desde su cargo supo a bien dirigir. Desde ese entonces mi pensamiento cambió y yo fui otro.

Haciendo un paréntesis, debemos reconocer que en nuestro propio país hay mucha malicia y harto palo con respecto a la LIJ (rótulo menor, según dizquen los entendidos). Yo tan solo puedo decir que lo que es insignificante para algunos es valioso para otros. Y eso tú me lo demostraste, Eduardo.

Hablando ya en el aspecto intelectual y creativo, tus libros me sirvieron y me sirven de mucho en el colegio. Te pongo como ejemplo, tan solo uno de los tantos que tienes. Trabajar con tus textos siempre fue una delicia, algo fácil y divertido. Cómo puede olvidarse uno de ese hermoso libro anaranjado titulado “Literatura Fantástica para Niños”. Libro clásico. Además, debo confesar que por ti conocí a Gianni Rodari y su aspecto lúdico e imaginativo. Y todo en mí se hizo relato y juego.

Cómo no agradecerte ese gesto que tú y yo compartimos por teléfono un día. Y de la cual fueron testigo dos personas. Humano gesto del cual no me voy a olvidar así de fácil, maestro de maestros. Aunque yo haya sido contigo un alumno de paso al vuelo, o quizás, tan solo, un ávido conocedor de tus consejos.

Hoy en este mes en que te recuerdo Eduardo: “brillan las estrellas con tu nombre en mi corazón y mi cerebro”. Pues nadie podrá poner en tela de juicio tu innegable calidad de maestro, escritor y persona. Pues tú lo dejaste todo hasta las últimas etapas de tu vida sin cansancio, en favor de la niñez y de la juventud como un niño.

Así era él… un niño siempre alegre, un gran amigo, nunca en el olvido.

Descansa en paz con los niños
Con esa creatividad que nos enseñaste a todos
Algún día.

Murió John Updike, crítico cronista de la clase media por Susana Reinoso

John Updike
Foto: Archivo

El escritor norteamericano describió con agudeza la sociedad de su país

A los 76 años, murió ayer el escritor norteamericano John Updike, dos veces Premio Pulitzer por sus libros Conejo es rico y Conejo en paz , a raíz de un cáncer de pulmón. Considerado uno de los más prominentes escritores de Estados Unidos, candidato al Premio Nobel año tras año, Updike fue un prolífico maestro en varios géneros: novela, cuento, crítica y poesía, e insuperable cronista de la clase media de su país.

Integrante de un Olimpo de nombres rutilantes como J. D. Salinger, Norman Mailer, Toni Morrison, Joyce Carol Oates y Gore Vidal, entre otros, Updike nació en Pensilvania, el 18 de marzo de 1932, pero no fue hasta 1955 que comenzó a desarrollar un estilo personal y se convirtió en un agudo cronista de la sociedad norteamericana. Por entonces entró a la prestigiosa revista The New Yorker .

Con más de 60 libros en su haber, el fallecido escritor llegó a publicar un libro por año. A lo largo de su producción literaria, Updike fue tan brillante como eficaz para reflejar sus críticas -y también sus elogios- sobre la sociedad de su país.

En 1960 comenzó su extraordinaria serie Corre Conejo , El regreso de Conejo , Conejo es rico y Conejo descansa , que comparten el protagonista Harry Rabbit Angstrom, a través de quien el narrador critica la clase media norteamericana, cuya válvula de escape está, según él, en la religión y el cine.

Un observador de la ambigüedad

Al hablar sobre su serie de Rabbit Angstrom, en la que el escritor refleja la triste vida de un americano medio común en el contexto de los grandes acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, Updike señaló a la revista Life : "Mi tema es la clase media protestante norteamericana de los pequeños pueblos de Estados Unidos. Me gustan los medios, porque en los medios chocan los extremos y la ambigüedad gobierna".

En 1991 recibió, por Conejo descansa, el Premio del Círculo de Crítica Literaria en Estados Unidos. En esa última novela de la serie, el personaje central se enferma y muere. Hubo todavía un libro posterior sobre su personaje, titulado Conejo en el recuerdo y otras historias .

"Cuando escribo apunto mi mente no hacia Nueva York, sino hacia un punto vago al este de Kansas", señaló durante una entrevista con la revista Time el autor de La belleza de los lirios , que vivió los últimos 30 años de su vida en Nueva Inglaterra.

A lo largo de su literatura, la intención de Updike ha sido mostrar la sociedad norteamericana, ya sea a través de un personaje o de generaciones de una misma familia.

En 1980, en una colección de cuentos titulada en inglés Problems ( Problemas ) escribió: "América es una vasta conspiración para hacerte feliz".

Otro de los temas reiterados en su obra es el sexo. En 1968 sorprendió con una controvertida novela, Parejas , que en los años 60 se mantuvo durante meses entre las más vendidas. Updike justificó su punto de vista de este modo: "El sexo es como el dinero. Sólo demasiado es suficiente".

En su obra de ficción, según los críticos norteamericanos, el adulterio juega un papel tan central como la caza y la pesca en la obra de Hemingway. Para la prensa norteamericana, acongojada ayer por su muerte, los más brillantes estándares de calidad de Updike se encuentran en muchos de sus artículos, de sus ensayos, sus cuentos breves y sus más críticos puntos de vista aparecidos en The New Yorker .

En su última gran novela, Terrorista , Updike se mete en la piel y el alma de un musulmán norteamericano que se inmola en un atentado. A raíz de esa obra, hace un año y medio, lo entrevistó el director del Instituto Cervantes de Nueva York, el escritor Eduardo Lago. Updike dijo: "Creo en Estados Unidos. Pero sigo siendo crítico del carácter y la sociedad norteamericanos. Somos una sociedad que se ahoga literalmente en basura".

Entre sus libros traducidos al español, publicados por Tusquets, se destacan -además de los mencionados- La feria del asilo , En torno a la granja , Golpe de Estado , Las brujas de Eastwick, A conciencia (su libro de memorias), Brasil , Busca mi rostro , El centauro , Gertrudis y Claudio, Hacia el final del tiempo y Lo que queda por vivir .

Desde 1977 estaba casado, en segundas nupcias, con Martha Ruggles. Tenía cuatro hijos.

28/01/2009

Publican tres relatos inéditos de Cortázar en España

Julio Cortázar

MADRID (De nuestra corresponsal).- Hace años que vive en París con una suerte de lema secreto: "No dar entrevistas". Pero la amistad que, a 25 años de su muerte, sigue cosechando Julio Cortázar entre jóvenes lectores que se vuelven adictos al juego inteligente de sus páginas hizo el milagro.

Y así, como parte del milagro, Aurora Bernárdez, su silenciosa primera mujer, siempre amiga y, luego, heredera, salió del hermetismo y, entre amigos, no sólo contó intimidades de sus quince años de vida con Cortázar, sino que además cedió tres cuentos inéditos de la serie de Historias de cronopios y famas, el libro que la editorial Porría publicó en 1968.

Esos relatos forman una limitada edición de lujo de sólo cien ejemplares producida por Del Centro Editores. Su precio de venta es de 260 euros (casi mil pesos). ¿No es mucho?, preguntó LA NACION. "Esto es un homenaje en un libro realizado íntegramente de modo artesanal. Se vende a lo que cuesta fabricarlo: no hay ganancias", dijo Raúl Manrique, uno de los responsables del Centro de Arte Moderno.

Fue una noche cálida en una Madrid agobiada por el invierno. Aurora, de 90 años, tuvo, como apoyo, el brazo de caballeros de las letras. Estaba allí Tomas Eloy Martínez, llegado desde Estados Unidos para la edición española de "Purgatorio" , su nueva novela. También, el chileno Carlos Franz con su nueva creación, "La prisionera" , bajo el brazo.

"Never stop the Press" (sobre un fama agobiado por su trabajo), "Vialidad" (sobre un cronopio que conduce temerariamente) y "Almuerzos" (sobre la incomunicación) son los títulos de estos nuevos relatos. En ellos juguetean esos emblemáticos seres en los que Cortázar dividió a la humanidad: los soñadores "cronopios" y los pragmáticos "famas".

Desde ayer, su espíritu corretea una vez más. "Que se siga recordando a Julio es lo mejor que puede pasar", comentó Aurora Bernárdez a LA NACION.

28/01/2009

Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/

martes, 27 de enero de 2009

Conversatorio: La música andina y la comunicación virtual


El reconocido escritor Fredy Roncalla conversará con los asistentes sobre la difusión de la música andina en Internet. Del You Tube a los blogs pasando por las listas de reproducción, el Internet no sólo se ha convertido en un medio de difusión sino en un nuevo bastión para la preservación del idioma y la cultura andina en todas sus formas y sonidos.

Día: martes 27 de enero
Hora: 5:00 p.m.
Lugar: Chirapaq, Centro de Culturas Indígenas del Perú Av. Horacio Urteaga 534 - Oficina 203, Jesús María (Frente a la Concha Acústica del Campo de Marte)

Informes: prensa@chirapaq.org.pe

Ingreso Libre

Presentación de Agenda Radikal 2009


lunes, 26 de enero de 2009

Dos conferencias sobre las Crónicas de César Vallejo (1918 – 1927)


Conferencias

Análisis de las Crónicas de César Vallejo, 1918 – 1927

Martes 10/02/09, 19h:
Tema: Vallejo, la Sensibilidad y el Arte

Martes 17/02/09, 19h:
Tema: Vallejo y la Cultura

Expositor: Ing. Raúl Chávez Alvarez

Lugar: Casa Museo José Carlos Mariategui

Dirección: Jr. Washington Nº 1946 Cercado de Lima

El expositor es integrante del Movimiento Cultural “Capulí, Vallejo y su Tierra”, espacio de afecto y solidaridad entre quienes tienen una vocación y una cultura que trasunte verdad y belleza, que es aquella que los pueblos recónditos del Perú y América atesoran y que está latente en maestros, artistas y ciudadanos que no se han dejado condicionar ni contaminar por el mercado, actitud a cuyo respeto es ejemplo egregio César Vallejo.

Capulí es una oportunidad para fraternizar, comulgar en aspiraciones y valores y avanzar en la forja de una literatura y un arte de honda inspiración humana, con identidad y autoestima liberadoras.

En él se privilegia la presencia de los jóvenes buscando su participación entusiasta y creativa, su visión ética e idealista y su actitud.

Capulí desarrolla diferentes actividades culturales para difundir la obra del poeta universal César Vallejo, así como de otros renombrados escritores nacionales como José Carlos Mariátegui y José María Arguedas.

sábado, 24 de enero de 2009

El regreso del marinero: Herman Melville poeta

UN HOMBRE COMPLEJO.
El Melville más profundo no fue valorado por sus contemporáneos

En el siglo XIX, tras el temprano éxito de "Typee" , fue incomprendido y luego olvidado. Para el siglo XX fue el autor de "Moby Dick", "Bartleby" y "Billy Budd". Ahora se lo comienza a considerar como autor de poemas a la altura de Walt Whitman o Emily Dickinson. Esa obra poética, que permanecía inédita en nuestro idioma, hoy puede conocerse aquí en una reciente antología.

Por Juan Bautista Duizeide

En 1857 -el mismo año de "Madame Bovary" de Flaubert y "Las flores del mal" de Baudelaire- apareció "The confidence man" , traducida al castellano como "El estafador y sus disfraces" y también como "El embaucador" . Es la última novela publicada en vida por Herman Melville. Como los del protagonista de esa obra, que lleva el revelador subtítulo de "mascarada" y es entre otras cosas un homenaje a los poderes de la ficción, los rostros con los que su autor se presentó a las sucesivas generaciones de críticos y lectores fueron variando.

Para sus contemporáneos, Melville fue un narrador que se malogró tras escribir una novela tan promisoria como "Typee" (1846), relato autobiográfico de su deserción de un buque ballenero en Nuku Hiva, la mayor isla del archipiélago de las Marquesas, en el Pacífico. Con "Omoo" (1847), "Mardi" (1848), "Redburn": su primer viaje (1849) y "White Jacket" (1850) no logró emular el éxito de aquella entrega inicial que fue su mayor triunfo. Después Melville terminó perdiéndose en los laberintos de una prosa oscura y recargada de implicancias metafísicas, empeñado en publicar novelas como "Moby Dick" (1851) y "Pierre" (1852), cuyo simbolismo abstruso confundía al público. La falta de repercusión de sus libros lo hizo renunciar a la carrera de narrador profesional y concentrarse durante veinte años en sus tareas como aduanero del puerto de Nueva York.

Si bien había recuperado en parte la estima general con los relatos que fueron apareciendo en el Putnam´ s Monthly Magazine -luego recopilados en el volumen "The Piazza tales" (1856)-, a su muerte, en 1891, era casi un desconocido. Según consigna Lewis Mumford en su biografía, el periódico literario del día, The Critic , ignoraba quién era cuando hubo que redactar el obituario. El Melville más profundo se les escapaba. En cambio, valoraban las virtudes menores lo volvían más accesible. Pueden leerse como advertencia al respecto -y a la vez como arte poética- unos versos de su poema breve "Fuentes solitarias": "no mires al mundo con ojos mundanos/ ni cambies con el clima de los tiempos".

Durante años se pensó que la poesía, a la que le consagró en exclusividad las últimas tres décadas de su vida, fue una especie de refugio ante tantos traspiés. Pero hoy la tendencia crítica es considerarlo como un poeta de tiempo completo, incluso a la altura de sus compatriotas Emily Dickinson y Walt Withman. Sin embargo, más de un siglo después de la aparición de "Battle pieces" (su primer libro de poemas) y setenta años después de la primera traducción de Moby Dick al castellano, la poesía de Melville permanecía inédita en nuestro idioma. La reciente edición en Buenos Aires de "Lejos de tierra & otros poemas" (Bajo la luna), una antología seleccionada y traducida por el argentino Eric Schierloh, autor además de las notas y el prólogo, viene de algún modo a poner remedio a ese olvido (ver recuadro).

Tras publicar "The confidence man" , Melville escribió cuatro libros de poesía - "Battle pieces , Clarel , John Marr and other sailors y Timoleon"- y tres obras que combinan prosa y poesía. También había incluido poemas en las novelas Mardi y Moby Dick; cada uno de los diez sketches narrativos que forman Las encantadas está precedido de un breve poema; y "Billy Budd" concluye con el poema "Billy en cadenas".

Pero ya sea que estuviese escribiendo en prosa o en verso, Melville siempre procedió de manera similar. Su uso de las palabras, de las cadencias, de los ritmos, de las imágenes, de las aliteraciones, de los símbolos es siempre el propio de un poeta. Por eso resulta de tan difícil traducción. Y cuanto más se avanza en el estudio de su vida, mayor es la evidencia respecto de la lectura y el estudio que emprendió tempranamente de los poetas clásicos griegos y romanos, así como de Milton, Spenser, Shakespeare y los románticos.

El joven Herman Melville, descendiente por rama paterna de revolucionarios independentistas y vinculado por rama materna con una de las familias más acomodadas, los Gansevoort, vivió el drama del desclasamiento. Cuando tenía 13 años falleció su padre, que había caído en bancarrota durante la crisis financiera de 1826. Sintió que el mundo se cerraba alrededor de él, escribió Mumford. Frustradas sus ambiciones de ir a la Universidad, de convertirse en orador, en un gran viajero o en general, su primera compensación fue la lectura y luego lo fueron los viajes que emprendió como marinero raso.

Durante las tres primeras décadas posteriores a su muerte, acaecida en 1891, el desprecio y el olvido postergaron su obra. Ya en 1917, Carl Van Doren incluyó en la Cambridge History of American Literature capítulos dedicados a la vida de Melville y a sus primeras novelas. En 1921 Raymond Weaver, que accedió gracias a la nieta del escritor a manuscritos y documentos nunca revisados hasta entonces, dio a luz su primera biografía. En 1923 el novelista y poeta inglés D. H. Lawrence publicó "Estudios sobre literatura clásica norteamericana" . Dos de sus doce capítulos están dedicados al autor de Moby Dick . Allí escribió: "Para mí el vidente más grande y el poeta del mar es Melville". Pero sin dudas el hito del primer renacimiento melvilliano es 1924: ese año aparecieron los tomos XIII y XVI de la edición Constable de sus obras completas, que contienen la hasta entonces inédita novela corta Billy Budd, marinero y los libros de poesía Battle pieces , John Marr y otros marinos y Timoleon , así como poemas sueltos.

En 1991 se publicó la edición crítica de Clarel . Ese año puede fijarse como fecha de inicio de una nueva fase de interés por la obra de Melville, centrado ahora en su poesía. Posteriormente fueron apareciendo Herman Melville: the making of a poet , de Hershel Parker (autor de una completísima biografía en dos tomos); The poems of Herman Melville , editados por Douglas Robillard y una edición facsimilar de John Marr y otros marinos que incluye reproducciones de manuscritos del autor y pruebas de galera. Del 2006 es Selected Poems, antología de Robert Faggen que incorpora piezas póstumas e inéditas. Y el periódico especializado Leviathan tituló su número de octubre de 2007 Melville the poet .

Más cerca, en Montevideo, se realizó recientemente el coloquio "Melville, Conrad: Imaginarios y Américas", cuyas ponencias fueron publicadas en libro por la Universidad de la República. Y es un uruguayo, el novelista Tomás De Mattos, quien aporta una de las hipótesis más interesantes acerca del nuevo interés por Melville centrado en su faz de poeta.

De Mattos publicó en 1996 "La fragata de las máscaras" , una reescritura del relato "Benito Cereno", de Melville, que narra la simulación realizada por un grupo de esclavos amotinados a bordo del Santo Domingo, para evitar que el capitán Amasa Delano, quien se acerca a la nave por creerla en apuros, cobre conciencia de sus verdaderas circunstancias. Conforman la nueva versión urdida por De Mattos una serie de cartas dirigidas a Melville por distintos corresponsales, que le confían detalles desconocidos del motín e incorporan la visión de los propios esclavos. De Mattos señala que su reutilización de la trama melvilliana se justifica:

Herman Melville es un hacedor de mitos que, al igual que los clásicos, pueden ser recreados por distintas generaciones y con distintos lenguajes. Desde uno muy pequeño, como el escribiente Bartleby, hasta la ballena blanca, inmensa, o el capitán Ahab como aprendiz de brujo, como destructor de la naturaleza, muy actual, muy cercano a lo que es el poder hoy. [...] Melville, como la buena poesía, asalta al lector no sólo en el plano racional sino también en el irracional. Me sorprenden sus intuiciones, sus paralelismos con Freud, con Nietzche, con Marx. Y que tenga éxito en las épocas más atormentadas. En cambio, cuando el hombre vuelve a sentirse seguro, no quiere saber nada de esas oscuridades.

La marea de la historia ha subido: el marinero, el místico, el poeta Herman Melville está de vuelta entre nosotros.

Sábado 24.01.2009

Fuente:
http://adncultura.lanacion.com.ar/

miércoles, 21 de enero de 2009

La rebelión creadora: conversatorio con Enrique Verástegui


En una tarde de enero de 2009 Raúl Heraud, César Pineda Quilca y Miguel Ildefonso abordaron en su domicilio del distrito de La Molina al poeta, narrador y matemático Enrique Verástegui. En realidad el autor de Etica ha practicado casi todos los géneros literarios, incluidos el ensayo y el teatro (recientemente apareció una pieza teatral en la Revista Hispanoamericana de Literatura).

La Rebelión Creadora
Conversatorio con Enrique Verástegui

Por Miguel Ildefonso

“Me gusta el rock punk”, respondió Enrique con su grave voz y ceremonioso ante la pregunta de sus gustos musicales. Sentado en el sofá aspiraba su incansable cigarrillo. ¿Cómo te consideras?: “Últimamente como filósofo.” ¿Qué autor te interesa? (le bombardeaban las preguntas): “Para esta época me gusta Fritjof Capra. Es un teórico de la ecología, que ha revolucionado el mundo. Es un hombre llamado a salvar el planeta. Me preocupa el tema de la herencia, qué le vamos a dejar a nuestros hijos, debemos dejarles un planeta sano por lo menos.” ¿Y cuándo escribes? ¿Prefieres el silencio?: “Yo me abstraigo en el momento de escribir, sin perturbarme, lo hago de corrido, sin tomar en cuenta la bulla, aunque últimamente prefiero el silencio. Antes escribía de 7 de la mañana a 11 de la noche, eso era hace años. Ahora escribo de vez en cuando debido a un cambio de técnica, antes vivía en una inspiración permanente. Hoy es la inspiración instantánea.” Enrique Verástegui se ha entregado a la poesía en cuerpo y alma. Desde su regreso al Perú, desde su estadía en Cañete, al sur de Lima, siempre ha recibido la visita de jóvenes poetas que quieren saber qué hay detrás de su leyenda, pero, ante todo, saber de la poesía. Y él les presta atención como un monje a sus amigos.

_ Raúl Heraud (psicólogo de profesión) cuenta que en una etapa de su vida asistió a unas sesiones de psicoterapia: “Uno libera fantasmas, libera recuerdos, mata a su padre, revive a su padre, de ahí salió mi libro "Arte de la destrucción". Ahí yo era el objeto poético.”

_ Enrique: “Desde mi primer libro, la primera persona es algo o alguien inventado, esto me permite a mí distanciarme del objeto.”

_ Raúl: “¿Es un alter ego?”

_ Enrique: “No tiene nada que ver conmigo. Etica se hizo en función al acontecer contemporáneo, muy vinculado a la caída del Muro de Berlín, que coincidió con la teoría de la vida de Vico, que es un filósofo italiano del Renacimiento. Todo confluye al hogar al final, luego de pasar por la historia. Tengo escrito El Modelo del Teorema. Curso de Matemáticas para Ciberpunks, que es un libro de matemáticas y filosofía; Apología pro totalidad. Ensayo sobre Stephen Hawking, acerca de la totalidad del conocimiento, que aborda la lógica y las matemáticas; y he escrito un Tratactus ilogico mathematicus, que trae abajo 2000 años de lógica aristotélica, para fundar una nueva lógica más abierta y más exacta.”

_ César Pineda (miembro de "Letra en Llamas"): “¿Y cuál es la relación entre la ciencia y la poesía?”

_ Enrique: “Es una relación directa y está dada a través de la música. La música forma parte de la ciencia y del mundo. Poesía es ritmo, y el ritmo es matemática.”

_ Miguel Ildefonso (?): “El otro día decías que ibas a ser recordado más como matemático.”

_ Enrique: “Lo dije en una noche entre copas (risas). En realidad no sé cómo voy a ser recordado, pero lo posible es que sea recordado como matemático, como inventor.”

En un momento de la plática salió el tema del bombardeo en la Franja de Gaza: “Yo formo parte de un tribunal internacional que postula la toma de conciencia acerca del medio ambiente en el momento en que la tierra tiene una crisis ecológica. Dado que, desde hace decenios, en el Medio Oriente se vive una crisis política, el tribunal al cual pertenezco exhorta públicamente a que cesen los bombardeos, que no es bombardeando (a Irán) como se van a solucionar los problemas, sino pidiendo que Israel ocupe un asiento permanente en el consejo de seguridad de la ONU para que se solucione definitivamente la crisis en Medio Oriente.”

_ César: “Edmundo de la Sota, si bien recuerdo, plantea en tu obra una poética de la esfinge, del vínculo que hay entre la ciencia, la filosofía, la religión, etc.”

_ Enrique: “Mi poesía no es difícil, creo que una obra se debe leer con placer. El lector ha de introducirse en ese mundo para acceder al conocimiento, a una epistemología del mundo contemporáneo; y, a la vez, hallar una salida a la crisis. Mi poesía no solo es de crítica, es también visionaria, en la medida en que aparece el Internet, por ejemplo; y aparece la computadora veinte años antes de que se conozca. La poesía enfrenta, en estos tiempos, a problemas tecnológicos, ecológicos, religiosos, que tienen que ser resueltos con una enorme lucidez. Raúl Heraud, cuando publica "Arte de la destrucción", lo que hace es un tipo de poesía religiosa, al plantearla como la destrucción del mal, por ejemplo; y con eso ya se vislumbra la búsqueda del bien. Al igual que el erotismo en la poesía de las mujeres, que es la búsqueda del bien, y, es más, es haber encontrado el bien. En una época de corrupción, de destrucción, el erotismo es el más alto nivel al que puede llegar el ser humano.”

_ César: “¿Qué no ha escrito Verástegui todavía?”

_ Enrique: “Me gustaría escribir algunos ensayos, relacionados a la escritura y sobre el mundo contemporáneo. No lo hago porque falta el estimulo del editor, no hay editores en el Perú. No puedo perder el tiempo en un texto que nunca va a ser publicado; me gustaría escribir en abundancia, si es que tuviera un editor seguro como lo tuve - y esto es un homenaje - hasta que falleció Carlos Milla Batres, no solo era mi editor sino un gran amigo.”

Milla Batres fue quien editó el libro que removió la poesía peruana a inicios de los años 70: En los extramuros del mundo, el primer libro de poesía de Enrique Verástegui, tiempo después le sería otorgado la Beca Guggenheim, con el cual emprendería su viaje a Europa. “La aparición del Internet cambia la mentalidad de las personas, la poesía va a enfrentarse al Internet, a un nuevo tipo de comunicación. La poesía debe adaptarse a ese nuevo cambio de comunicación y sobrevivir, para luego tomar el poder. Por el momento se trata de que la poesía sobreviva en un mundo de celulares, Internet, DVDs. Tantos inventos que aparecen todos los días, y que desaparecen por igual, revelan que la poesía tiene un sentido: el sentido de la permanencia.”

César: “¿Cómo sientes la muerte de los poetas, Juan Ramírez Ruiz, Alejandro Romualdo, Manuel Morales?”

Enrique: “La sensación de las perdidas irreparables es siempre una sensación de rechazo hacia la muerte. Y el comportamiento de los gobernantes frente a los poetas no refleja sino la búsqueda de un cierto chantaje a los poetas, al querer buscar una poesía que les sea adulona. La poesía es conciencia crítica, conciencia crítica que no es el hablar en contra por hablar en contra, sino es la rebelión creadora frente a la realidad que, por definición, es deficiente siempre. La poesía es la nueva utopía, lo decía Rimbaud: el poeta debe ir por delante de la acción.”

Enrique hace un silencio algo prolongado, y echando una bocanada de humo señala: “Me aterra la muerte no solo por convicciones ideológicas, de pensamiento, sino por cuestiones biológicas. Tener la conciencia de estar vivo es tener la conciencia de la plenitud; y la muerte no es la plenitud, es la decadencia. Creo en Dios, soy religioso y católico. Aunque a los 15 años perdí la fe por un momento; perdí la fe pero no el contacto con Salomón, con el Cantar de los cantares.”



El poeta horazereano cuenta que sus textos inéditos se encuentran en Mar del Plata, con una querida amiga argentina, y en las manos de un joven amigo poeta e investigador literario de Lima. Al final de la reunión los poetas se toman una foto juntos, se dan un abrazo de despedida. Y, por supuesto, muchas palabras quedarán en la grabadora.

Hoy: Marcha de Solidaridad (Palestina no está sola)


Concentración: Plaza Dos de Mayo

Miércoles 21

5:00 pm.

Lima, Perú.

(Embajada de Israel en el Perú: 5ta cuadra de la Av. Arequipa)

lunes, 19 de enero de 2009

José María Arguedas, siempre presente.


El mejor homenaje que se le puede hacer o rendir a un escritor es siempre leerlo. Por eso Arguedas, a pesar de su muerte, está más vivo que nunca, multiplicándose en el presente y el ayer de su propia figura, en la grandeza agónica y profunda de su obra transformadora que nos acerca hacia un futuro amor de mundo menos injusto. Para nadie resulta ilógico entender el por qué de su vigencia en el corazón de todos sus lectores. De una cosa estoy seguro. JMA nos marcó el alma para recordarlo toda la vida. A pesar de todo lo que se diga o se siga escribiendo.

Una vez el padre Gustavo Gutiérrez dijo en su libro "Entre las calandrías" lo siguiente: “Arguedas es el escritor de los encuentros y desencuentros de todas las razas, de todas las lenguas y de todas las patrias del Perú. Pero no es un testigo pasivo, no se limita a fotografiar y a describir, toma partido".

A continuación, un artículo que me llamó mucha la atención. Espero les guste.

Arguedas:
su corazón, rey entre sombras

Por: Carlos Vidales

Aquel helado mediodía de agosto, José María miró a través de la ventana y dijo:

— Ese sujeto debe estar muriéndose de frío.

"Ese sujeto" era el árbol del jardín. Yo pensé, viendo brillar los claros ojos de Arguedas, que el enorme vegetal había sentido la fraternal preocupación del novelista. Porque José María era capaz de establecer con los objetos de la naturaleza —animales, plantas, ríos, montes—, una comunicación de espontánea camaradería. Todas las cosas respondían a su llamado, sencillamente porque respondían desde su propio corazón.

"Oh corazón, Rey entre sombras..." José María amaba ese poema de Javier Sologuren. Abandonado en la infancia, recogido y amado por los indios comuneros de los Andes peruanos, blanco entre indios hasta la adolescencia, indio entre blancos desde la juventud hasta la muerte, transitando en la vida, como por una escalera, todas las capas, estamentos y clases sociales del Perú, indio paria, indio comunero, indio obrero, cholo de servicio, empleado mestizo, profesor universitario, eminente antropólogo, gloria de la literatura, admirado, adulado y temido por la aristocracia limeña, rubio de ojos azules con corazón de indio, testigo estremecido de los seculares dolores de su pueblo, protagonista íntimo de su propia obra, habitante y constructor de los cuentos infernales y mágicos de Diamantes y pedernales , del trágico y solemne Yawar Fiesta , de la desconsoladora y tenebrosa novela El Sexto , de la inmensa ternura de Los ríos profundos y del riguroso estudio social de Todas las sangres , él había conocido tinieblas más hondas, más terribles que las sugeridas por el poeta: "He aquí que te he escrito, feliz, en medio de la gran sombra de mis mortales dolencias", habría de decir al líder campesino Hugo Blanco, una semana antes del suicidio.

Era un niño apenas cuando su padre, abogado de pobres, perseguido por los grandes gamonales, debió dejarlo en manos de crueles parientes:

"El subiría la cumbre de la cordillera que se elevaba al otro lado del Pachachaca; pasaría el río por un puente de cal y canto, de tres arcos... Y mientras en Chalhuanca, cuando hablara con los nuevos amigos, sentiría mi ausencia, yo exploraría palmo a palmo el gran valle y el pueblo; recibiría la corriente poderosa y triste que golpea a los niños, cuando deben enfrentarse solos a un mundo cargado de monstruos y de fuego..."

Así nos contó José María esa separación en su novela Los ríos profundos. El 17 de mayo de 1969 le confesaba a su diario íntimo: "A mí la muerte me amasa desde que era niño, desde esa tarde solemne en que me dirigí al riachuelo de Huallpamayo, rogando al Santo Patrón del pueblo y a la Virgen que me hicieran morir..."

Siete días antes había escrito: "Anoche resolví ahorcarme en Obrajillo, de Canta, o en San Miguel, en caso de no encontrar un revólver. Ha de ser feo para quienes me descubran, pero me he asegurado de que el ahorcamiento produce una muerte rápida".

Mientras el suicidio madura definitivamente en su cerebro, José María va dando forma también a su última novela. Dicen los mitos antiguos de Huarochirí que el mundo consta de una parte de arriba y una parte de abajo. Estas dos partes se unen, de vez en cuando, gracias a dos zorros que conversan relatándose los pormenores de sus planos respectivos. Ese diálogo entre El zorro de arriba y el zorro de abajo es cabalístico, esotérico, pleno de ingenio y poesía. Arguedas introduce estos dos zorros en su novela: ellos le dan el título y le permiten explicar cómo "la parte de arriba", la sierra peruana, se volcó hacia la costa, hacia "la parte de abajo", en el auge tremendo de Chimbote, el gran puerto pesquero del Perú. Entretejidos con el hilo central de la novela aparecen los diarios íntimos de Arguedas; por ellos nos enteramos del proceso interno en cuyo cauce se va precisando el suicidio.

Entretanto, José María llega al más alto grado de comunicación personal con la naturaleza. Allá en la casa de Los Ángeles, en las afueras de Lima, yo le vi conversar frecuentemente con los perros de sus vecinos: Tarzán, Nerón, Laila, Poncho, Chalaco, El Doctor. Pero entiéndase bien:

"Muchas veces he conseguido jugar con los perros de los pueblos, como perro con perro. Y así la vida es más vida para uno. Sí; no hace quince días que logré rascar la cabeza de un nionena (cerdo) algo grande, en San Miguel de Obrajillo. Medio que quiso huir, pero la dicha de la rascada lo hizo detenerse; empezó a gruñir con delicia, luego (cuánto me cuesta encontrar los términos necesarios) se derrumbó a pocos y ya echado y con los ojos cerrados, gemía dulcemente..."

Yo era apenas un misti , un blanco. Esa comunicación con el mundo no humano sólo despertaba en mí una indefinida ternura. En cambio, él, entendía: era un indio , un indio quechua que además de haber sido moldeado por la experiencia secular y colectiva de los suyos, hombres que viven fundidos al corazón del universo, enredados al alma del orden natural, había también quedado solo —débil cachorro de hombre— en medio de "un mundo cargado de monstruos y de fuego". Desde pequeño, buscando refugio, había puesto los sentidos atentos en el rumor de la hoja, el silbo del pájaro, el pulso imperceptible de la piedra, porque los hombres "algo nos hicieron cuando más indefensos éramos; yo recuerdo muchas cosas, pero dicen que las más peligrosas son aquellas de las que no nos acordamos. Así será".

Así será, pues. Pero su risa explosiva ha quedado para siempre resonando dentro de mí; él tenía una carcajada que casi siempre le hacía perder el equilibrio. La repitió muchas veces ese miércoles, la antevíspera del disparo fatal; porque aquella noche, en un prodigio de simulación, la charla de José María fue feliz, ocultando su ya resuelto designio de matarse.

Pero también, durante los largos meses que en su casa viví, habíamos hablado de otras cosas que esa noche no recordamos. "El marxismo, decía, me dio disciplina, pero no mató en mí lo mágico". Amaba a Melville, Dostoievsky, Guimaraes Rosa, García Márquez.

Rulfo, el gran mexicano, era cuento aparte:

"¿Quién ha cargado a la palabra como tú, Juan, de todo el peso de padeceres, de conciencia, de santa lujuria, de Hombría, de todo lo que en la criatura humana hay de ceniza, de agua, de pudridez violenta por parir y cantar, como tú?"

Y es que "la palabra, pues, tiene que desmenuzar el mundo". Es el zorro de abajo quien habla así, en la última novela de Arguedas. Y dice:

"El canto de los patos negros que nadan en los lagos de altura, helados, donde se empoza la nieve derretida, ese canto repercute en los abismos de roca, se hunde en ellos; se arrastra en las punas, hace bailar a las flores de las hierbas duras... ¿no es así?"

El zorro de arriba responde: "Sí. El canto de esos patos es grueso, como de ave grande; el silencio y la sombra de las montañas lo convierte en música que se hunde en cuanto hay".

Y el zorro de abajo:

"La palabra es más precisa y por eso puede confundir. El canto del pato de altura nos hace entender bien todo el ánimo del mundo".

Mientras los dos zorros dialogan haciéndonos conocer por qué el idioma de la naturaleza es, para los hombres del mundo quechua, más claro e inteligible que el idioma que brota de la boca humana, José María compone y recompone su novela. Cambia el orden original de los capítulos, corta mitades de página para trasladarlas de sitio con ayuda de la cinta transparente, intercala sus diarios íntimos. A veces parece confundirse y anota en mitad del relato: "¿A qué habré metido estos zorros tan difíciles en la novela"?

Ha estado trabajando en el libro en Santiago de Chile, donde, según dice, "soy feliz y escribo sin interrupciones". Lee a sus amigos capítulos enteros de la obra. Escucha sugerencias. Pide consejos. Acepta transformar una y otra vez los nombres de los personajes. Consiente en dar a conocer la armadura, el esqueleto, la gestación íntima de la novela. Búsquese otro ejemplo parecido de humildad y modestia intelectuales en la historia literaria de América. No se encontrará.

En agosto de 1969 regresa al Perú con la estructura de la obra resuelta y el plan del suicidio en plena ejecución. Se reintegra a la Universidad. Los hechos políticos producidos en los claustros —luchas de facciones, incomprensiones, sectarismos—, acentúan la depresión de su ánimo. Pero no olvida sus afectos y convicciones profundas, y escribe

"al pueblo hermano de Vietnam, llameante. A este pueblo que, en el medio mismo del mundo, en la edad del espanto, nos hace conocer que el fuego que hizo el hombre con su mano sigue ardiendo en el fuego de sus manos".

"Cuando unas gentes, los yanquis, pretendieron inmolar en Vietnam al pueblo entero con máquinas de fuego, a fuego construidas, cuando creyeron que así podían dominar el mundo, el pueblo de Vietnam, con el sólo vigor de sus manos eternas, los ha hecho correr hasta la luna".

Pero los estados depresivos son más frecuentes ahora. En los primeros días de noviembre decide dejar la novela como está. Envía con Sybila, su compañera, un ejemplar de su libro Todas las sangres , al dirigente campesino Hugo Blanco, preso desde hace cinco años en la cárcel- isla de El Frontón, retribuyendo así el relato que Blanco le enviara para animarlo, al saberlo decaído.

Es entonces cuando Hugo Blanco escribe a José María una carta en quechua, agradeciéndole el obsequio. Es un mensaje lleno de esa ternura que sólo los indios de los Andes saben dar —" taytay José María, padrecito mío"— y que transforma la depresión del novelista en una exaltación embriagadora y contagiosa.

Esa noche nos amanecemos José María, Sybila y yo. Ebrio de alegría, Arguedas nos lee una y otra vez la misiva de Hugo Blanco. Trasladamos la traducción al papel. A cada instante, José María exclama: "¡Es un indio! ¡Puro indio!"

Sí. Con él podía entenderse. Jamás se conocieron personalmente, pero Hugo Blanco lo había comprendido mejor que los mejores críticos, mejor que sus mejores amigos mistis. Él era de los suyos: "hermano Hugo, querido, corazón de piedra y de paloma... hermano Hugo, hombre de hierro que llora sin lágrimas: tú, tan semejante, tan igual a un comunero, lágrima y acero".

El suicidio se posterga. La respuesta al hermano Hugo, también escrita en quechua, deberá ser un mensaje de esperanza y de solidaridad, pero también una despedida cuidadosamente redactada para que su significado profundo sólo pueda descubrirse después de la muerte:
"Yo no estoy bien, no estoy bien; mis fuerzas anochecen. Pero si ahora muero, moriré más tranquilo. Ese hermoso día que vendrá y del que hablas, aquel en que nuestros pueblos volverán a nacer, viene, lo siento, siento en la niña de mis ojos su aurora; en esa luz está cayendo gota por gota tu dolor ardiente, gota por gota, sin acabarse jamás..."

La noche de aquel miércoles, cuarenta y ocho horas antes del disparo fatal, José María me preguntó sobre la posibilidad de publicar su breve y conmovedora correspondencia con Hugo Blanco. Quería que fuese una revista de izquierda, extranjera, Punto final , la primera en dar a conocer esas cartas. Pensaba que ello ayudaría a la campaña internacional en favor del indulto para el líder campesino. Me comprometí a adelantar mi previsto viaje a Santiago de Chile para cumplir sus deseos, y de común acuerdo fijamos la fecha de mi partida: sería el domingo siguiente.

Pero el viernes se desató la tragedia.

Mañana se dirá, tal vez, que lo mató el cansancio, la incomprensión o la neurosis. Pero mientras existan los "pongos" , los siervos de la tierra; en tanto suene en el aire "el rezo de las señoras aprostitutadas, mientras el hombre las fuerza delante de un niño para que la fornicación sea más endemoniada y eche una salpicada de muerte a los ojos del muchacho" ; mientras los indios de las punas sean "piojosos, diariamente flagelados, obligados a lamer tierra con sus lenguas" , mientras existan la injusticia, la humillación y el oprobio, habrá muchos Arguedas muriendo y renaciendo sin cesar en el doliente pero algún día victorioso corazón de los que sufren.

Sí: "tremenda y deslumbrante la aurora me mataría, si yo no llevase, ahora y siempre, otra aurora dentro de mí”, era la frase de Withman que Arguedas repitió incansablemente durante nuestras largas conversaciones. Porque habiendo perdido hasta la fe en sí mismo, jamás perdió la fe en el porvenir de los suyos.

José María se disparó un balazo en la cabeza el viernes 28 de noviembre de 1969. Pero durante cinco días terribles estuvo aún latiendo su poderoso corazón, rey entre sombras.

(Publicado por primera vez en ESTRAVAGARIO, Revista Cultural de "El Pueblo" de Cali, N° 39, página 1, domingo 19 de octubre de 1975. La viuda de José María Arguedas, Sybila Arredondo, sufrió cárcel oprobiosa durante largos años en el Perú, bajo condiciones inhumanas. Fue finalmente puesta en libertad en 2002.)

(Estocolmo, 1997-2003).

Hoy empieza: IV Curso de Perfeccionamiento Magisterial de Lengua y Literatura


Vacantes agotadas (eso no es tan cierto, todavía se pueden inscribir)

Dirigido a:
Docentes de Lengua y Literatura, de primaria y/o secundaria, de colegios nacionales de Lima y Callao.
Objetivos:
- Capacitar a los profesores de Lengua y Literatura de nivel escolar.
- Actualizar sus conocimientos proporcionándoles información sobre las últimas investigaciones.

Del 19 al 23 de enero de 2009

Hora: de 8:00 a.m. a 1:00 p.m.
Lugar: Auditorio ICPNA Lima Centro, Jr. Cuzco 446
Informes: Dirección de Biblioteca del ICPNA, tel. 706-7001 anexos 9101 – 9107
Ingreso libre previa inscripción. Se entregarán constancias.

Temario:

1. - La presencia del léxico cultural-institucional del puquina en el castellano peruano. Dr. Rodolfo Cerrón Palomino
2. - La poesía y narrativa de Abraham Valdelomar. Dr. Ricardo Silva-Santisteban Ubillús
3. - Nuevos comentarios a la poesía de Carlos Germán Belli. Dr. Marco Martos Carrera
4. - Fonología, ortografía y educación. Dr. Jorge Iván Pérez Silva
5. - El español, las normas y el ideal de corrección. Dr. Carlos Garatea Grau
6. - Oralidad y escritura en el cuento peruano: década de 1980. Dr. Antonio González Montes
7. - Posibilidad y “modo verbal”. Dr. Luis Jaime Cisneros
8. - La toma del Cuzco, una novela peruana de 1539. Dr. Oscar Coello Cruz
9. - Cohesión discursiva: redacción. Dra. Aída Mendoza Cuba
10. - La Celestina: reflejo de una sociedad en transición. Dra. Cristina Flórez Dávila
11. - Semántica, morfología y abecedario en la enseñanza de la ortografía. Lic. Esther Espinoza Reátegui
12. - Narrativa peruana de comienzos del siglo XX. Dr. Carlos Eduardo Zavaleta
13. - La casa de cartón, vanguardia y tradición. Dr. Carlos Garayar de Lillo
14. - El poema como objeto lúdico en el aula una aproximación a la poesía visual. Dr. Camilo Fernández Cozman
15. - El concepto de tragedia en el Siglo de Oro. Dr. Eduardo Hopkins Rodríguez

sábado, 17 de enero de 2009

Entrevista al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya


"No tengo pasiones políticas"

El autor de "El asco" reflexiona sobre su obra y los cambios en el papel que el escritor desempeña en la sociedad

Por Leonardo Tarifeño
De la Redacción de LA NACION

En la calle, una movilización pasa con banderas y cánticos. Adentro, en el lobby de un lujoso hotel porteño, espera el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, uno de los grandes narradores latinoamericanos de hoy. Ex militante político de izquierda, este hombre moreno y risueño tuvo que dejar su país tras la publicación de El asco (Tusquets), un explosivo ataque literario contra las peores costumbres de la sociedad salvadoreña, a la manera de Thomas Bernhard. El arma en el hombre y La diabla en el espejo, finalistas del premio Rómulo Gallegos, retoman la técnica del monólogo brutal, tan bien puesta en escena en El asco ; Desmoronamiento y la última, Tirana memoria (Tusquets), incorporan esa misma rabia en un registro que pasa del desencanto político al implacable retrato de la hipocresía en las relaciones sociales. Como en una escena de sus novelas, los ecos de la movilización se meten en los oídos y en el mal humor de una tarde veraniega en Buenos Aires, pero el escritor educado en el mundo de la política y las armas apenas si la ve pasar. ¿Preferiría estar en la marcha y no en el lobby del hotel? ¿Echa de menos sus años beligerantes? "No, para nada. Ya no sé si echo de menos algo. De lo que se trata es de seguir aprendiendo" dice este viejo lobo de las redacciones periodísticas de México y América Central, todo un sobreviviente que vivió sus últimos años en Frankfurt y Pittsburgh, al amparo del programa que el Parlamento Internacional de Escritores ofrece a aquellos que sufren amenazas en su país de origen.

-¿Siempre quiso ser escritor?

-Que yo recuerde, sí. Pero el tiempo en el que me formé se ha ido. Sobre todo, porque me tocó crecer en un mundo hostil a la literatura. Aquella era una sociedad que empezaba a polarizarse y en la que se miraba al escritor con suspicacia y desprecio. La generación anterior ya se había radicalizado políticamente y por eso el solo hecho de ser escritor lo convertía a uno en sujeto de sospecha.

-Significaba que jugaba para alguien.

-Sí. Los escritores del establishment pertenecían a una derecha muy primitiva y radical, no generaban ningún estímulo. Y por eso uno se hacía escritor "pese a", nunca "gracias a". Sin embargo, ese "pese a" tenía una ventaja, y era que si escribías era porque de veras tenías la necesidad de hacerlo. Igual, digamos que no era una carrera al éxito, sino al despeñadero. Fue extraño. Por un lado, uno se dedica a la literatura en un medio en el que ser escritor no se entiende como una profesión ni como algo decente. Y por el otro, ese mismo medio te obliga a apelar a tus recursos más profundos para poder dedicarte a lo quieres.

-¿Qué leía en esos años?

-Cuando yo era chico se podían conseguir libros en El Salvador. Luego, a partir de 1979, el conflicto se radicalizó y leer se hizo mucho más difícil. Pero yo alcancé a tener aquellas ediciones argentinas o mexicanas de Pavese, Henry Miller, Lawrence Durrell y mucha poesía, Ungaretti, Quasimodo, Montale, todo Losada, de Argentina, y Era, de México. En pequeñas cantidades, no sé por qué ruta y para dos o tres gentes, pero llegaba.

-¿Hoy sigue siendo escritor "pese a"?

-Ahora no. Las cosas han cambiado mucho y estamos frente al otro lado de la moneda. Ahora a lo que hay que resistir es al puterío, que es otra manera de destrucción.

-¿A qué se refiere con "puterío"?

-A la cultura del espectáculo, totalmente ajena a la cultura en la que me formé. Para el escritor, el riesgo de estos días es entregarse a tantas otras cosas que ya no te queden energías para escribir. Yo, durante mucho tiempo, no era "escritor", sino que escribía. No tenía vida pública de escritor, y aunque los libros se publicaran no dejaba de ser una actividad muy privada. Los criterios de valor han cambiado radicalmente de los años 70 al principio del siglo XXI.

-¿En qué consiste ese cambio?

-Bueno, hoy parece que el grado de deterioro social y político que alcanzan los países latinoamericanos no le importa a nadie. La literatura vive en una esfera aparte, en otro mundo. Y uno debe adaptarse, por supuesto, porque nada vas a cambiar con ideas de otra época. El paradigma del oficio se modificó bastante.

-¿Extraña la política?

-Los últimos años yo viví la política como periodista. Y el periodismo es la mejor manera que encontré para ganarme la vida. Por supuesto, mis novelas tienen un paisaje político intenso, porque muchas de ellas retratan momentos de la vida centroamericana, marcadas por un gran conflicto político y social. Pero yo no tengo pasiones políticas, sino curiosidades.

-En sus novelas la política aparece en los personajes, pero no tanto en las tramas.

-Sí, por eso yo digo que mis novelas no son políticas, porque las tramas no están determinadas por el juego del poder. En mis libros, los personajes son gente desencantada que alguna vez tuvo algo que ver con la política, pero que vive pasiones personales.

-¿Sus libros responden a una misma técnica?

-No, yo he tenido dos maneras de escribir. Una corresponde a un impulso, que es una escritura casi por posesión, y en la que parece que el libro ya está escrito dentro de mí. Así han sido El asco , Baile con serpientes e Insensatez . La otra manera es, yo diría, más profesional, con una metodología establecida, una rutina diaria y un plan más o menos definido. De esta manera escribí El arma en el hombre y Tirana memoria , entre otros.

-¿Cómo ve a la literatura latinoamericana actual?

-Mucho de lo que pasa hoy en las letras de nuestra continente es un efecto de la obra de Bolaño. Pero, al mismo tiempo, y desde hace ya varios años, la nuestra es una literatura que ha ganado madurez. No tiene que demostrarle nada a nadie, porque hemos dejado atrás la adolescencia. Hay todo tipo de corrientes, todas válidas, más allá de la calidad y de los gustos. Está la vertiente social, la experimental, y propuestas que buscan hacer una ficción más del tipo europea pero desde Latinoamérica. El debate sobre qué es lo válido y qué no ha perdido vigencia.

-¿Por qué? ¿Qué es lo válido hoy en día?

-Pues lo que está bien escrito y agarra al lector y no lo suelta, más allá de cómo o desde dónde.

Sábado 17 de enero de 2009