jueves, 29 de septiembre de 2016

“LA ESCRITURA COMO UNA OCURRENCIA TRANSGRESORA” POR DAVID ABANTO ARAGÓN.



“LA ESCRITURA COMO UNA OCURRENCIA TRANSGRESORA”
Por: David Antonio Abanto Aragón
¡No es profesión escribir novelas y poesías!
José María Arguedas en el «Primer diario»,
El zorro de arriba y el zorro de abajo.

           Para Mario Vargas Llosa, el escritor «saquea» la realidad en sus diversas instancias. Es de la experiencia que brotan los «temas» (los «demonios» que obseden sus vivencias y/o su entorno histórico), depende del talento del escritor la conversión de esos «temas» en «formas» (recreación de lo real en lo que es fundamental «el elemento añadido»). De ahí que la biografía sea ineludible, para la confección de un relato.
Los doce cuentos de Peripecias de un contratado (a los que se suma el Bonus conformado por una composición de impulso «lúdico» como lo reconoce el autor) parecen sustentarse en ese principio. Con gran facilidad para los diálogos, capacidad para pintar hábitos y prejuicios sociales puestos sutilmente en cuestión por los protagonistas de las historias que ofrecen un singular fresco de costumbres de nuestra sociedad.
Las narraciones de Fernando Muñasqui Rivera pergeñan intriga, personajes y diálogos que se dejan leer con interés por la marcha del argumento o por las anécdotas abordadas con picardía, unas, y humor, otras. Sus narraciones se presentan con una prosa ágil y sin adornos retóricos lo cual supone una opción estilística muy cara a gran número de autores recientes.
Sin embargo, el deseo de saldar cuentas con el orden existente y la decisión de hablar sin tapujos llevan a Fernando Muñasqui a asumir la escritura como un medio para expresar sus temas con determinación. Pero tengamos presente que no se hace literatura para contar la vida, sino para transgredirla añadiéndole algo. Recordemos que la literatura tiene una finalidad esencialmente estética y re-elabora imaginariamente la realidad en una ficción vero-símil y no verídica (como ya puntualizó Aristóteles hace más de dos milenios y medio).
No hay duda de que atreverse a esto en tiempos de pérdida de fe en la esencia de las palabras es tarea de existencias atrevidas. Juzgue, el lector de los cuentos de Peripecias de un contratado, los resultados.


Independencia-Surco, septiembre de 2016

martes, 20 de septiembre de 2016

CONGRESO INTERNACIONAL “AMOR HASTA LA MUERTE: LA POESÍA PASIONAL DE CÉSAR MORO”.






“EL HACEDOR DE LLUVIA” POR MIGUEL ILDEFONSO.



“EL HACEDOR DE LLUVIA DE VEDRINO LOZANO ACHUY”

Por: Miguel Ildefonso

Vedrino Lozano Achuy (Tarapoto, 1981) ha publicado su quinto poemario El hacedor de lluvia (Summa, 2016). Luego de entregarnos su lírica en Bálsamo de cenizas o Shadowplay. Diario de Ian Curtis, y con novelas infantiles como Matías y las sonrisas perdidas, entre otras publicaciones, nos lleva ahora al mundo amazónico. En el prólogo el poeta y editor Harold Alva dice: “Tengo la sensación que Vedrino Lozano necesitó volver a su tierra (Tarapoto) para cerrar un ciclo. ‘El hacedor de lluvia’ es un libro de profunda poesía que pone los puntos sobre las íes a lo que el autor inició con ‘Bálsamo de cenizas’, hace quince años, cuando apenas frisaba los 19. (…) el viaje con el ayahuaskha, la incorporación de dialectos amazónicos, la fauna con la que sostiene a sus personajes, son los recursos con los que Lozano, a sus 35 años, ha logrado construir un libro sagrado.”

Vedrino, ciertamente, nos trae poemas que nacen de la experiencia sublime de habitar los ríos, el monte y la selva amazónica. Hay un anhelo de transmitir la sabiduría milenaria, sus tradiciones, pero también de conectarse libremente con ese mundo interior, lo cual lo logra poéticamente a través de la memoria familiar, de personajes familiares y de los habitantes no solo humanos (el hombre pájaro, el katawa, los abuelos, Guillermo, Berenice).

En apenas catorce poemas logra situarnos en este viaje de búsqueda, encuentros y entrega principalmente a la naturaleza. “Imagino que debe dolerte mucho el corazón/ ahora que los hombres han olvidado quién eres”, nos dice en uno de los primeros poemas, iniciando así el despojamiento necesario de lo perentorio, para ir luego adentrándose en lo esencial.  

“Domestícame para ser uno con el sol”, dice la voz poética y utópica de este hacedor de lluvia, de agua regenerativa, de vida y esplendor. Vedrino nos presenta un libro que nos remite a  voces como la de Josemári  Recalde, con Libro del Sol, o de las prosas de César Calvo, por nombrar a autores de la urbe que, en su tiempo, se conectaron con el mundo selvático. Aquí un poema:

A la memoria de J.G.R.

Mal he comenzado la semana. Adolorido y sollozando
como un niño al recuerdo de mi abuelo, hombre tacaño
y de tez tostada por el maíz.

Sentado en su perezosa remienda las roturas de su piel.
unas arrugadas manos zurcen con gran destreza sus
pies, sus brazos y la extensión de su lengua.

Cuán semejantes pueden llegar a ser el cuero con la piel.

He comenzado mal la semana. Ebrio y melancólico,
aferrándome al deseo de convertirme en zapatero.

Siempre quise ser zapatero, no lo niego. Quizás porque
una parte de mí aún habita en ese pueblo fantasma
donde las luciérnagas migran al hacer la noche.


lunes, 19 de septiembre de 2016

jueves, 15 de septiembre de 2016

“EL COMEDIO DEL BREÑAL” POR MIGUEL ILDEFONSO.



“EL COMEDIO DEL BREÑAL DE CARLOS LUJÁN ANDRADE”

Por: Miguel Ildefonso

Una mañana el narrador protagonista conoce en un centro asistencial de salud a un hombre de unos cincuenta y cinco años, y un metro ochenta de estatura. Se llamaba Julián Farkas. Él le entrega un sobre de cartulina que contenía sus manuscritos. Nunca más lo volvió a ver. El libro El comedio del breñal es lo que le dejó aquel extraño sujeto. “Son reflexiones, relatos y poemas no enumerados”, explica el protagonista al inicio. Por su parte, Iván Fernández Dávila dice en el prólogo: “Luján Andrade ha creado un personaje difícil: exmillonario, con formación universitaria, taxista, barbudo, poeta. De soterrado e involuntario humor. A ratos conmovedor en su inocencia y en su angustia existencial.” Ciertamente, el autor Carlos Luján Andrade nos entrega un libro que obedece al campo de las reflexiones dentro de lo ficcional; es decir, las ideas del personaje son las que construyen un mundo propio, pero no lejano. El lector entrará a ese mundo para debatir o dialogar o deslumbrarse con las revelaciones allí anotadas. Es un libro que debe al pensamiento existencialista; digamos, es una relectura de esos variados autores de la primera mitad del siglo XX, Sartre o Camus, por ejemplo.

“El desprecio al cuerpo es un sentimiento recurrente en la vida. La condición de ser seres orgánicos avergüenza hasta al más descreído. La masa débil y vulnerable nos muestra lo efímero de la existencia: el límite de la sed de comprensión  y de la imaginación, sin embargo, es el transporte de intenciones interiores donde aflora lo más profundo del espíritu.” Así empieza El comedio, donde hallamos también este excelente poema titulado Inventario, que transcribimos solo el inicio:

“Tengo 1349 versos en la cuenta corriente.
150 poemas en rima en mi bolsillo derecho.
48 décimas en mi sencillera.
450 sonetos debajo de mi colchón.
56 coplas en una lata de galletas.
97 estrofas con verso irregular en letras de cambio.
Presté 56 canciones a 2 estrofas por mes de interés.
¿Cuánto necesitaré para cancelar los recibos de luz, de agua y el
alquiler?”

Carlos Luján Andrade (Lima, 1978) estudió Derecho en la Universidad de Lima. Ha publicado el poemario bifronte Soundtrack /Miles de misiles. También publicó virtualmente los poemarios: El descenso de la realidad, El mundo inventado y Clase de anatomía. Ha dirigido y coordinado revistas como El Círculo de Tiza y Lanceros. El comedio del breñal (Calcomanía, 2016) es su primera obra narrativa.