lunes, 15 de diciembre de 2014

RECITAL MÁGICO DE CÉSAR TORO MONTALVO EN LOS “VIERNES LITERARIOS”.



“RECITAL MÁGICO DE CÉSAR TORO MONTALVO”

DÍA: Viernes 19 de diciembre.

Hora: 7:00 p.m.

Lugar: Auditorio “Pachamama”, Jr. Cailloma 714 - 101.

Brindis de ceremonia como víspera al cumpleaños de CTM.


domingo, 14 de diciembre de 2014

PRESENTACIÓN DEL POEMARIO “MATRIA” DE MELISSA PATIÑO.



“PRESENTACIÓN DEL POEMARIO MATRIA DE MELISSA PATIÑO”

Comentan:

Rosina Varcarcel
- José Pancorvo.

Día y hora: Jueves 18 de diciembre a las 7:00 p.m.

Lugar: Casa Museo Ricardo Palma
(Calle General Belisario Suárez 189, Miraflores
a dos cuadras del Óvalo Pacífico).

Ingreso libre.


lunes, 1 de diciembre de 2014

“HUELLAS ENCONTRADAS EN LA ARENA, PERDIDAS EN EL MAR” POR ANTONIO DE SAAVEDRA.




“HUELLAS ENCONTRADAS EN LA ARENA, PERDIDAS EN EL MAR DE JORGE BUCKINGHAM”

Por: Antonio De Saavedra

A la memoria de mi adorado padre
Ricardo Saavedra Campos,
Recientemente fallecido,
quien cultivó en mí
la única religión que profeso:
la poesía.

A estas alturas, nadie debería dudar que la actividad literaria se ha vuelto una jungla en la que sobrevive el más fuerte o el más precavido. Por ello, es entendible la existencia de notables textos que guíen a quienes se inician en ese mundo. Ahí están las Cartas A Un Joven Poeta (1903-1908) que el entrañable Rainer Maria Rilke legara a la posteridad. Sin embargo, es una lástima que noveles escritores no conozcan esas esquelas rilkeanas u otros similares (¿cuándo traducirán al español Literature For Dummies?) antes de publicar sus manuscritos, pues es como zambullirse desde lo más alto del trampolín hacia una piscina vacía.

Esta idea viene a mí luego de la lectura del libro de cuentos y poemas Huellas de Jorge Buckingham quien, a pesar de haber publicado con anterioridad en formato electrónico varios escritos suyos y sin menguar su trayectoria, lo realiza en físico por primera vez, pero con resultados desafortunadamente frustrantes.

En primer lugar, se evidencia la nula capacidad de conectarse con sus relatos, pues muchos resultan inverosímiles, faltos de todo el bagaje y la parafernalia que la narrativa contemporánea ha avanzado desde los tiempos decimonónicos. No estoy pidiendo que sea un Maupassant, un Cortázar o un Calderón Fajardo, pero a Buckingham le queda mucho por hilar en la madeja. Ganas no le faltan, como lo muestra per se el libro, pero en fin no logra alzar vuelo en sus textos, no agarra carne en ningún relato. Tampoco estoy pidiendo que siga a pies juntillas el “Decálogo del Perfecto Cuentista” de Horacio Quiroga, pero sin dudar su lectura le hubiera sido útil al autor, a quien también asistir a un taller de narrativa le hubiera sido provechoso.

En segundo lugar, es notoria la poca cultura literaria del autor, pues sus prosas denotan que algo ha leído, pero de ninguna manera ha tenido entre sus manos a los clásicos y, mucho menos, a los contemporáneos. Sabido es que Jorge Buckingham es admirador de los grandes autores de ciencia ficción (véanse algunos de sus comentarios sobre dicho subgénero en este mismo blog; es decir, Asimov, Lovecraft, etc.), quienes a pesar de su conocida infravaloración por parte de los letrados tienen una prosa cautivante y argumentos que fascinan, pero que el presente autor no ha sabido asimilar o mínimo imitar. Creo que si Buckingham hubiera leído antologías de narrativa peruana reciente (por ejemplo, Disidentes [Altazor, 2011-2012], recopilada por Gabriel Ruiz Ortega) o haber repasado a sus contemporáneos (que calculo son los narradores de los 80’s, dado que para variar el libro carece de la fecha de nacimiento del autor) el ideal de su obra hubiera sido mejor reflexionada y situada en su medio, pues la literatura de todas maneras tiene que enfrentarse con los contextos a los que estamos expuestos, y por tanto quizás mejor reelaborado su oficio con el transcurso del tiempo. Parafraseando el título diremos que estos relatos debieron perderse en el mar y resurgir pulidos por las mareas, cuales piedras preciosas.

El primer relato “Lunes 3.00 p.m.”(pp. 15-22) es el más flojo, pues cuenta nimios entretelones que distraen del verdadero discurrir del personaje. Pero lo que mortificaría a cualquiera son algunas frases insensibles: “Y eso de que una chica sea mi jefa, como que hiere un poco mi orgullo” (p. 19) y “Las chicas son, básicamente, todas iguales. Con plata en el bolsillo, cualquiera truena los dedos y solitas vienen una por una en fila” (ibíd.). Esas dos expresiones harían rabiar a Rocío Silva-Santisteban y a los colectivos Manuela Ramos y Flora Tristán. Mientras que la siguiente: “Y, luego, allí estaba el hámster bien coquetón, con su lazo rojo y perfumado. Parecía marica el pobrecito” (p. 20), es degradante para la comunidad LGTB y del MHOL. Si de primeras impresiones habláramos, este relato que inicia el libro es verdaderamente chocante.

El siguiente, “Gritos De Celibato”(pp. 25-32),es el típico relato de collera (véanse La Ciudad Y Los Perros, Los Inocentes, El Viejo Saurio Se Retira, etc.) en el que trata de hilvanar una traición, como ocurre en las novelas mencionadas, pero de nuevo poco creíble. En él, la profesora Ornella “rescataba la jovialidad y frescura de la mayoría de sus alumnos, pero deploraba su inmadurez y falta de buen gusto” (p. 26), y después se dice: “En sus clases, siempre se preocupaba por fomentar el desarrollo de la sensibilidad de sus alumnos y estimular a aquellos que manifestaban mayor interés” (p. 27). Perdón, ¿leí mal? Luego, se dice que El Abuelo “no pertenecía a la Pandilla Basura” (p. 27) y que “él prefería estar solo que parar con la Pandilla Basura” (ibíd.),empero interactúa con ellos sin problemas. Y para remate, El Abuelo se queda con la bella Ornella sin hacer ninguna hazaña memorable. ¿En dónde quedó la linealidad (héroe-lucha-y-se-queda-con-la-amada) que estudia la narratología y que nos ofrecen los relatos desde La Odisea hasta Star Wars?

En “Mentiras blancas” (pp. 35-40),un profesor de Literatura de la Universidad de San Marcos también goza de la fama de gran escritor, algo remoto si lo comparamos con la realidad. Además, el relato de ciencia ficción insertado en medio resulta hollywoodesco y predecible, buen guion para un cómic de aventuras. Con todo, lo peor es la insólita confianza con la que los protagonistas recién reunidos se tratan: dónde se ha visto que un niño que nunca ha visto a su progenitor le diga sin complejos “papá”, y este a la vez le llame “Rafito” sin que le tiemble el cuerpo.

“El Salón De Los Espejos” (pp. 43-52), asimismo tiene una trama inexplicable: cuando la top model le dice a su anfitrión que desea entrar al dichoso salón, ella le explica que el personal de seguridad le había impedido ingresar allí la primera vez que estuvo en la mansión, si no es con el permiso expreso del dueño. A pesar de ello, párrafos después, la modelo consigue la llave, no se sabe cómo pues ese breve episodio no es relatado, y logra su cometido. Espero que algún día, de la misma manera que Odette Le Monde, pueda conseguir de la nada la llave de mi joven y rubia vecina y hacerle una visita.

En “Eutanasia” (pp. 55-61), el último relato, después de referir una característica fiesta oligárquica, en una gran mansión y con presencia de la gente bonita, una gresca induce al personaje principal a un estado vegetativo quien, estando a punto de recibir “el Dulce Sueño” final, obtiene sin querer similares poderes a los del Doctor Manhattan y puede irse hasta “los confines del Cosmos, y los Ángeles del Cielo se unieron a mí en su vuelo, y juntos cantamos alabanzas al Altísimo” (p. 60). Esto es, sin lugar a dudas, ciencia ficción…

Algo que hace bastante inverosímiles a estos relatos, por ejemplo, son los nombres de los personajes: Marcela D’Onofrio, Ricardo Bremen, Martin Beckham, madeimoselle Odette Le Monde, miss Lansbury, doctor Nooten, señor Kaiila. ¿Es que acaso esa Camelot o Guermantes existe en algún lugar de Lima, tal vez cerca de la avenida Conquistadores o en los Cedros de Villa? En tal caso, siempre es grato leer la actualidad de la oligarquía limense, que perpetuamente se está pensando a sí mismo, viéndose el ombligo, como creo es la metáfora en “El Salón De Los Espejos”.

Y en cuanto a su poesía, hay que lamentarse por sus lugares comunes, por sus frases de salón aristocrático, por sus metáforas que rayan con lo romántico a estas alturas del siglo XXI, que van de un lado a otro sin dar una idea clara de lo que se quiere poetizar. Si me hubieran pedido mi opinión, yo hubiera preferido que el autor diera a la luz su poema en prosa titulado Más Profundo Que El Mar (que publicara en una entrada de este mismo blog) siendo aquel un texto muchísimo más rico en matices simbólicos y de abierta plenitud cósmica y metafísica. Lástima, será para la próxima.

En cuanto al prólogo de Manie Rey hay que cuestionarle todo, desde el notorio apresuramiento con que lo hizo, hasta su pobre cultura literaria (por no mencionar la poética). Zapatero a tus zapatos…

Y algunas observaciones técnicas: he encontrado el vocablo “solo” (abreviación de “solamente”) sin tilde y un par de veces con tilde; en la gramática actual se ha establecido que no lleve tilde, pues no se confunde con la otra acepción, “solo” de soledad. Otro asunto es el uso incorrecto de las distintas clases de comillas y de los guiones entre los diálogos. Otro punto en contra de Huellas… es la tipografía y la disposición gráfica que se utilizó, que no ayudan a una buena lectura del libro. Además, se han utilizado las negritas sin discreción, por lo que cada página aparenta estar manchada con tinta; es decir, los interiores contrastan notablemente con la amable carátula. Y los poemas han sido centrados en página, técnica usada en el tiempo de nuestras bisabuelas y preferida por poetas hoy olvidados, como Ramón de Campoamor o Gaspar Núñez de Arce.

Esto me lleva a una reflexión final: la labor de un editor/a es guiar al novel autor cuando este viene con su manuscrito bajo el brazo, para que cuando aquel se vuelva un libro este sea bien recibido. Por ello, las editoriales no deben ser solamente imprentas que cobren por sus servicios; si no ser casas editoriales que fomenten una escritura transcendental entre sus acogidos. De lo contrario, seguiremos en ese círculo vicioso en el que se ha vuelto la literatura en general.

Si Huellas…, al margen de su corto tiraje, hubiera llegado a las manos de uno de esos críticos literarios expertos que abundan en blogs, diarios o revistas, estoy seguro que ellos hubieran opinado lo mismo que quien esto escribe; porque, como dije al inicio, la literatura se ha vuelto una jungla, pues si no sales con un buen libro (el más fuerte), o por lo menos con una obra aceptable según los cánones actuales (el más precavido), serás devorado por los otros que también están en los mismos linderos, siempre al acecho cual leones, hienas y buitres. Y como esas actitudes salvajes no ocurren en la poesía (puesto que sabemos de antemano que la poesía no es literatura), por eso es que opto por quedarme en ella y morir en ella; y así también debo decir que mi pluma no está a la venta para nadie en particular y ni para algo en especial.

Termino citando un fragmento de las mencionadas Cartas A Un Joven Poeta de Rilke, que espero le sirva a Buckingham en el porvenir:

Me preguntas si tus versos son buenos. Me lo preguntas a mí. Antes se lo has preguntado a otros. Los envías a revistas, los comparas con otros poemas y te afliges cuando las redacciones rechazan tus ensayos poéticos. Desde ahora (puesto que me permites aconsejarte) renuncia a todo esto. Tu mirada está dirigida hacia afuera y eso es lo que debes evitar en el futuro. Nadie puede aconsejarte ni ayudarte, nadie. Solo hay un camino: entra en ti. Investiga la causa que te incita a escribir; examina si sus raíces se extienden hasta el fondo de tu corazón. Confiésate a ti mismo: ¿Morirías si se te prohibiera escribir? Sobre todo esto: pregúntate en la hora más callada de tu noche: “¿Realmente tengo la obligación de escribir?". Ahonda en ti mismo en busca de una profunda respuesta, y si esta resulta afirmativa, si puedes responder a tan grave pregunta con un fuerte y simple “debo hacerlo”, entonces construye tu vida de acuerdo con dicha necesidad. Tu vida, incluso en su hora más indiferente, la más vacía, debe convertirse en signo y testimonio de este impulso...

***

1. Jorge Buckingham. Huellas… Encontradas En La Arena, Perdidas En El Mar. Fotografía en carátula de Juan Carlos Carrión. Prólogo de Manie Rey. Lima: Comunicarte Editores, [octubre] 2014. 74 pp. 100 ejemplares. ISBN 978-612-46794-0-7.

2. [Nota del autor: La presente reseña fue redactada para el blog El Hexágono Carmesí (http://hexagonocarmesi.blogspot.com) en el que vengo publicando artículos de crítica literaria desde hace un año (que pueden leerse en: http://hexagonocarmesi.blogspot.com/search/label/Literatura). En octubre pasado Jorge Buckingham, uno de los redactores del blog, presentó su primer libro en físico, Huellas…, para el cual se me pidió expresamente una reseña, no solamente por los redactores de dicho blog (Buckingham y John Pereira, quien escribe bajo el seudónimo de Hákim de Merv), sino también por los editores el día de la presentación del libro. Pero ante sus grandes expectativas, al parecer fui demasiado sincero con el libro de Buckingham, pues como digo al final de mi reseña: “mi pluma no está a la venta para nadie en particular y ni para algo en especial”, por lo que han decidido no  publicar esta crítica en El Hexágono Carmesí, como estaba programado para el sábado que pasó, y por tanto censurando mi opinión personal que había sido pedida. Amigos lectores: apelo a su buen criterio para que juzguen mi texto. Gracias de antemano].