lunes, 29 de julio de 2013

PRESENTACIÓN DEL LIBRO “POR EL ARTE DE LOS KIPUS” DE OFELIA HUAMANCHUMO ESTE SÁBADO 03 DE AGOSTO EN LA CASA DE LA LITERATURA PERUANA.



PRESENTACIÓN DEL LIBRO “POR EL ARTE DE LOS KIPUS” DE OFELIA HUAMANCHUMO


Invita:

A la presentación de la novela

“POR EL ARTE DE LOS QUIPUS”

de

Ofelia Huamanchumo de la Cuba

Comentan:


Lugar:

Casa de la Literatura Peruana

Fecha y hora:

03 de agosto / 7:00 p.m.

Ingreso libre


domingo, 21 de julio de 2013

“NADA DEL OTRO MUNDO” POR CHARLY MARTÍNEZ.



“NADA DEL OTRO MUNDO DE PAOLO ASTORGA”

Por: Charly Martínez

La historia de la literatura nos ha demostrado que el salto que han dado muchos escritores al pasar del género poético al narrativo ha sido realmente interesante y, no pocas veces, genial. Pienso ahora en Lezama Lima con su “Muerte de Narciso”, Cortázar con su “Presencia” o quizá también en Borges haciendo sus pininos al publicar aquel bello libro de poemas titulado “Fervor de Buenos Aires”; el resto ya es historia harto conocida, pues estos gigantes de las letras optarían finalmente por la prosa, extendiendo su magia a límites insospechados, convirtiéndose en abanderados y paradigmas de la vanguardia de aquellos tiempos y de los venideros. He mencionado estos tres casos tan solo por circunscribirme al panorama latinoamericano, aunque en otros continentes situaciones similares se cuentan a montones.

Como dije líneas arriba, el producto originado por ese salto de un género a otro en muchos autores ha resultado estupendo. Ahora bien, no debemos excluir de esta pléyade a Paolo Astorga (Lima - Perú, 1987) quien en su segundo libro de cuentos, “Nada del otro mundo” (Eclosión editores, 2013) saca a relucir un mayor afianzamiento en sus dotes respecto al primero “Siete cuentos para volver” que vio la luz hace unos meses y que ahora se reedita bajo el mismo sello; entre su vasta producción el laureado poeta Astorga nos ha obsequiado intensos poemarios y acertadas reseñas, publicadas todas con cierta regularidad, pero en esta nueva entrega la calidad de los textos es sorprendente. Así, el epígrafe de Sartre: “No hay necesidad de fuego. El infierno son los otros”, es el umbral de entrada a un mundo subyugado por la melancolía y la desazón, donde habitan seres castrados, cansados, enajenados por el absurdo del vivir, presentando en su idiosincrasia una fatal ambivalencia que oscila entre el malestar y el placer cuasi masoquista. El resto, quienes los rodean, son tan repulsivos, deformados e infelices como los primeros. Así, en el primer cuento (cuyo título lleva el mismo nombre del protagonista) Daniel es un adolescente inseguro que anda enamorado de Juliana, su amor platónico, a quien constantemente idealiza y a la cual está a punto de declarársele en una fiesta, pero el destino hace de las suyas y le juega una mala pasada. Desde que despierta en la mañana se muestra temeroso, manteniendo aquella dualidad en su conciencia de adolescente inmaduro, deseando en el fondo que no sea el día de la fiesta (“¿Qué le sucedía? ¿Acaso era la mañana frondosa que con su luz amordazaba las sábanas? ¿Por qué no quería despertar?...”). Aunque haya estado esperando aquella ocasión desde hace mucho tiempo. Con singular maestría, el autor mantiene el clímax in crescendo dibujándonos a un jovencito frustrado (“pensaba en lo más enigmático de ella pero, sobre todo, en lo más inútil de él”) e interpolando frases líricas (“mientras el sábado lo apuñalaba con su angustia y sordidez”). Deducimos que la existencia es tan solo un tenebroso espejismo, un fatal artilugio de palabras; en “Nada del otro mundo”, Manuel es un hombre harto de su mujer, a quien ya no desea como antes y que, en consecuencia, no puede complacer (“ese cuerpo que ya probó y probó hasta el empacho”); a él nada le importa, tan solo anda deseoso de “poder mandar a la mierda a todo el mundo y seguir tan idiota como siempre esperando que amanezca pronto, que amanezca pronto y así poder alardear angustiadísimo que vivió un día más”. En dicho cuento se narran los instantes posteriores al encuentro sexual entre la pareja, enfocándose sobre todo en la frustración de Manuel que ha terminado antes de tiempo, y es que cuando se prioriza el acto carnal en una relación amorosa sucede que nos animalizamos, dejando de lado la verdadera sustancia: el resultado es el hastío existencial de uno de los cónyuges, generando un mundo interior rico y además, complicado, junto a una satisfacción egoísta que se ha subjetivado demasiado. También narrando un idilio amoroso –aunque aquí el “amor” alcance niveles enfermizos- aparece “Como si esto nunca hubiera sucedido”, el tercer cuento, que nos recuerda muchísimo a las historias estilo triller de “El club de los parricidas” de Ambrose Bierce y también a ciertos personajes de Rubém Fonseca. Aquí el narrador-protagonista le va contando a un supuesto oficial de policía como fue seduciendo a Claudia, una joven quinceañera para, finalmente, asesinarla. Se trata de una confesión fría, reveladora de una personalidad sumamente patológica, volcada con todas sus energías hacia el homicidio. (“Ella anulaba en mí toda codicia, toda voluntad de ser concupiscente. Ella me había castrado totalmente y eso me hacía temer. Colmaba mi paciencia. Me enfurecía”). “Lo peor” podría fácilmente condensar todos los elementos presentes en la integridad del libro, (dolor, odio y marginalidad) manejando el protagonista, en algunas partes del discurso textual, un discurso beckettiano (“Ser feo no es lo peor. Lo peor es estar vivo. Todos los días de mi vida me lo he pasado estrangulando la ignorancia de los demás con palabras de explicación pero mucha, mucha indiferencia”). Luego, más adelante, dice: “Desgraciado otra vez y sin decir nada, cual despojo humano entre animal y cosa impronunciable me alejo del grupo de zorras que se agolpan en la esquina para hablar de sus guapísimos enamorados”; como se podrá observar el autor nos presenta claros y rotundos visos kafkianos. “Lo peor” es, pues, la narración en primera persona de un jovencito poco agraciado, a quien todas las chicas y los chicos de su barrio marginan, burlándose cruelmente de su fealdad. Solo tiene a una pequeña “amiga”, Nathaly, de ocho años de edad, quien le saluda sin hipocresía cuando lo ve por la calle y hasta a veces le hace obsequios, como invitarle una manzana. Se trata del grito desesperado de un relegado social y donde quizá se sientan identificados todos los excluidos, aunque dicha marginación está conllevada por elementos nunca tan alejados de los verdaderos parámetros estéticos, elementos seguramente incubados en el intelecto obtuso de adolescentes inmaduros, como los que habitan el cuento. “Existe belleza en lo extremadamente bello y en lo extremadamente feo”, decía Víctor Humareda. Las líneas finales son aterradoras, y han sido germinadas en la atormentada conciencia del protagonista. La siguiente historia, “Relato cursi”, vendría a ser algo así como la satisfacción del fetichismo, el placer hallado en lo breve o lo efímero. Viene influenciado, creo yo, por las tendencias modernas (sobre todo en los jóvenes) donde impera la rapidez, las relaciones amorosas ligeras o light. Pero hay más. El protagonista es un joven obsesivo que anhela tan solo darle un beso a su amor platónico pero, eso sí, sin caer en el enamoramiento, aunque en el fondo desearía llegar más lejos. Mención aparte merece Pequeño cuento sobre un suicida, donde el autor hace una comparación entre la forma correcta de suicidarse (indicada por un hombre de aspecto gótico en un video de YouTube) y -en contraste- la manera como lo haría “nuestro suicida idiota”, que vendría a ser la más sencilla y simple, sin ningún tipo de originalidad y ningún afán de perennización post mortem. Siempre he pensado en aquellas inmolaciones engalanadas con riquísimos criterios estéticos (desde la ropa que se va a usar por última vez hasta el tipo de muerte escogida) como algo más que un mero suicidio puesto que al fundar “nuevas estéticas del acto mortuorio” (como dice el autor) el suicida estaría prolongando su actividad creadora, aunque esta concepción sería válida sobre todo para el artista que decide optar por ese camino. De este modo, el novelista o pintor “crea”, pues la sociedad, a pesar de que ha sufrido su pérdida, observará que él manifiesta una regresión a su anterior esencia, a su arte; se trata, pues, de un cuento precioso donde vida y muerte se entremezclan en un atractivo juego lúdico. “Siempre” es, quizá, la historia más sencilla del cuentario, y está manejada con la solvencia de Raymond Carver o de Grace Paley, aunque cabría señalar que rehúye a lo manoseado o trillado, pues contiene al menos un elemento interesante que la singulariza. Argumento: Mariela es una escolar bella y arrogante que mantiene una tormentosa relación con César, pues casi siempre discuten y ella lo termina. Sin embargo, a pesar de todos los problemas, la pareja vuelve a juntarse. En esta oportunidad se narra lo sucedido luego del rompimiento definitivo, la insistencia de César para reanudar el noviazgo y como cierto día Mariela inicia nuevos amoríos con “la sombra”. Quizá el autor ponga en relieve los fantasmas interiores de su personaje, pues “la sombra” simboliza la derrota, los miedos y los temores más profundos del protagonista, que viene a ser el claro prototipo del joven con baja autoestima, sumiso y torpe, mientras que su rival saca a relucir una personalidad ambigua y socarrona, hondamente determinada por lo práctico y lo superfluo, desdeñando los más profundos sentimientos. Es, pues, todo lo contrario de César, que ya se ha enamorado perdidamente. En conclusión, “Siempre” es un cuento logrado, lleno de amargura y decepción.

El autor nos ha entregado un libro de cuentos fresco, sin demasiados afanes estilísticos aunque, eso sí, aderezados con ribetes poéticos; es más, luego de una segunda lectura el libro resulta más fascinante, y se nos abren caminos que en una primera revisión no se hallaban presentes, sumergiéndonos en esos mundos de pesadilla constituidos por los universos particulares de cada personaje; y es que tan brutal ha sido el golpe de esta gran mole llamada sociedad que hasta en sus escasos momentos de placer o satisfacción estos seres disconformes se sienten como amordazados, hastiados de todo. Definitivamente, “Nada del otro mundo” es un acierto dentro de las más recientes publicaciones aparecidas recientemente en las letras peruanas.

Ate, 18 de julio 2013