“EDICIÓN EXTRAORDINARIA. ANTOLOGÍA GENERAL DE LA POESÍA EN LA
LIBERTAD (1918 Y 2018) DE BETHOVEN MEDINA”
Por: Miguel Ildefonso
Es una verdad axiomática que el
centralismo ha sido, y es, una tara en el progreso y la integración del país.
En lo cultural o en las políticas culturales, por ejemplo, vi hace algo de un
año, en Huancavelica, el Museo de la Memoria prácticamente abandonado. Era en
un sencillo ambiente en la Biblioteca Municipal, pero que parecía relegado a la
desidia. Hace poco también, en Huacho (no tan lejos de la capital), conocí el
Museo Arqueológico Regional que podría estar en muchísimas mejores condiciones,
siendo poseedor de una importante riqueza histórica.
El centralismo limeño no es toda la
capital, ese mapa que se desborda incansablemente atravesando cerros, bajo
esteras. El centralismo son unos cuantos puntos urbanos y mentales que
determinan lo que es lo oficial y lo representativo de este país de muchas
sangres llamado Perú. Es por eso que, en el campo literario, ver la aparición
de una antología, que en parte es como un rescate arqueológico, como la
realizada por el poeta e investigador literario Bethoven Medina, es un desafío
a lo que es el canon poético “nacional” que se reinventa cada cierto tiempo,
bajo las mismas taras.
La Libertad dio nada menos que a uno de
los poetas más grandes del siglo XX, César Vallejo, y, más contemporáneamente,
al gran José Watanabe; por solo mencionar a dos poetas universales. Y, aunque
ambos emigraron de su tierra, la impronta del origen, de Santiago de Chuco, de
Laredo, son una marca indeleble en toda la poesía que produjeron. Es por eso
que aun sorprende ver antologías editadas en Lima en donde se ignora a los
poetas llamados de “provincia”, donde, por supuesto, hay autores que podrían y
deberían estar en toda antología. El trabajo hecho por Medina, en este
contexto, es digno de elogio pues rescata valiosos nombres y es uno de los más
serios que he visto en años. Si bien subscrito a autores de La Libertad, el
modelo de su trabajo resulta aplicable para toda muestra o antología, sobre
todo las que recogen históricamente a los autores para su masiva difusión.
La Antología
general de la poesía en La Libertad (Fondo Editorial de la Municipalidad
Provincial de Trujillo, 2018) de Bethoven Medina, comprende la creación
suscrita entre 1918
y 2018. El antologador divide el
proceso poético en diez “promociones”, lo cual me parece acertado llamarlo así,
pues, desde una óptica actual, es innecesario hablar ya de generaciones. No se
puede forzar un término que sí encajó bien en ciertos momentos y lugares (“la
generación del 27” o “la generación perdida”). Vemos, entonces, a poetas desde
José Eulogio Garrido perteneciente a la Fundación de la Tradición Poética,
hasta la novísima Andrea Cruzado, que corresponde a la sección de lo
Irónico-Lúdico-Existencial.
Antologías poéticas como la presente,
sirven para dar una nueva mirada de lo que fue la cultura escrita en el ámbito
de la lírica de una sociedad, de una cultura, de una región, de un país, etc.
Sirve para otorgar un placer estético de variado registro y estilo, bajo un
concepto que reúne a los poetas y sus textos, es decir, una selección en base a
criterios objetivos. Y, también, sirve para estimular a los autores a seguir en
la creación, pues una antología es como un museo movible que impacta a una
lectoría ilimitada, que abre un camino más allá del ámbito conocido por los
creadores, motivando un diálogo intercultural.
Así como en el sur fue el grupo
Orkopata, importante fue la existencia fundacional del Grupo Norte. Por eso,
ante una pregunta al antologador como esta: “Después del grupo Norte, ¿quiénes
contribuyeron o contribuyen al desarrollo, auge y proyección de la poesía en la
región La Libertad?” El respondió (refiriéndose a sus antologados y su visión
pluralista): “Son vates nacidos en provincias liberteñas y poetas procedentes
de otras regiones que residieron (o residen) en este espacio geográfico y que
con su obra, en forma conjunta, contribuyen al fortalecimiento y calidad
poética en La Libertad, el norte y el Perú”. La mirada crítica de Medina,
además de pluralista y cronológica, es tan vital, al punto que publica este grueso
libro y de extraordinaria edición coincidentemente con la conmemoración de los
cien años de la aparición de Los heraldos
negros.
Ojalá que todas las regiones del Perú
realicen trabajos como este; así se avanzaría bastante en el rescate de nuestra
cultura y en el fortalecimiento de nuestra identidad (o identidades o
memorias), aunque sea ad portas, a último momento, en la puerta del horno del
Bicentenario. Aquí va un poema de uno de los vates* de mi promoción, a quien no
conocí personalmente, pero sé que fue uno de los hombres duros del 90:
EN EL CAMPO de batalla quedó una muchedumbre de héroes
muertos Todos
fueron repasados
las estrellas bajaron como pájaros hasta sus pechos
desgarrados
La lluvia y la noche tocaban sus frentes cansadas
Ahí los dejaron para que sea el festín de la infamia
Pasaron muchas lunas y la oscuridad
Los piajenos pastaban en aquel campo Caía la lluvia y la
soledad
y las flores crecieron en sus brazos en sus cuerpos
mutilados
Los aldeanos se soleaban en aquel paraje
No arrancaban aquellas flores
porque sabían que era la boca de un héroe
las manos de otro héroe…
No nadie arrancaba aquellas flores…
Sólo los enamorados tocaban con adoración aquel predio
Sólo los enamorados comprendían la soledad y la tristeza de
los héroes
Sólo los enamorados saben que las flores son los sueños
de los héroes muertos en la guerra ¡sólo los enamorados!
Tomaron un ramo en sus manos
Y partieron ¡Por las colinas la noche y la lluvia!
Partieron
*De: Tomas Ruiz (Pallar, Huamachuco, 17
de setiembre de 1968 – Piura, 18 de agosto del 2001). De: El Rebelde (Elogio de la nada,
2003)