domingo, 26 de julio de 2009

Una poesía huérfana por Sandro Barrella.

Trilogía de la tristeza de María Malusardi
Editora “Alción”, 87 Pág.

"Una poesía huérfana"

Por Sandro Barrella

Tres escritores, Imre Kertész, Paul Celan y Franz Kafka, se funden en "Trilogía de la tristeza" para dar curso a una escritura que, en más de un sentido, persigue lo que Deleuze postula en La literatura y la vida. A cada cual le corresponde un capítulo, y la orfandad es el común denominador. "Escribir no es contar los recuerdos, los viajes, los amores y los lutos, los sueños y las fantasías propios", dice Deleuze. María Malusardi, escritora y periodista nacida en 1966, escribe en la superficie de las vidas de Kertész, Celan y Kafka, hunde su instrumento de escritura en la piel para alcanzar el delirio de una lengua que al cabo pueda desdecirse de los imperativos del yo.

La primera parte, dedicada a Kertész, decide el tono que va a tener el libro. La figura del hijo que es a su vez nonato ("el que de mí no ha nacido hace nietos para el mundo") funciona como leitmotiv sobre el que Malusardi vuelve una y otra vez, como vuelve la imagen de los campos de exterminio, del humo que asciende en medio de un paisaje de frío: "la maternidad anuncia espinas imre alojado en auschwitz/ traga puñados de invierno no me verá degradada: el que/ de mi no ha nacido piensa en mí cuando espina su/ simiente". Sin embargo, cada poema, con los elementos que hace propios y de los que se vale para figurar un movimiento de repetición, opone a la estructura del campo de concentración la idea de la poesía como campo abierto; formula una poética en la que el sentido escapa de la red discursiva del poder para volverse un constante devenir. Si en Celan "el agua de/ la madre espera allí donde el cuervo escribe su poema"; si Kafka "muere/ tal vez de presagios", "muere como Gregorio prevé en la ficción: porvenir/ de sus hermanas y sus padres tren y suero de violín"; si en Kertész "la tristeza une a los sinnúmero de siempre enumerados", se cumple entonces el devenir escritor del que habla Deleuze: "devenir no es alcanzar una forma (identificación, imitación, mimesis), sino encontrar la zona de vecindad, de indiscernibilidad o de indiferenciación tal que ya no quepa distinguirse de una mujer, de un animal o de una molécula".

Trilogía... está escrito con versos que tienden al versículo, con un cuidado sentido del ritmo, del uso y la omisión de signos de puntuación. La precisión formal convierte el libro en una interpelación a las categorías de la belleza, allí donde la materia tratada es el horror del exterminio. Y sin embargo se trata de un libro bello, toda vez que conjura lo que Descartes definió como tristeza: "Una languidez desagradable, en la cual consiste la incomodidad que el alma recibe del mal".

25/07/2009

Fuente:
Diario “La Nación” ADN CULTURA.

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