viernes, 12 de febrero de 2010

"LAS PÚAS Y OTROS CUENTOS" POR OFELIA HUAMANCHUMO DE LA CUBA.

Charly Martínez Toledo.
Arteidea Editores, Lima 2009, 37 págs.


“LAS PÚAS Y OTROS CUENTOS”

Por: Ofelia Huamanchumo de la Cuba

“Las púas y otros cuentos” es una excelente, aunque brevísima, entrega de cuatro cuentos de un Narrador – con mayúscula – al que se le puede llamar ya así. Y es que estos cuentos dejan ver las pinceladas de una mano dueña de una pluma de sello personal, no sólo por la forma única con que presenta la variedad de personajes en las historias, sino a las distintas técnicas narrativas utilizadas en la concatenación de los hechos de las diferentes tramas, a los comienzos y a los finales, y sobre todo a la originalidad en el sorprendente tratamiento de trillados temas literarios: lo macabro fantasioso, el desamor, la marginalidad social, la locura.

En el primer cuento Las púas destaca la destreza de presentar el cuento de manera original en ambos planos, en el de la historia misma, y en el del discurso. Así, la muchacha que lleva encima la maldición – y el poder – de matar a quien quiera con las púas que le crecen en la mano, nos recuerda, en versión al negativo, al rey de Frigia - en la Metamorfosis de Ovidio - que tenía la facultad de convertir en oro todo lo que tocaba. Por su parte, el tema de la brujería es el transfondo que despierta la curiosidad y mantiene el suspenso a lo largo de todo el relato gracias a que si bien se inicia en el marco de un cuento ‘negro’, inclinado al género policial, la atención del lector se va conduciendo entre saltos pequeños en el tiempo con descripciones pintorescas, datos aparentemente rebuscados o sencillamente cotidianos, acotaciones y comentarios en la medida exacta en que lo requieren este tipo de historias, donde ciertos detalles del universo del cuento (como que los escolares se contagien de un fanatismo por las púas, o que los vecinos miren a un hombre agonizando en la puerta de su casa sin inmiscuirse en 'cosas de brujos') se nos presentan, gracias al buen manejo del lenguaje, como fenómenos de un mundo posible.

Vidas destruidas es el título perfecto para la segunda entrega, pues se trata de mirar dos vidas en ruina, la de una mujer convertida en bailarina 'cabaretera' por escapar de un pasado sufrido en una relación fallida de pareja, y la del hombre, que fuera su amante, ahora arruinado psicológicamente con la partida de ella. El banal tema se eleva con la presentación del cuadro irónico que supone entender la destrucción o la liberación de un estado del alma según la lente con que se la enfoque. No se sabe si para el narrador omnisciente la mujer está perdida o salvada, o si el hombre ha perdido a esa mujer para siempre o ha ganado para siempre su complacencia por goteo. Ambos se siguen viendo, intercambiando de vez en cuando un par de frases descoordinadas. Y todo ello en un plano de relato sin diálogo alguno de por medio, sólo frases sueltas que pintan un cuadro de desamor, escape y dependencia a la vez. El final da la sensación de un estado circular y sin escapatoria de las cosas, y he ahí la destrucción de esas vidas, como parcas de cambio, miedosas de renovación.

Mañana templano por favol presenta el cuadro agudo de la vida de un ciudadano humilde en una sociedad que no le brinda oportunidades para desarrollarse en ningún aspecto de su vida y en la que en una oportunidad – el punto cúspide del relato, en realidad – pierde la posibilidad de trabajar en un restaurante chino por quedarse dormido y llegar tarde a la primera jornada. La figura central de este cuento es un tableau vivant que supera en tragedia a los seres marginales de Ribeyro o de Congrains. La minuciosidad de los detalles – y la ternura del narrador – posibilitan al lector asomar su cabeza indiscretamente por la ventana de un ser que vive en un ambiente precario y que aún no ha perdido su condición humana de sentir y anhelar. A pesar de la situación de pobreza en que se dibuja su vida, es antagónicamente rica la paleta de colores que desbordan sus sentimientos de orgullo, sus esperanzas, su dignidad, su felicidad o su rabia. Lo original en la presentación del perfil de este personaje es que abre la pregunta sobre si el triunfo o el fracaso en la vida tiene muchas veces que ver sólo con un segundo de adversa fatalidad, o si lo negativo en realidad comienza cuando el mal sistema es una fatal negra coincidencia de los seres que nacen y viven en él.

Yo maté a Arquímedes es el mejor cuento sobre tema de locos en la literatura peruana de los últimos años. La presentación in crecendo de la locura del personaje es muy buena, aunque toque temas ya usados (la defecación, la observación y aniquilamiento de un insecto, las pastillas, el insomnio y el final en el hospital). Ayuda mucho el uso del monólogo pues nos presenta la locura desde la perspectiva del enfermo, lo cual se enriquece con la exposición de algunas frases salidas de su boca o pensadas en su mente. La esquizofrenia del personaje se va pintando de esa manera por sí misma y no por ningún otro tipo de comentario de narrador omnisciente alguno. Esta locura nos recuerda a la clásica del Quijote, por estar relacionada con el poco dormir y el mucho leer – al menos, así parece, el enfermo se ha leído toda la historia de los griegos y de los romanos – sin embargo, marca distancia con la presentada por Cervantes porque no hay una ideología detrás de la presentación de este divariar. Simplemente es el arte de contar bien la historia breve de un ser desquiciado y provocarnos no sólo una media sonrisa, sino también asombro ante el misterio de la mente humana.

Con Charly Martínez Toledo la tradición del cuento peruano se prepara así para abrirse un nuevo camino. Se trata de un narrador joven que nos ha llenado de expectativas con esta pequeña, pero grandiosa muestra de una desbordante imaginación, como si de un maestro del ‘cuentacuentos’ se tratara, apoyada en el arte del que lee y escribe con disciplina.

München, julio 2009.

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