Produce las primeras versiones de sus relatos a mano tomando notas en cuadernos y en papeles sueltos que acumula en su escritorio.
“LEOPOLDO BRIZUELA”
El ganador del Premio Clarín 1999, autor de Inglaterra. Una fábula y de Lisboa. Un melodrama, entre más de una decena de títulos, asegura que nunca escogió la escritura como un oficio, sino como una forma de evitar volverse loco. "Siempre quise ser escritor y todas las fichas de mi vida están puestas ahí. Pero no sólo por elegir una profesión, sino para salvarme de un montón de cosas. Yo crecí en un mundo muy negador y tenía que escribir para no volverme loco", cuenta. Sobrio y metódico, produce durante la mañana su ficción y por la tarde se ocupa de las correcciones, las notas y los trabajos por encargo.
A pesar de que concibió Inglaterra, la novela que le valió el Premio Clarín, directamente en su computadora, jura que no volverá a emplear ese método nunca más. Desde hace años, produce las primeras versiones de sus relatos a mano "y de forma muy desordenada", tomando notas en cuadernos y en papeles sueltos que acumula en su escritorio. Sólo cuando tiene una "primera arquitectura del texto", comienza a trabajar en la pantalla de la computadora y avanza a mucha velocidad hasta obtener un borrador de su historia. Luego corrige obsesivamente hasta que siente que empieza a acercarse a la versión definitiva. "Corrijo mucho. Y reescribo mucho. A veces, incluso, reescribo partes enteras."
Lejos de escritores como John Irving, quien dijo que conoce la última oración de sus novelas antes de empezar a escribirlas, Leopoldo mantiene cierta zona de oscuridad en lo que está produciendo. "Construyo un plan a medida que lo voy creando. Pero pienso que siempre debe haber una zona de oscuridad que hay que develar, porque sino es muy aburrido. En mi caso, esa zona de oscuridad funciona como motor del resto", dice.
Fanático de la épica y de la narrativa del siglo XIX, especialmente de Joseph Conrad, Jack London y Henry James, Brizuela se declara con poca paciencia para la vanguardia. "Trabajo sobre un concepto de la escritura que actualmente escasea. Lo veo en los concursos literarios y en los alumnos que vienen a casa. Hay un desmedro de las formas tradicionales del relato, que son precisamente las que más me interesan", dice.
12/06/2010
Fuente:
Diario “La Nación” Suplemento ADN Cultura
A pesar de que concibió Inglaterra, la novela que le valió el Premio Clarín, directamente en su computadora, jura que no volverá a emplear ese método nunca más. Desde hace años, produce las primeras versiones de sus relatos a mano "y de forma muy desordenada", tomando notas en cuadernos y en papeles sueltos que acumula en su escritorio. Sólo cuando tiene una "primera arquitectura del texto", comienza a trabajar en la pantalla de la computadora y avanza a mucha velocidad hasta obtener un borrador de su historia. Luego corrige obsesivamente hasta que siente que empieza a acercarse a la versión definitiva. "Corrijo mucho. Y reescribo mucho. A veces, incluso, reescribo partes enteras."
Lejos de escritores como John Irving, quien dijo que conoce la última oración de sus novelas antes de empezar a escribirlas, Leopoldo mantiene cierta zona de oscuridad en lo que está produciendo. "Construyo un plan a medida que lo voy creando. Pero pienso que siempre debe haber una zona de oscuridad que hay que develar, porque sino es muy aburrido. En mi caso, esa zona de oscuridad funciona como motor del resto", dice.
Fanático de la épica y de la narrativa del siglo XIX, especialmente de Joseph Conrad, Jack London y Henry James, Brizuela se declara con poca paciencia para la vanguardia. "Trabajo sobre un concepto de la escritura que actualmente escasea. Lo veo en los concursos literarios y en los alumnos que vienen a casa. Hay un desmedro de las formas tradicionales del relato, que son precisamente las que más me interesan", dice.
12/06/2010
Fuente:
Diario “La Nación” Suplemento ADN Cultura
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