sábado, 5 de junio de 2010

“LA VIGENCIA DE BRECHT” POR ALEJANDRO TANTANIAN.


Por el mundo

“LA VIGENCIA DE BRECHT”

Por: Alejandro Tantanian
Para LA NACION - Mannheim, 2010

Ante el proyecto de montar La ópera de tres centavos en el Nationaltheater Mannheim, de Alemania, una sensación se impone sobre todas las demás: la enorme alegría de poder trabajar con este material. Leí el texto de Brecht cuando tenía quince años, conocía ya algunas de las canciones y desde entonces soñé con dirigirla. Pero, claro, no estaba en mis planes que el ofrecimiento llegaría desde Alemania. Que yo sea el elegido es fruto de un largo proceso de aprendizaje en el cual la coherencia, la pasión y la disciplina forman el único triunvirato posible para entender este camino. Y que sean los alemanes quienes me ofrezcan este trabajo tiene que ver con la extraordinaria energía que tenemos muchos de los que hacemos teatro en Buenos Aires y con la inequívoca fuerza que nuestra expresión tiene en los escenarios.

Brecht ubica la acción en un Londres eminentemente dickensiano, en donde el capitalismo hace sus primeras y violentas armas. Esta decisión no es gratuita: algo hay en ese imaginario que está próximo a la sensibilidad de la época en la que Brecht estrena su pieza. Hoy es necesario replantearse esa ubicación (aunque se conserve el relato, la imagen debe ser otra). Mackie Messer está más cerca de Berlusconi que de un gánster hollywoodense. El cinismo ha ganado todas las batallas, y en eso la pieza de Brecht ha envejecido.

Hoy Mackie Messer ya es gobierno. Y la violencia ejercida sobre el electorado es definitiva y final. Hoy Peachum es el ladero de Mackie, su brazo armado. La manipulación que estos personajes del poder parecían narrar ayer en forma de fábula, hoy llevan claramente los rasgos de una pieza nihilista. No hay salida para este sistema más que el de su radicalización.

Eso lo supo entrever Brecht cuando ocho años más tarde, en su Novela de los tres centavos, le hace decir a Messer: "En mi opinión, y es la opinión de un hombre de negocios que trabaja en serio, no tenemos en la cumbre del Estado a las gentes apropiadas. Todos pertenecen a algún partido, y los partidos son egoístas. Su punto de vista es unilateral. Necesitamos hombres que, como nosotros los negociantes, estén por encima de los partidos. [...] La dirección del Estado es una tarea moral. Hay que conseguir que los ricos sean buenos ricos y los pobres buenos pobres. Estoy convencido de que llegará el tiempo de semejante gestión de Estado. A mí me contará entre sus partidarios".

Bienvenidos al futuro. La hora ha llegado.

Esto es lo que atraviesa mi mirada sobre la pieza. Brecht no llegó a plasmar eso en su obra, pero sí lo vaticinó en su novela. Hoy ya forma parte de nuestra pesadilla diaria: Mackie Messer y Jonathan Jeremiah Peachum son gobierno.

05/06/2010

Fuente:
Diario “La Nación” Suplemento ADN Cultura

Link sobre la vigencia de Brecth:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1271480

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