EN EL PAÍS DE GARGANTÚA: REAFIRMACIÓN DE LA POESÍA SOCIAL
“HEMOS CAMINADO TANTO PARA REGRESAR LA MIRADA”
“HEMOS CAMINADO TANTO PARA REGRESAR LA MIRADA”
Por: Roger García Clavo
A partir de los años ochenta, la inseguridad, el miedo, el vejamen político y el atentado de la libertad se convirtió en lo cotidiano para el pueblo peruano. Ante tal situación nos preguntamos: ¿cuánto se fortaleció la democracia con la guerra interna? Para la clase dominante, mucho, porque la democracia es parte de su oligarquía, de su dominio y de su actitud de acaparar las riquezas y libertad. En resumen, hacer lo que el poder le confiere.
En esas circunstancias, la poesía ha tenido que cortar las zarzas de la democracia y buscar las moras entre muertes, desapariciones, discriminaciones, migraciones y abandono conciente del Estado a nuestro pueblo. La poesía ha encontrado sus propios frutos como muestra de vitalidad y pureza.
Quizá de esta vívida experiencia, surge la poesía de Niko Velita como una antorcha para refrescar la memoria de un pueblo “sellado por la vergüenza y el deshonor para un Estado”, como señala en su informe final, la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Niko tiene una forma especial de descifrar esta contradicción social y lo hace a través de la burla y el sarcasmo, encapullándose de todo un proceso político-social para hacer así la denuncia eficaz. La propuesta de Niko está ligada al sentido común de lo absurdo, sobre todo para criticar a la clase gobernante que se desenvuelve como autoritario y matón.
Pareciera que En el país de Gargantúa (Arteidea Editores, 2010) estuviera el país del absurdo, exaltado por el orden, el pacifismo y el espíritu conciliador que utiliza el Estado a través de su fuerza político-militar. La poesía de Niko va narrando la situación grotesca que le tocó vivir a nuestro país y sobre todo al pueblo en conjunto con una sobredosis de violencia. Realismo grotesco, que es la continuación de su libro de poemas Casas roídas (Rentaría Editores, 2005), y la unificación del sufrimiento que Niko ha hilvanado con cada verso: “Porque me comí tantos estudiantes pude / luego de postre a los mineros y pequeños comerciantes”.
La trascendencia de la poesía de Niko se muestra en el dolor y la agonía del alma. Así, nos dice en Casas roídas: “Saciar el hambre y la sed / tan duro es”, pero también tiene la entraña de un hijo de los caminos del campo y la rebeldía por ver el sol, que es la senda de la realidad, por eso nos dice, en su poema “Autobiografía de un inocente”, de En el país de Gargantúa (EPG): “Nací el 72 / cuando mi padre se subía a la loma / para observar ese raro color de amanecer / cuando junto al abuelo / lo dejaron en el corazón del Sepa / por mirar rebelde el Sol / solo por mirar hacia el Sol” (pág. 17).
En su poema “Carta abierta a la Bella Durmiente” (EPG) versifica la violencia de una “escuela de perrros.../ de donde también salen incluso / los que escriben fácil / la versión oficial de asesinatos” (pág. 21); pero también habla sobre el amor: “Tú me sonreíste sonrojada / Yo besé tus ojos / luego tus labios / así hasta contar los latidos de tu corazón / con la punta de mi lengua” (pág. 20).
“La casita de azul” (EPG) es un poema secuencial de historias: la historia de María y de Iván, nacidos en la pobreza, testigos de la muerte y víctimas de la violencia y la ignominia del poder mediático y dictatorial de gobiernos de turno. Pero sobre todo que tienen en abandono a niños inocente quienes deben dejar sus sueños y el juego para buscar el pan y el sustento diario.
En “Al abrigo del rondín” (EPG), nos muestra la forma cómo se asesinaba al menor sospechoso, incluyendo niños, ancianos y mujeres, en complicidad con la mentira y la justificación infausta militar: “luego de azotarlo con bazucas y avión artillado / y tanto moscardón zumba que te zumba / contó el agente solemnemente / 30 muertos muertitos incluidos niños y ancianos” (pág. 30).
Rodolfo Hinostroza, en su poema Juana de Arco (Poesía joven del Perú, Antología, Ediciones Zendal), versifica: “Es un siglo de gracia que sube a los aullidos de los / mal humorados y de los otros que mueren de balazo, / y otros que hallaron tanta vida que sólo gorgotearon / y luego se ahogaron en ella.” El siglo XX que ha golpeado los párpados y el pecho de los hombres. De igual manera, siglo que golpeó el latido inocente de los corazones de un pueblo y que ahora se evidencia en el sentimiento de los jóvenes, jóvenes con el leguaje y la flor de un siglo de incertidumbre popular. Niko le define así: “Las rejas frías amparan nuestros sueños / en espera de la fuga del nuevo siglo” (pág. 34).
En el país de Gargantúa, existe la sinceridad del poeta, la iluminación por encontrar la libertad y la denuncia. Niko se convierte en el poeta del recuerdo espontáneo de una época donde circuló el abuso, la mentira, el genocidio y la venganza oscura y ciega contra un pueblo.
Niko nos describe una sociedad infestada de militares que con la excusa de acabar con la subversión, también asesinaban inocentes e intervenían universidades, como él mismo lo plantea en Autonomía en latín (EPG): “solo por ver cómo andan los hombres de abajo / Luego desde el cielo se observa a todos maoístas / y a ritmo de hélice se bombardea folletines contrasubversivos” (pág. 36).
En este silencio de balas y miedo, en su poema “¿Quién mató a Ayala?” (EPG), nos ilustra la vergonzosa participación de Mario Vargas Llosa en aquel asesinato de ocho valerosos periodistas, aunque el poeta usa el número siete: “llegaron 7 periodistas osados y aventureros / cada uno con sus ganas de contar al mundo / del paisaje social de la semiciudad perdida / Unos sinchis que hacían las veces de comuneros / dispararon 7 balitas para cada hombre entrometido… / Para llegar a un consenso convincente / un periodista laureado que a veces hacía de agente /… Han pasado 7 años y 77 meses / y el agente periodista continúa en sus andanza” (pág. 39).
Están presentes los microempresarios que “nunca disfrutan de la interacción del sudor y el pan / solo nos enteramos del agua fría en taza” (pág.42).
Están los torturadores y los que no disfrutan de la luz blanca del día, extirpados de la vida y de la felicidad “porque para amar también se necesita luz blanca…/ En carceleta electrocutan los testículos / al hombre que amó la vida y la luz” (pág. 43).
Niko es el poeta de la observación angustiosa de un niño que palpa en su corazón el miedo: “debajo de la mesa con su pan duro / mientras afuera el traqueteo de las botas / con soplidos de dragones /angustian incluso el corazón del portalanzallamas / de esos que para ganarse la vida / aprietan el arqueado gatillo metálico” (pág. 44).
El poemario EPG tiene varias partes. Las dos primeras, Caperucita en el país de Gargantúa y Estampas, se definen, se resumen y se logran en Huelgas. Este conjunto de poemas es, que si en las dos anteriores se calló o quedó inconcluso una idea, un “reclamo, antiguo y urgente”, como lo dice Miguel Ildefonso, o es la “armonía entre arte comprometido y el talento poético” como plantea Fernando Carrasco. Huelgas resume las tropelías de los agentes del Estado contra los obreros, estudiantes, campesinos, choferes, mototaxistas, ambulantes, docentes, municipales, pescadores, enfermeros, panaderos, periodistas y la ironía de sindicatos de policías, guardaespaldas y soldados, inconformes. Luego de ver esa lucha de los inconformes, el poeta sentencia: “no podré regar las flores junto a la rosa mayor” (pág. 59).
En la última parte, Elegía para Sandrita, se puede leer tres poemas en uno. Lo que está escrito en letra normal se inicia con la palabra dura de un soldado “Te callas o te callo para siempre” (pág. 63), luego va a sellar con la felicidad, la soledad y el encuentro con la mujer ideal o del ensueño. El segundo poema sería lo que está escrito en letra cursiva, poemas intensos de la noche y su cielo, que van contando historias inciertas de mujeres o para relatar la caída de los hombres de pico y lampa. Son poemas con mucha altura para denunciar los atropellos contra los derechos humanos. El tercer poema que se leería en conjunto son los versos espaciados entre los poemas anteriores. Cada construcción, si se desea, es el resumen de los versos escritos con diferente letra. Es la culminación de la muerte. Es la víctima de una bala dirigida contra la esperanza, la honestidad, la igualdad, la danza, los sueños, la dicha, la lucidez y el amor.
Para cerrar el poemario, Niko culmina con una metafórica Conclusión sobre la sociedad de las hormigas, sociedad de hombres que se arrebatan la felicidad a través de las armas y el poder.
La poesía de Niko, más que una sátira a la violencia política que vivió y vive nuestro país, es una muestra de valentía para denunciar al fracturado Estado que intimidó a todo un pueblo. Es la visión general del desorden y de la sospecha evidente de quienes verdaderamente fueron los jefes de la violencia. Con ello reabre la poesía social, el camino de la poesía joven del Perú, el camino de la esperanza y de la historia por defender la libertad, al hombre humillado y abandonado de este tiempo.
Niko Velita, con En el país de Gargantúa, se convierte en el poeta del reencuentro con nuestro pasado, con el encuentro con la justicia y con la marcha de una sociedad danzando al final de sus sueños.
Niko Velita Palacín es la reafirmación de la poesía social en el Perú.
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