"ESPONTANEIDAD Y DIVERSIDAD EN LAS COPLAS DE JULIO CARMONA"
Por: Ricardo Ayllón
Surgido de las canteras del Grupo Intelectual Primero de Mayo, el cual tuvo entre sus fundadores e integrantes nada menos que a Leoncio Bueno y Víctor Mazzi, Julio Carmona es ya uno de los poetas populares vivos más representativos del país. Desde su actual estancia en Piura (donde es docente universitario), él ha sabido ofrecer paulatinamente verdaderas muestras de su identidad con el pueblo y su causa, ya sea a partir de las formas líricas que mueven su actividad creativa o sentando su posición de clase, la cual abarca inclusive sus libros de ensayos. El poemario Fuego en cenizas dormido (Arteidea/Lira popular, 2009) había sido publicado inicialmente hace seis años, pero se trata de uno de esos trabajos cuyo éxito ha obligado al autor a replantearlo y ampliarlo, es decir, ofrecer una segunda parte sin descuidar la intencionalidad espiritual de su contenido ni la estética de su diseño.
Esta segunda parte está constituida por setecientas treinta coplas que Carmona publicó inicialmente y a diario por Internet (a través de su correo electrónico) con el nombre de Epístola moral, actividad creativa que nos transmite dos cosas: una sorprendente espontaneidad que parece haber sido canalizada eficazmente; y una fe en el ‘fuego’ de la palabra que nos transmite la idea de un autor que sabe mantenerla intacta y siempre enarbolada.
Los temas son diversos, y Carmona lo explica de este modo en el prólogo (p. 13): “mi gratitud a quienes admitieron estos envíos diarios, y mi compromiso de seguir haciéndolo, siempre que tenga algo que decir sobre la vida, el amor, la amistad, la verdad, la justicia y la lucha por un mundo mejor”. Así es, en el transcurso del volumen, el poeta no hace otra cosa que seguir la ruta de las motivaciones reflexivas que lo alcanzaron, según lo dictado por las emociones estéticas que lo asaltaron día a día. Esto explicará cómo es que a veces nos hallamos frente a textos festivos, irónicos o lúdicos, e, inmediatamente, podemos situarnos delante de poemas que trasparentan la demanda social, el amor o lo abstracto. Las formas tradicionales de una especie lírica tan popular como la copla, no son para nada descuidadas, es decir, no se olvida el carácter para la que fue creada y es por eso que el autor sale con el saldo a favor.
Surgido de las canteras del Grupo Intelectual Primero de Mayo, el cual tuvo entre sus fundadores e integrantes nada menos que a Leoncio Bueno y Víctor Mazzi, Julio Carmona es ya uno de los poetas populares vivos más representativos del país. Desde su actual estancia en Piura (donde es docente universitario), él ha sabido ofrecer paulatinamente verdaderas muestras de su identidad con el pueblo y su causa, ya sea a partir de las formas líricas que mueven su actividad creativa o sentando su posición de clase, la cual abarca inclusive sus libros de ensayos. El poemario Fuego en cenizas dormido (Arteidea/Lira popular, 2009) había sido publicado inicialmente hace seis años, pero se trata de uno de esos trabajos cuyo éxito ha obligado al autor a replantearlo y ampliarlo, es decir, ofrecer una segunda parte sin descuidar la intencionalidad espiritual de su contenido ni la estética de su diseño.
Esta segunda parte está constituida por setecientas treinta coplas que Carmona publicó inicialmente y a diario por Internet (a través de su correo electrónico) con el nombre de Epístola moral, actividad creativa que nos transmite dos cosas: una sorprendente espontaneidad que parece haber sido canalizada eficazmente; y una fe en el ‘fuego’ de la palabra que nos transmite la idea de un autor que sabe mantenerla intacta y siempre enarbolada.
Los temas son diversos, y Carmona lo explica de este modo en el prólogo (p. 13): “mi gratitud a quienes admitieron estos envíos diarios, y mi compromiso de seguir haciéndolo, siempre que tenga algo que decir sobre la vida, el amor, la amistad, la verdad, la justicia y la lucha por un mundo mejor”. Así es, en el transcurso del volumen, el poeta no hace otra cosa que seguir la ruta de las motivaciones reflexivas que lo alcanzaron, según lo dictado por las emociones estéticas que lo asaltaron día a día. Esto explicará cómo es que a veces nos hallamos frente a textos festivos, irónicos o lúdicos, e, inmediatamente, podemos situarnos delante de poemas que trasparentan la demanda social, el amor o lo abstracto. Las formas tradicionales de una especie lírica tan popular como la copla, no son para nada descuidadas, es decir, no se olvida el carácter para la que fue creada y es por eso que el autor sale con el saldo a favor.
Ricardo Ayllón
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