sábado, 25 de septiembre de 2010

“DE KIOTO A TOKIO” POR HUGO CALIGARIS.


“DE KIOTO A TOKIO”

Por: Hugo Caligaris

Es probable que la curiosidad que despierta últimamente la literatura japonesa clásica en los lectores occidentales tenga que ver con el cansancio. Después de correr mucho, es una maravilla sentarse un rato al lado del estanque, entre flores de loto y ruiseñores, viendo a lo lejos el resplandor del pabellón dorado. Tal vez sea por eso que incluso quienes nunca estuvieron familiarizados con geishas, cerezos en flor y samuráis de pronto se sienten fascinados por las historias de Yasunari Kawabata. Esto ocurre: no es que Lo bello y lo triste haya saltado de un día para otro al primer puesto en la lista de best sellers, pero se lee ahora más, mucho más, que cuando todos, por decirlo de alguna manera, teníamos veinte años.

Trabajar cansa, y descansar también, cuando en el teatro, en los libros y en las películas las cosas pasan demasiado rápido. Somos devoradores de novelas, y eso fatiga, pero ¿se puede devorar a Kawabata? No. Es imposible. Con gesto de emperador del Oriente, impone desde la primera línea el deber placentero de leer con calma.

Hace poco, Plaza y Janés publicó un breve relato de Junichiro Tanizaki, El cortador de cañas. Tiene apenas 96 páginas, pero la "acción" sólo comienza muy poco antes de la mitad del libro. Antes hay citas, enumeraciones, paisajes que podrían estar en relación con algún sutil estado de ánimo. Tanizaki no le teme a la inminente irrupción de la contratapa. Se toma todo el tiempo, a pesar del formato corto. Cuando el cuento por fin comienza, el lector ya está hipnotizado. La materia es en cierto modo escabrosa: la historia de un romance delegado, de lo que podría llamarse un matrimonio por interpósita persona, pero la belleza con que está narrada y la sospecha firme de que el narrador es un fantasma le confieren un perfume delicado, que se desvanece lentamente en el aire.

Tanizaki escribió esta nouvelle en 1936, pero sólo ahora contamos con una traducción directa. La barrera del idioma japonés es muy fuerte, pero viene cediendo, en buena parte. Ahora se consiguen en Buenos Aires clásicos del siglo X, como La historia de Genji o El libro de la almohada, de Sei Shônagon. Pero debe de haber más, mucho manjar ignorado, mucho atún rojo en las piezas de sushi que se consumen de Kioto a Tokio, que nos perdemos aquí por culpa de la impenetrabilidad de los ideogramas.

También habrá otros contemporáneos además de Murakami, y tal vez mejores que Murakami, y es posible que de ellos ni siquiera conozcamos los nombres. Con nuestra nota de tapa, tratamos de cubrir ese bache.

La autora está en muy buenas condiciones de mediar entre los dos hemisferios: Anna-Kazumi Stahl nació en Luisiana y creció en Nueva Orleans. Su madre es japonesa; su padre, alemán. Se doctoró en Literatura Comparada en California y en 1988, después de una visita casual, se instaló en Buenos Aires. Además de excelente y sutil narradora, es traductora: a ella pertenecen las versiones de algunos de los textos japoneses que ofrecemos en este número.

hcaligaris@lanacion.com.ar

25/09/2010

Fuente:
Diario “La Nación” Suplemento ADN Cultura

Link:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1306945

No hay comentarios: