domingo, 14 de marzo de 2010

VÉRTIGO Y DELIRIO POR ARMANDO CAPALBO.


Crítica de libros / Narrativa extranjera

“VÉRTIGO Y DELIRIO”

Por: Armando Capalbo

Luego de que la crítica aprobara sus dos primeras novelas, The Right Hand of Sleep -premio Whiting Writers- y Canaan´s Tongue, el estadounidense John Wray (Washington, 1971) fue incluido en 2007 en la selección de los mejores novelistas de su país realizada por la prestigiosa revista británica Granta . Neoyorquino por convicción, eligió la Gran Manzana y su pequeño universo de esplendores y miserias para localizar la acción de la novela que lo catapultó al éxito de público: Lowboy. El relato aspira a escenificar un doble trastorno, el de la enfermedad mental de un adolescente y el de la evaporación de las ilusiones y de la ingenuidad en un laberinto urbano devenido en submundo hostil.

El adolescente Will Heller padece un grave cuadro de esquizofrenia paranoide, además de la incomprensión de Violet, su madre. Ni siquiera los sedantes pueden impedir que el muchacho, apodado "Lowboy" por médicos y enfermeras, se escape de la clínica psiquiátrica y comience un alienado peregrinaje por el subterráneo neoyorquino, un auténtico mundo interior que el muchacho conoce casi de memoria desde antes de su internación. En pleno delirio de persecución, se siente acosado por dos imaginarios verdugos, Calavera y Esqueleto, seres que, si bien sólo habitan en su mente, toman el rostro de pasajeros o transeúntes. Lowboy está firmemente convencido de que debe salvar al país del complot de envenenamiento del agua corriente y de los Grandes Lagos norteamericanos, y al mundo entero del inminente desastre ecológico que se cierne por las consecuencias del calentamiento global. En realidad, lo que el protagonista intenta es encontrar a una chica que conoció antes de su internación, la esquiva Emily, a quien ya había perturbado tiempo atrás con sus prematuros ímpetus sexuales.

Un logro del texto es el ritmo frenético y la tensión, casi de thriller , con los que se suceden realidad y delirio. El abismo mental del adolescente descubre un desamparo, tan dramático como su circular escape a la nada, en la sólida trampa del subterráneo. El resultado es un hábil contraste de tiempos narrativos que se apoya en la deliberada indefinición de la voz narrativa: en el vertiginoso relato del narrador en tercera persona se inmiscuye una y otra vez la voz -y la percepción esquizoide del mundo- de Lowboy, a tal punto que, por momentos, al lector le cuesta descifrar quién está narrando.

Respuesta quizá tardía al desencanto de la Generación X, Lowboy rescata la visión paródica del complot de autores como Thomas Pynchon y de Don DeLillo, aunque profundiza en los significados sombríos de la locura para desnudar sin piedad los incoherentes reversos de la percepción sociocultural contemporánea. Así, accede a un territorio inquietante en el que el delirio y el descreimiento son dos caras de una misma moneda, dos extremos de una sola actitud: la de la actual impermeabilidad ante los aspectos dolorosos del mundo.

© LA NACION

13/03/2010

Fuente:
Diario “La Nación” SUPLEMENTO ADN CULTURA.

No hay comentarios: