lunes, 15 de marzo de 2010

“LIBRO DE SOL Y OTROS POEMAS” POR MIGUEL ILDEFONSO.


“LIBRO DE SOL Y OTROS POEMAS”

Por: Miguel Ildefonso

En estos días en que me encuentro en Lima nuevamente, tuve la suerte de asistir a la presentación del libro de uno de los poetas más extraordinarios que conocí y que ya no está entre nosotros. A diez años de su fallecimiento, aparece esta nueva publicación que recoge Libro de sol, su primer libro de poesía, y otros poemas inéditos. Josemári Recalde (Lima, 1973-2000), uno de los poetas más representativos de lo que se conoce como la generación del 90, nos vuelve a deslumbrar con la claridad de su propuesta estética. Este legado, en esta bella edición de Intermezzo Tropical, me trae esos recuerdos de Josemári en los diferentes lugares de Lima donde solía verlo: la Universidad Católica, San Marcos, el Centro de Lima, Miraflores, o algunas veces en algún micro, como la 73, o quién sabe, cualquier sitio, como en Apolo alguna vez. Solía llevar sus poemas, así como siempre solíamos llevar entonces: en papeles. No había USB, MP3. Había esa intensidad poética producto de una época que nos marcó entre apagones, muertes, discursos gastados, muros destruidos. La poesía de Josemári Recalde, a diferencia de otras propuestas de entonces, no iba hacia lo meramente urbano y épater. Guiada por una musicalidad y plasticidad egureniana, buscaba una salida vitalista ligada a lo solar. Faetón, Icaro, nos relatan esos celestinos intentos de volvernos lumínicos. Josemári nos dejó, pero sus palabras permanecen tan radiantes como un amanecer de verano limpio (como los del verano que viví en Malabrigo, por ejemplo). Una propuesta ética, más que mística, en el que el lenguaje recobra la plenitud de su sentido sagrado; es decir humano y trascendente. Por ti, Josemári, ¡salud¡

Miguel Ildefonso
15 de marzo, 2010


Poeta: Josemári Recalde.

Scrabble

Desde niño recuerdo a mi familia congregada en
torno de la paz irrompible del scrabble. Sí recuerdo
el momento. Recordar. Evadirse del presente.
Recordar, simplemente.

Las fichas del scrabble de mi madre eran marrones
y tenues. Hasta hoy lo siguen siendo, pese a que
ahora algunas se han extraviado.

“Tocar una ficha da una sensación agradable: scrabble”.
Aquélla es suave, pues es probable que esté pulida
de la madera del peral. Uno puede acariciarse la
mejilla con ellas.

El tablero del scrabble está como un pretexto sobre
la mesa.

Las sonrisas galantes de mi padre a mi madre. Las
respuestas corteses. El fumar. Y el romperse la
cabeza. Y el probar. Y las opciones simples.
Yo miraba. Pero también alguna vez tuve mi tablita,
que era el sostén de las fichas.

En la hora del scrabble todo se ponía como más
ideal de lo que yo he puesto a mi infancia. Si la casa
entonces, y sus amores, eran perfectos; todo dolor,
con el scrabble, verdaderamente se esfumaba.

Es lo que yo recuerdo en el hogar.

No hay comentarios: