“Diario de los Suburbios”, editorial Pasacalle - octubre 2010.
“EL SUBURBIO DEL MESIAS”
Por: Augusto Huayta Medina
Entre el viento y la lluvia, la melancolía y el desván de una nube que cubre la ciudad y a la vez empuja a un nombre a convertirse en silencio, en el huésped de la calle, meada por los estragos del atardecer de una noche que jura traer panes para la madrugada.
Para este hombre que ve sus días en el mercado con el tumulto y el negocio. Esta es la residencia de niños y niñas, de jóvenes y adultos de esta ciudad de este pueblo de este diario de los suburbios. “entre los periódicos chichas deberás buscarme…”
En los suburbios encontramos a unos hombres de esta ciudad que ve el inicio de sus días entre miserias y orfandad, que le da pelea a la vida con tantas manos y piernas que los años pudieron formar. Desde sus inicios vemos a un niño que recuerda los juegos de su infancia entre el trabajo y las ventas “Aquí los niños juegan con palas y picos; juegan a triciclos que venden pan. Aquí la mayoría de edad se alcanza a los cinco”, también vemos que estos niños reclaman un hogar, una madre si sería de mucho pedir, también un cariño. “Tengo un retazo orlado de uniforme,/un puente padre y un padre ausente;/tengo una carpeta en el espejo;/un cuaderno de 100 vacíos A4;/unas manos dibujando el espanto/y unos ojos que de mucho llorar leen”.
En esta ciudad, que podría ser cualquier recuerdo de un pueblo carcomido por la actividad de la vida, un emporio de los collados de gente que trabaja, que la vida la encuentra en las calles y hay que aprender a vivirlo, con el tráfico del olvido que devasta el propio recuerdo y los mitos religiosos hasta convertirlo en pan y vino que nunca se comerá.
Aquí se denuncia al destino y se encara lo presente, a un gringo occidental que estima los rezos y los santos domingos. Aquí, se ruega una noche más en los burdeles, un sorbo más de vida, a la ilusión, al conjunto de masas que existe en el espacio de las cantinas con unas ropas que muestra hasta el alma y con unas zapatillas de siete suelas para reventarle la sonrisa a la muerte. En esta ciudad, se enjuicia por todo los medios esa crisis religiosa y fervorosa que hace existir a todo los santos que habitan las iglesias. “En verdad, dios fue un pendejo te dejó la hostia y se llevo el vino, prohibió la manzana y te ofreció el hambre; destruyó tu mundo y emigró hacia las alturas”.
El diario de los suburbios de Elmer Arana Mesías, editorial Pasacalle - octubre 2010, que se presento en Ayacucho, ciudad natal del autor, muestra en los poemas la vida de gente humilde y común que va acompañado de unas imágenes abstractas envueltos en líneas retorcidas de tanto encontrar una forma, una figura solo muestren ojos en el vacio que vislumbra el horizonte de un hombre carcomido por el destino. La poesía de Arana no le canta a la iglesia, ni a los apus, ni a la violencia de los 80 de que creo estar seguro lo vivió en carne propia, sino al desenlace, a la discordia y a la orfandad del pueblo con el hombre con la nación y con Dios.
Esta ciudad de cerros de neblina y suelos de arena que de tanto uso muestran sus venas rojizas, rojizas como sus frutas tunales y sus habitantes, como de costumbre o por un hecho natural, que acontece la muerte se despiden con los cantos en las esquinas, en las mesas y en los mercados, a la vida, a esa vida que estoy seguros atrapará un suspiro y un hipo de lectura.
ENTREVISTA AL POETA MESÍAS
Elmer Arana Mesías, “Diario de los Suburbios”, editorial Pasacalle, octubre 2010.
Aquí les dejo con la entrevista de esta nueva voz que no canta a la iglesia ni a los apus, ni a la violencia de los 80 de que creo estar seguro lo vivió en carne propia, sino al desenlace a la discordia y a la orfandad del pueblo con el hombre con la nación y con Dios.
¿Qué es para usted la poesía?
Juan Cristóbal decía que la literatura había sido en su vida un arma de doble filo: por un lado «ayuda a vivir, a develar el mundo, a embellecernos con sus imágenes y figuras (…) a trasladarnos a mundos muchas veces irrealizables. Pero también nos ayuda a saber que la vida es una mierda, un fracaso, una frustración enorme, un enorme vacío».
Yo ya sabía que la vida era una mierda. Lo había comprobado desde muy temprano. Así que la literatura me sirvió para descubrir el primer mundo del que habla Cristóbal. A darle belleza a esos momentos caóticos en los que se desenvuelve la existencia humana. Si la literatura no hubiera llegado a mi vida creo que no me interesaría mucho vivirla. En ese sentido la poesía y la literatura es para mí, antes que todo, una tabla de salvación, un espacio donde me desnudo, donde puedo ser yo mismo, imaginar mundos mágicos, sueños imposibles, como lo dice Juan Cristóbal.
¿Qué definición le da a su poesía?
Puedo definirla de humana. Antes que cualquier interés retórico está la idea de comunicar algo, un estado de las cosas.
¿Cuál es el motivo en la poesía de Elmer?
La vida misma. Trato de representar lo que no se dice, lo que nadie quiere ver, lo que se debe esconder a las visitas.
¿Cómo ve la poesía ayacuchana?
Voy a referirme a la poesía joven. Hay mucha gente decidida a hacer poesía. La poesía ayacuchana ha tenido muy buenos representantes aunque muy escasos. Sin embargo noto que no ha habido exploración de otras temáticas, de otras formas de comunicar. Los poetas de la generación precedente se quedaron en el modelo modernista. Hay una impresión de que la poesía debe llevar intrínseca la identidad ayacuchana y en esa noción se llega a hacerla hermética a otros conceptos. La idea de la identidad es muy compleja por el hecho de que nos lleva a discutir qué es lo ayacuchano y que no. ¿Hasta dónde es posible encontrar lo ayacuchano en la poesía? Una tarea antropológica.
Ayacucho ya dejó de ser una aldea cerrada a las influencias externas. Ya no es la ciudad que nos atrapa con su paisaje andino, que nos conmueve con los huaynos melancólicos, que transmite sus mejores emociones en el runasimi. También hay edificios, suburbios, pueblos jóvenes. A la gente le gusta la cumbia, la salsa, la música subterránea. Es rico el puca picante pero también lo es el ceviche.
Lo que trato de explicar es que si la poesía responde a un tiempo, los tiempos actuales exigen que haya una poesía que represente a todos. Entonces habría que reformular el concepto de identidad ayacuchana que hasta ahora se viene manejando.
Cómo dice Nicanor Parra: «Escriban como quieran / En el estilo que les parezca mejor/.../En poesía se permite todo».
¿Es necesario que poetas de provincia deban recurrir a la capital para ser reconocidos?
No debería ser así pero en la práctica eso es determinante. La mayoría de escritores reconocidos han tenido que emigrar a la capital para consolidarse un nombre. Lima sigue siendo un foco cultural que determina quiénes tramontan su tiempo y quiénes mueren para siempre.
Sucede que la crítica, los premios literarios, las buenas editoriales están concentrada en Lima. Al interior del país no se dan las condiciones para que emerjan escritores que rompan esa situación.
Tendría que generarse, por ejemplo, un premio literario al interior del país, que atraiga a los mejores escritores. Un premio que descubra a nuevos valores y que obligue a la crítica a voltear la vista al otro Perú.
Los escritores, los grupos literarios han surgido por que existe un cuerpo de críticos que los respalda. En el Perú, la crítica es muy escasa y a veces poco seria. A parte de la San Marcos, de la Villarreal y La PUCP (en Lima) y la UNAS (en Arequipa) no hay más universidades que formen en crítica literaria, salvo error mío.
¿Qué opina de los poetas que a diario se inaugura uno?
Mientras más poetas se inauguren mejor.
¿Qué autores ayacuchanos nos recomienda leer?
En poesía, Baltazar Azpur, Víctor Tenorio, Cayo Santos Huamán, Pedro Olórtegui, Héctor García-Blasquez. En narrativa, Sócrates Zuzunaga, Hildebrando y Julián Pérez.
¿Desde Ayacucho cómo ve la literatura peruana?
Desde Ayacucho se ve la literatura peruana, o por lo menos yo la veo, con mucho distanciamiento por una razón en especial: Es muy difícil acceder a los libros actuales que aparecen en el mercado. A lo sumo se logra conseguir de los escritores ya consagrados o de los más marketeados: Reynoso, Bryce, Roncagliolo, Cueto, etc. Rara vez llegan libros de Miguel Gutiérrez, Gregorio Martínez. Y de la poesía ni qué decir.
Las ideas generales que tengo son basadas a partir de extractos literarios que circulan en el internet o de los libros que de vez en cuando me agencio cuando voy a Lima a darme un paseo por Amazonas, Quilca o alguna librería del Jr. Camaná.
2 comentarios:
Te agradezco de sobremanera, amigo Augusto,el tiempo que le has dedicado a mi pequeño libro. No merece tanto.
En serio estoy estupefacto y me siento aludido por tan sublime poemario de la realidad social e infiero en que has sabido plasmarlo muy bien. Excelente obra y es un orgullo que sea Ayacuchano.
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