jueves, 25 de noviembre de 2010

“EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN DE LA POESÍA” POR HELÍ PAREDES.

Poeta peruano: Juan Mauricio Muñoz Montejo.

“EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN DE LA POESÍA”

Por: Helí Paredes

A Juan Mauricio lo conocí como se conocen las mejores cosas de esta vida: como quien no quiere, andando a la deriva para un día terminar encontrándose. Me ha sucedido así con la amistad, y también con el amor. Será porque soy un asiduo caminante y es por eso que cuando leo El lado oscuro todo me remite a eso, los pasos que doy a través de esta ciudad. Esto no será una crítica ni nada parecido y no lo será porque no soy un crítico ni una criatura semejante. Soy un simple lector que hablará del lado oscuro de la poesía, ese lado que todos tenemos, especialmente los jóvenes poetas que han nacido con ese gusto por los poetas malditos como Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, Lautrémont, y que se refleja en el poemario de Juan Mauricio, de manera certera y cruel, como si nos sumergieran una daga en el vientre.

El lado oscuro busca sobre todo una identidad y esto ya lo vemos desde el primer poema Retrato de una familia donde Juan Mauricio retrata justamente a su familia: ¿es que acaso no es la casa paterna el sentimiento del lugar más seguro y por ende ahí debe estar también la respuesta a lo que somos? El problema se plantea cuando no está allí lo que buscamos y tan sólo podemos definirnos así: un vago, el hermano mayor. un seguidor fanático, el hermano menor. ¿A cuántos nos sucede esto? La búsqueda de la identidad se une a su voz de poeta joven y bohemio que con palabras busca representar su alrededor a la vez que se busca así mismo (y el poeta muchas veces es tomado como tipo excéntrico y esto se refleja en Hospital Mental donde nos dice: “Porque aquellos civiles caminantes en avenidas suntuosas insinúen nuestra desadaptación. En realidad, no nos importa. Nos enorgullece.”). Las metáforas aquí son contadísimas y no buscan alardear, eso dejémoslo para las novelitas seudo románticas o la poesía que no busca más que ahondar en la estructura y el estilo sin preocuparse si en realidad transmiten, y es clave la palabra, algo (poesía que ahora es bastante frecuente en los jóvenes, penosamente). A veces hay que decir las cosas sin rodeos, si la rata tiene cola y es peluda, eso basta y nada más.

Por eso El lado oscuro ahonda en una poesía sobria y precisa, que busca más allá de una belleza estilística: es como un grito que busca desgarrar, un canto de protesta, una huelga de trabajadores frente a algún municipio. Su letra hace el trabajo de fotografía para transmitirnos la imagen tal cual es: un basural será siempre un basural, pero alguien nos puede querer hacer la jugarreta de ponernos una muchachita hermosa en aquel basural y entonces ya no vemos el basural, sino a la muchachita. Por esto creo que vemos en el libro una fotografía junto a cada poema, yo lo entiendo como un poema doble (cara y cruz), o dicho de otra forma: dos ríos distintos que nos llevan al mismo océano (o dos caminos que nos llevan al centro de Roma, invariablemente). Hay que recordar por eso que el lenguaje nació primero como necesidad de comunicación y representación, y la literatura, su corazón, es eso, pero también es construcción. Por eso, El lado oscuro, construye un camino, una senda llena de dudas, agujeros, peñascos, incertidumbres, sombras, demonios y reflejos. Y es que sólo así, sorteando todo aquello, enfrentándose con los demonios ajenos y los de uno mismo (mirando cara a cara al abismo, como diciéndole: cabrón no creas que no te andaba esperando, ahora verás) uno podrá llegar al final del camino y encontrarse con uno mismo. El espejo nunca ha servido para retratarnos, villano mentiroso, siempre nada más que un sortilegio: quien aparece ahí no somos nosotros, o somos tan solo una mínima parte.

Por ello, por ejemplo, en Cementerio leemos: “¿A dónde voy? ¿Quién soy en la marea, en el vaivén de las olas?”. Y en Yo, su pregunta recurrente de ¿Quién soy?: “Soy un ser humano sin huesos, sin corazón. Corazón de lata, corazón de vidrio. Vacío es el mundo. Vacío soy yo. Soy tierra de cristales envenenados por la miseria del ser humano”. Para encontrar la identidad es necesario saber quién es uno y para ello es necesario antes saber de dónde se viene. En Callejón nos dice: “No soy de allá. Tampoco pertenezco acá. Crecí en el charco de la tierra, callejón de un solo caño de las sobras del Rimac, callejón blancuzco, reiteraciones de manchas negras exhibidas por el pecado, remitidas por ladrones nauseabundos, escoria de la naturaleza santa, petrificada, pertrechada por sus hijos”. Y entonces ya aquí se puede ver que el contexto que utiliza Juan Mauricio no es más que la ciudad que lo vio crecer y que lo marcó como poeta. El lado oscuro es Lima, vista desde el ojo de un limeño que ha vivido en el mounstro, que es esta ciudad. Sí, porque Lima es un mounstro, ¿pero acaso no se llega a querer esos mounstros infantiles que nos asediaron alguna vez? Por ello los poemas de El lado oscuro retratan esta ciudad oscura, decadente, llena de agujeros, brechas, pobreza, tristeza y abandono, pero en el reverso de todas aquellas palabras se puede encontrar un profundo amor, cierta esperanza de que algún día todo eso cambie y la poesía ya no sea necesaria para denunciar todo aquello. En Días, por ejemplo, yo encuentro aquella esperanza: “Días en los cuales la torta de cumpleaños celebró un día más en el basurero, en el muladar, en el palacio de oro, en el departamento de clase media. y el amor en los parques, en los hostales de tres, dos y una estrella, el amor en la universidad, en el patio de un colegio, en la esquina de la barriada, a la vuelta de la casa de esteras del asentamiento humano, en Lima, en Huacho, en el distrito federal de México, cruzando la frontera, llegando a la frontera, en la ciudad de Phoenix, en un cuartucho con miles de ilegales, en Alemania, ayer fue un campo de concentración nazi, hoy es un museo del amor, las lágrimas corren a través de los judíos maltratados por el tiempo, en todos lados hay amor, en todos lados hay días”. Pero también está, como en toda buena poesía, el amor y su fantasma, el amor y sus dedos huesudos que viene por las noches a jalarnos los pies de la cama. En El último día presenciamos: “¿Cuál es tu último deseo? – Quiero estar con ella todo el día”. En Desterrado de amor: “He aquí, el hombre solitario sin amor. He allí, la pareja perfecta complementada de dulzura, completa de corazón, cómplice de amor”.

Finalmente, hay también esa relación íntima que suelen tener a veces los poetas con la muerte, a veces en forma de reclamo, a veces cómplice. En Conversación con la muerte, se nos permite ser testigo de un diálogo funesto: “¿Qué deseas?, pregunta filosofando mi prematura llegada. Te faltan cumplir años en la tierra, exclama percibiendo su eco. ¡Recógeme!, clamo. No concibo valor para continuar. Lo siento, prorrumpe, fatuo, rechazando mi ruego. Tu hora no ha llegado. Sollozo interiormente”. En InFausto, escuchamos como un susurro de ultratumba: “Rebusqué debajo de la tierra, sumergido en el océano, caminando sobre la luna, quemándome con el sol, señalando las estrellas: La felicidad estaba condenada”. Y más adelante, cómo dándole termino a la sonata: “Los rieles de un tren aguardan. El metal descarga su pólvora. El balcón del cuarto piso señala una bienvenida. Ustedes aguardaron mi llegada, festejando mi partida”.

No creo que quede más que decir que no haya quedado claro arriba, el paseo por El lado oscuro es un paseo agónico pero necesario si lo que busca uno es encontrarse. Para llegar a un estado puro de espiritualización hay primero que purgarse y Juan Mauricio nos invita a eso: pero purgarse es mirar hacia fuera sólo si se mira adentro a la vez, no tiene sentido uno independiente del otro. El mensaje queda claro, lástima que muchas personas no lo comprendan y por eso es que vemos el mundo así: todos andan reclamando lo jodido que anda lo ajeno cuando no se atreven a fijarse en sus propios dominios. Juan Mauricio lo sabe y lo dice. A nosotros nos deja el simple trabajo de ver y oír.

1 comentario:

VeRoNiKa ♫ VeCa ♪ LiFe dijo...

Muy interesante lo que has escrito. Definitivamente me quedo con las ultimas 7 lineas que reflejan la persona que escribe y lo que intenta y muy pocos vemos.
JM es una persona que con sus poemas a hecho que yo una persona que no es critica, no sabe de literatura ni mucho menos... vea una foto en casa frase que el muestra. A mi me hiso reflexionar es por eso que me gusta mucho leerlo, no solo por ser un amigo personal sino por ser esa persona que refleja en cada poema... Tiene mucho futuro. De verdad que le deseo lo mejor y agradesco esas palabras que has mostrado hacia su trabajo porque en tu post e podido sentir mucho.

Gracias de una simple lectora que lo unico que sabe es que las palabras tienen que llegar al corazon y muy pocos lo hacen. Hoy senti que me llegaron cada palabra asi como alguna vez Juan mauricio llego con su poemario

Buenas vibras y saludos del otro lado del charco

VeCa