Autor español Enrique Vila-Matas está en Lima para presentar su última novela, Dublinesca.
“A LA LARGA EL HÉROE ES EL ESCRITOR”
Su novela rinde homenaje a los irlandeses James Joyce y Samuel Beckett y a la literatura.
Por: Pedro Escribano
Enrique Vila-Matas dice que se apartó del mundo para escribir sobre el mundo. Así se embrujó para siempre con la literatura. El escritor español ahora está en el Perú para presentar su última novela, Dublinesca (Ed. Seix Barral), un homenaje a la literatura, a Joyce y a Samuel Beckett. La novela cuenta la historia de Samuel Riba, un editor arruinado que viaja a Dublín para asistir a los funerales de la era Gutenberg. Pero, paradójicamente, allí el editor hallará motivos para pensar en un futuro. En realidad un reavivamiento de la galaxia Gutenberg, que es el mundo de los libros y de la literatura.
–El viaje de Samuel Riba a Dublín es un viaje onírico, físico y literario.
–Sí, es un viaje a un centro de un sueño, de un sueño premonitorio. El libro se puede leer así. En cuanto al viaje físico, en estos dos últimos años he hecho numerosos viajes a Dublín, y siempre he encontrado una atmósfera melancólica, de lluvia, que es bastante la atmósfera del libro.
–Cuando leía, pensaba que el viaje literario al Quijote lo hicieron Unamuno y Azorín.
–Bueno, Leopoldo Bloom, el personaje del Ulises, se parece mucho al Quijote. Está en la misma línea de los que llamo hombres sin atributos. Seres grises, sin atributos, seres de vida cotidiana aburrida de alguna manera, que se sitúan en el centro de novelas, que elevan a la categoría de arte el asalto a la cotidianidad gris de estos personajes.
–Riba se retrata humanísimo en ese sentido.
–Eso es lo que más me interesa del libro: la aproximación de este personaje, que encarna en sí mismo la historia de un fin de una etapa, de un fin de época, de la manera, por ejemplo, que el Gatopardo encarna en sí mismo la decadencia de la aristocracia siciliana.
–Samuel se lamenta siempre de que no hay autores verdaderos ni lectores inteligentes.
–Yo, como autor, acepto bastante lo que dice Riba. Nadie se atreve a criticar a los lectores, pero los lectores están entregados a las novelas suecas y me parece un grado de inteligencia un poco bajo. Me refiero novelas suecas a las novelas de moda. También Riba es un editor que critica a los escritores, a los que ama y odia a la vez. Ha dependido de ellos para ser editor y los detesta también porque muchos de ellos son insoportables. También cuestiona al lector, exige un lector activo. Pero esa especie también está en extinción.
–¿Por qué las diatribas de Riba contra los autores?
–(Risas) No creo que sea sorprendente. Tú sabes que todos los editores dependen de lo que escriban los escritores. O sea, dependen de alguien para ser algo. Eso les despierta una relación de amor-odio. Los escritores no son santos, que yo sepa. Y hablo como autor (risas). Son egocéntricos, engreídos, plantean muchos problemas a sus editores. Hay escritores muy interesantes, inteligentes, pero también hay muchos que son imbéciles. Un editor que no deteste a los autores sería inverosímil.
–Usted lamenta que hoy haya pocos editores que leen.
–Sí, yo creo que hay bastante caos editorial. Hay editores que ven que publican novelas suecas, y publican novelas suecas. Ven que publican novelas góticas, y publican novelas góticas. Es un fenómeno mundial.
–Lástima por los árboles…
–En España, la crisis económica que no tiene América Latina ha motivado a dejar de publicar libros malísimos.
–Riba viaja a Dublín como los elefantes, a buscar su cementerio, pero termina optimista.
–Exactamente. Primero, así ha sido leída en Francia, la novela es una parodia del fin del mundo, y en general, por la era Gutenberg, es paródico, tragicómico, ridículo, como tiene que ser, porque si fuera solo trágico sería espantosamente monótono. Como se ha comentado, el libro al comentar la muerte de la literatura, de una etapa, lo único que hace es volver a hacer revivir a la literatura. En Dublinesca no hago más que colocar a la literatura en un nuevo plano, alto, y darle una nueva vida.
–Está vital.
–Cuando la presentó Juan Villoro dijo que era como la canción colombiana, no es que estaba muerto. El muerto estaba vivo. Estaba de parranda (risas). Eso se puede aplicar muy bien a la literatura.
El salto inglés
–¿Cómo entender el salto inglés en su novela?
–Son como aventuras a lugares desconocidos, extranjeros, extraños, en ese sentido la aventura de entrar a la literatura irlandesa, lejos de mi lengua por otros territorios.
–Una suerte de las aventuras de Bloom o del Quijote.
–Exactamente, con todo lo entretenido que va con ello, con esta aventura, añadiéndole, como humor, la dificultad, que no sea inglés, porque cuando voy a Dublín debo ir con alguien que sepa inglés para ingresar a los lugares que me interesa conocer. Esa dificultad añadida es interesante para toda aventura. Uno parte no solo hacia lo desconocido sino con dificultades. Ahí tenemos al héroe luchando contra los elementos en busca de algo.
–Y no habla el idioma...
–A la larga entonces el héroe sería el escritor.
“Le llegó la justicia a Roberto Bolaño”
–Usted ha dicho que hace novelas como epitafios.
–Sí, me doy todo como si fuera la última. Me meto en un callejón sin salida. El interés del siguiente libro es cómo encontrar la salida.
–¿Tuvo amistad con Bolaño?
–La etapa que va de 1998 hasta el 2001 lo traté con mucha intensidad, compartí conversaciones, rechazos y entusiasmos por los autores.
–Cuando Bolaño rechazaba autores era un cortapescuezos.
–Coincidíamos mucho… había como un sexto sentido que nos permitía ver quién era buen escritor y quién no.
–¿Le llegó la justicia a Bolaño?
–Sí, nadie lo imaginaba, sobre todo por el triunfo de su obra en Estados Unidos. Es una pena que no lo haya podido vivir, pero no sé cómo hubiera reaccionado. Creo que habría rechazado la pompa oficial. Supongo que se hubiera reído mucho de lo que pasa ahora.
Datos
Conferencia. Enrique Vila-Matas ofrecerá hoy la conferencia magistral “La teoría de Lyon”. C.C. de España 181, Santa Beatriz. 7:30 pm.
Novela. El jueves 8 presentará Dublinesca. Av. 2 de Mayo 220, Miraflores. 8 pm.
07/07/2010
Fuente:
Diario “La República”
Por: Pedro Escribano
Enrique Vila-Matas dice que se apartó del mundo para escribir sobre el mundo. Así se embrujó para siempre con la literatura. El escritor español ahora está en el Perú para presentar su última novela, Dublinesca (Ed. Seix Barral), un homenaje a la literatura, a Joyce y a Samuel Beckett. La novela cuenta la historia de Samuel Riba, un editor arruinado que viaja a Dublín para asistir a los funerales de la era Gutenberg. Pero, paradójicamente, allí el editor hallará motivos para pensar en un futuro. En realidad un reavivamiento de la galaxia Gutenberg, que es el mundo de los libros y de la literatura.
–El viaje de Samuel Riba a Dublín es un viaje onírico, físico y literario.
–Sí, es un viaje a un centro de un sueño, de un sueño premonitorio. El libro se puede leer así. En cuanto al viaje físico, en estos dos últimos años he hecho numerosos viajes a Dublín, y siempre he encontrado una atmósfera melancólica, de lluvia, que es bastante la atmósfera del libro.
–Cuando leía, pensaba que el viaje literario al Quijote lo hicieron Unamuno y Azorín.
–Bueno, Leopoldo Bloom, el personaje del Ulises, se parece mucho al Quijote. Está en la misma línea de los que llamo hombres sin atributos. Seres grises, sin atributos, seres de vida cotidiana aburrida de alguna manera, que se sitúan en el centro de novelas, que elevan a la categoría de arte el asalto a la cotidianidad gris de estos personajes.
–Riba se retrata humanísimo en ese sentido.
–Eso es lo que más me interesa del libro: la aproximación de este personaje, que encarna en sí mismo la historia de un fin de una etapa, de un fin de época, de la manera, por ejemplo, que el Gatopardo encarna en sí mismo la decadencia de la aristocracia siciliana.
–Samuel se lamenta siempre de que no hay autores verdaderos ni lectores inteligentes.
–Yo, como autor, acepto bastante lo que dice Riba. Nadie se atreve a criticar a los lectores, pero los lectores están entregados a las novelas suecas y me parece un grado de inteligencia un poco bajo. Me refiero novelas suecas a las novelas de moda. También Riba es un editor que critica a los escritores, a los que ama y odia a la vez. Ha dependido de ellos para ser editor y los detesta también porque muchos de ellos son insoportables. También cuestiona al lector, exige un lector activo. Pero esa especie también está en extinción.
–¿Por qué las diatribas de Riba contra los autores?
–(Risas) No creo que sea sorprendente. Tú sabes que todos los editores dependen de lo que escriban los escritores. O sea, dependen de alguien para ser algo. Eso les despierta una relación de amor-odio. Los escritores no son santos, que yo sepa. Y hablo como autor (risas). Son egocéntricos, engreídos, plantean muchos problemas a sus editores. Hay escritores muy interesantes, inteligentes, pero también hay muchos que son imbéciles. Un editor que no deteste a los autores sería inverosímil.
–Usted lamenta que hoy haya pocos editores que leen.
–Sí, yo creo que hay bastante caos editorial. Hay editores que ven que publican novelas suecas, y publican novelas suecas. Ven que publican novelas góticas, y publican novelas góticas. Es un fenómeno mundial.
–Lástima por los árboles…
–En España, la crisis económica que no tiene América Latina ha motivado a dejar de publicar libros malísimos.
–Riba viaja a Dublín como los elefantes, a buscar su cementerio, pero termina optimista.
–Exactamente. Primero, así ha sido leída en Francia, la novela es una parodia del fin del mundo, y en general, por la era Gutenberg, es paródico, tragicómico, ridículo, como tiene que ser, porque si fuera solo trágico sería espantosamente monótono. Como se ha comentado, el libro al comentar la muerte de la literatura, de una etapa, lo único que hace es volver a hacer revivir a la literatura. En Dublinesca no hago más que colocar a la literatura en un nuevo plano, alto, y darle una nueva vida.
–Está vital.
–Cuando la presentó Juan Villoro dijo que era como la canción colombiana, no es que estaba muerto. El muerto estaba vivo. Estaba de parranda (risas). Eso se puede aplicar muy bien a la literatura.
El salto inglés
–¿Cómo entender el salto inglés en su novela?
–Son como aventuras a lugares desconocidos, extranjeros, extraños, en ese sentido la aventura de entrar a la literatura irlandesa, lejos de mi lengua por otros territorios.
–Una suerte de las aventuras de Bloom o del Quijote.
–Exactamente, con todo lo entretenido que va con ello, con esta aventura, añadiéndole, como humor, la dificultad, que no sea inglés, porque cuando voy a Dublín debo ir con alguien que sepa inglés para ingresar a los lugares que me interesa conocer. Esa dificultad añadida es interesante para toda aventura. Uno parte no solo hacia lo desconocido sino con dificultades. Ahí tenemos al héroe luchando contra los elementos en busca de algo.
–Y no habla el idioma...
–A la larga entonces el héroe sería el escritor.
“Le llegó la justicia a Roberto Bolaño”
–Usted ha dicho que hace novelas como epitafios.
–Sí, me doy todo como si fuera la última. Me meto en un callejón sin salida. El interés del siguiente libro es cómo encontrar la salida.
–¿Tuvo amistad con Bolaño?
–La etapa que va de 1998 hasta el 2001 lo traté con mucha intensidad, compartí conversaciones, rechazos y entusiasmos por los autores.
–Cuando Bolaño rechazaba autores era un cortapescuezos.
–Coincidíamos mucho… había como un sexto sentido que nos permitía ver quién era buen escritor y quién no.
–¿Le llegó la justicia a Bolaño?
–Sí, nadie lo imaginaba, sobre todo por el triunfo de su obra en Estados Unidos. Es una pena que no lo haya podido vivir, pero no sé cómo hubiera reaccionado. Creo que habría rechazado la pompa oficial. Supongo que se hubiera reído mucho de lo que pasa ahora.
Datos
Conferencia. Enrique Vila-Matas ofrecerá hoy la conferencia magistral “La teoría de Lyon”. C.C. de España 181, Santa Beatriz. 7:30 pm.
Novela. El jueves 8 presentará Dublinesca. Av. 2 de Mayo 220, Miraflores. 8 pm.
07/07/2010
Fuente:
Diario “La República”
No hay comentarios:
Publicar un comentario