martes, 6 de julio de 2010

“EL ÍNDICE DE LO INVISIBLE EN LA POESÍA DE PAOLO ASTORGA REQUENA” POR MIGUEL FAJARDO KOREA.


“EL ÍNDICE DE LO INVISIBLE EN LA POESÍA DE PAOLO ASTORGA REQUENA”

Por: Lic. Miguel Fajardo Korea *
miguelfajardokorea@hotmail.com
(Correo de Costa Rica)

Paolo Astorga Requena (Lima - Perú, 1987) estudia Literatura – Lengua Española en la Universidad Enrique Guzmán y Valle. Es técnico en Diseño web y computación. Sus poemas iniciales aparecieron en la antología “Reflejos del Alma”. Es Director y Editor de la revista “Remolinos”. Ha publicado sus poemas en innumerables páginas literarias. Es creador, vía Web, de la I Antología Digital de poesía, que reúne a 24 poetas del mundo. En el 2006 fue Finalista del II y III Premio Internacional de Poesía "Desiderio Macías Silva" y, recientemente, obtuvo el segundo premio del III Concurso Internacional "Revista Hybrido", en poesía. Su trabajo creativo, se encuentra en revistas literarias, tanto físicas como digitales. Su primer libro digital se intitula “Anatomía de un Vacío” (editorial Lulú, 2006). Hemos difundido su obra en diversas revistas ahora, publica su segundo libro SIN LLEGAR A LO INVISIBLE (Editorial electrónica Remolinos, 2008).

A su edad, la poesía de Astorga Requena da un fuerte giro, porque le permite consolidar un estilo muy personal en su abordaje temático, ya que “volver a ser eternos no será imposible”, es decir, su poesía ahonda en la posibilidad de eternizar instantes, sin embargo, en esa lucha “trato de correr detrás de los espejos (...) tan solo para crear una palabra”. Nuevamente el creador peruano es recurrente en su búsqueda esencial. La palabra es el arma-arte de salvación del poeta, pues sabe, con mayor certeza, que la palabra salva. El logos es un acto de revelación del alma humana, asimismo, un hecho tangible para materializar nuestra existencia.

Esta vez, campea “una absurda soledad tratando de brillar en el vacío”, como si fuera un “cielo adelgazado por el mundo”… Ahora, los elementos inanimados alcanzan una fuerte presencia, dado que “ya soy la ceniza/ que empieza de nuevo” o, acaso, una vieja máscara que el viento arrastra”. Pareciera, entonces, que los elementos inorgánicos pujan por alcanzar un espacio en este orbe lírico.

El mundo que asedia se visualiza en este registro “no más lobos en la garganta para destruir el laberinto”. Rafael Ángel Herra, filósofo costarricense, señala en su libro “Lo monstruoso y lo bello” que: “Una bestia pervive como arquetipo cultural, pero sobre todo, por su resistencia a morir” (Herra,1999:59). La presencia del lobo es parte de ese bestiario laberíntico, porque ríspida es la vida humana.

La censura contra la deshumanización que presencia el universo es atacada frontalmente en la voz del yo lírico “comer en símbolo un accidente de tránsito sin escribir cuántos murieron”. Existe un encaramiento contra la indiferencia, contra la pasividad apabullante, por eso “está prohibido estar triste;/mientras pasas por aquí y no te incendias”. Ese incendio es una voz de alerta para que despertemos del consumismo desbocado.

Su poesía tiene inflexiones de pesimismo raigal “si sólo pudiéramos coger nuestros cadáveres y arrancarnos la ceniza que ha memorizado los días”. La ceniza, dentro de la simbólica cultural, como sombra de lo que ha sido la actitud vital del ser humano.

Pero no todo es magro temáticamente hablando, sino que esta poesía abre un espacio para no dejarnos doblegar. Hay culpabilizaciones como una manera de encontrar el rumbo: “mi gran error / fue crear un paraíso entre tus ojos (…) y nunca / haber podido ingresar en él”. Muchas veces, el paraíso no es un espacio extraterrenal, sino que se encuentra al alcance de nuestro abrazo, mas no nos damos cuenta de que la vida es un tránsito terrestre, como diría mi compatriota, la extraordinaria, Eunice Odio.

Paolo Astorga Requena, en este nuevo libro, retoma el contexto de su obra de estreno y como en una especie de resabio aduce “miramos con incertidumbre el mismo vacío furibundo”. La animación que establece en relación con el vacío le confiere un adelantamiento capital. “tu cuerpo / nunca fue una llave”. Es claro que el cuerpo es un poder, una estructura que luchas, por ello, “aprendimos / a quemar sombras en el alba”. La mañana es un destello de esperanza, un frescor de cielo para reflexionar sobre el universo de todos, cada día del mundo.

“La sinfónica oscuridad / aún excita mis vacíos”, nuevamente se observa cómo la dicotomía por oposición es un extrañamiento, ya que “esta noche cualquier puerta/podrá ser una salida”. Es decir, existe un cernido mensaje de respiro, de aireación inevitable, porque no todo está perdido y el mundo aún puede salvarse con un poema.

En este universo lírico del peruano Astorga Requena campea la soledad, la desprotección, la urgente búsqueda de la identidad humana, ya que “mi cuerpo fue mordido/por la extraña niña que se quitó el esqueleto/ para gritar que ella también tuvo una máscara”. Se plantea la necesidad de poder desenmascarar las ocultas identidades que se oscurecen detrás de la máscara. Detrás hay alguien y cada lector debe buscar sus respuestas para aclarar su entorno.

La poesía de Paolo es una especie de examen de la incisión, de lo inasible, pero que existe con la condición humana de siempre “Un insomne recuerdo / antes de cruzar el oscuro umbral de lo jamás nombrado”. Queda la sensación, después de su lectura, de esos mundos que no se puede apresar, aunque esa sea la propuesta ideológica y cultural.

LIMA encuentra eco en este mapa lírico “Lima ha vuelto a ser la extraña humedad/de un beso”. Por ello, el contexto de producción del libro es una especie de abrazo solidario con la capital que cobija y protege. Sin embargo, su espacio es crítico, pues “ahora ya no soy la luz, ahora ya no soy el mundo”. Ante esa coyuntura epocal, cabe la afirmación “las eternas velas que aún no terminan de encenderse tras la noche” aún no han terminado de apagarse. El mundo es un constante juego, una singular rotación de todos.

A propósito de su primer poemario, aduje que, en un mundo desangelado, Astorga Requena grita contra los signos de la infelicidad, por ejemplo, “lágrimas rojas”, donde campea la tristeza, el llanto, el dolor, lo desconocido, el silencio, el laberinto, las piedras, la muerte, en suma, las apuestas aniquiladoras.

En síntesis, este nuevo libro electrónico de PAOLO ASTORGA REQUENA (1987), publicado en la Editorial Electrónica Remolinos, Lima, 2008, es una propuesta muy interesante dentro del marco de producción de la joven poesía latinoamericana. Sé que su empeño le tiene reservado un lugar que seguirá conquistando, poco a poco, como una de las voces de mayor trabajo desde y por la poesía, desde su Perú natal.

COSTA RICA, SETIEMBRE, 2008

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