lunes, 9 de febrero de 2009

«Locus amoenus»: la lírica medieval, en una edición de antología por Manuel de la Fuente


"Cientos de poetas, de textos de anónimos, docenas de trovadores, de jarchas, de villancicos, un tesoro que vale su peso en oro cultural".

Por Manuel de la Fuente

Asedios, degollinas, hambrunas, cruzadas, guerras de los cien o más años, penas y penurias, invasiones, bosques demasiado encantados, felones y felonías, enfermedades. Eso parece contarnos la historia de ese largo y a menudo tan desconocido periodo llamado Edad Media, siete siglos entre la caída del Imperio Romano y el Renacimiento, siete siglos en los que se cuenta que nuestros antepasados no dejaban de clamar a los cielos: “Peste y carestía”.

Sin embargo, aquellos hombres, pastores y nobles, príncipes y mendigos, siervos de la gleba y señores, soldados y capitanes, princesas y posaderas también supieron, a poco que las circunstancias fueran mínimamente favorables, encontrar su lugar en el mundo, su «locus amoenus», ese sitio agradable donde buscar el esparcimiento del cuerpo y el espíritu, dejarse seducir por las notas nacidas del flauta del dulce dios Pan, y ponerse a cantar y a contar a los cuatro vientos.

«Locus amoenus», lugar de solaz, a la orilla de un riachuelo, escanciados los ánimos y el gaznate con algún caldo de la tierra y unos buenos versos. «Locus amoenus», paraíso en la tierra, paraíso por horas y título también de un libro que transpira sosiego, “Locus amoenus”, una “Antología de la Lírica Medieval” (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), cuya primorosa edición ha corrido a cargo del poeta, traductor y catedrático de Literaturas Hispánicas Jenaro Talens, y de Carlos Alvar, catedrático de Literatura Española Medieval, presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas, y destacado filólogo.

Crisol de culturas

Tantos siglos después, tantos cambios en el ser humano, los editores no han querido imponer más fronteras al lector moderno, que las propias del paso del tiempo, como explica Talens: “Al preparar la antología, he pensado en el lector de poesía contemporánea y hemos querido no apabullarle con un aluvión de notas, ese tipo de libro que al final tienen más notas que texto, que se pueda leer sin tener que estar continuamente buscando al final, o las notas pie de página. Igualmente, hemos pretendido escapar de esa visión de que en la lírica medieval sólo existe la lengua castellana, aunque más de la mitad del libro se dedique a ella. En aquellos siglos, España era aún una entelequia y queríamos ver y dar cuenta de la variedad y la diversidad enormes que existió”.

“Es cierto, apostilló Carlos Alvar, “como a la propia gente de entonces le gustaba decir, la época medieval era un crisol de culturas, un mezcla enriquecedora”. Por eso, están representadas en la “Antología” todas las líricas que alimentaron la poesía peninsular. Por orden de aparición: poesía en latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaico-portugués, castellano y catalán. Cientos de poetas, de textos de anónimos, docenas de trovadores, de jarchas, de villancicos, un tesoro que vale su peso en oro cultural. “Se ha hecho circular una noción unívoca de la poesía medieval, que todo se reduce a a, b y c…, pero es justmente lo contrario: si hay una multiplicidad de formas, estilos y temas, es precisamente en la Edad Media. La poesía medieval está mucho más cerca de lo que se pueda pensar, un lector contemporáneo puede aprender mucho en ella”, concluyó Talens. “Locus amoenus”, ese lugar de paz, ese lugar apacible, ese territorio que tan cristalinamente surca el arroyuelo de la poesía.

09/02/09

Fuente:

http://www.abc.es/

Nota: “Locus amoenus”, significa en latín “Lugar placentero”.

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