“CAMINO DE SERPIENTE” DE ROGER GARCÍA CLAVO
Por: Carlos Valencia
El poemario consta de tres partes diferenciadas, Camino de serpiente, Amor de quebrada y Marañón en esta última es la que el poeta habla con él río.
Los ríos vistos desde la estratosfera hacia el planeta tierra, se asemejan a las venas -fuentes sanguíneas- de las personas. Entre los pobladores autóctonos del norte de Méjico, existía la creencia que la sangre de los difuntos se fusionaba en la biomasa de los ríos, principalmente entre los caídos en combate.
La masa acuática de los ríos sirve de sustento de vida natural a los pobladores, además de ser en curso un medio de transporte. Por la senda de los ríos se trazan caminos o cruzan puentes, (la poesía es un puente entre dos soledades dijo Jaime Sabines), y por más dinamitazos el río encuentra su cauce. El poeta proviene del río primigenio que asemeja el líquido amniótico. El murmullo de un río distorsiona o imita al cri cri de un grillo. Anotamos esto “Pero cuando silbas con la libertad del viento,/ eres el río que no habla”, el fulgor de una luciérnaga lo refleja y el río que responde como una luz votiva en sus aguas, acompañada de cómplice luz lunar. El poeta Roger García en nombre de todos los humanos, además de la fauna y flora de la selva peruana le agradece al río-vida-eterna. Esta paráfrasis asentamos 'cuando hay río hay esperanza'. El poeta Roger ha necesitado ser poeta para reverenciar al río o el río-hermano. En forma latente dice: "Sería el dolor de los puentes o de las flores" p.20. Suele ser común que los ríos caudalosos derrumban puentes y se culpabiliza a los ríos injustamente.
El fluir de los ríos asemejan la continuación de una vida en movimiento, los remolinos provocarán muertes dolorosas donde testigos son rocas y piedras = quietud. Las personas, fauna y flora silvestre subsisten gracias a los ríos y su encantamiento mítico de creencias populares, cantos de sirena. "Eres el camino de serpiente/ que con ojos de luna verde/ embrujas a los hombres/ al día o la muerte" p.15. La simbología es consistente en la representación humana que hace del río. Con un mismo madero -"un bejuco de árbol caído"- se puede hacer una cruz. "Cuando muera,/ lloraré en cada madera/ o ajetreo/ que se crucifica conmigo" p.23. Pero el río cargará su cruz " Soy el cuento de una cruz que sufre/pero no soy el pez que se hace evidente/ en un anzuelo por la garganta" p.33 El nacimiento de un río tiene sus apóstoles de culto, los poetas “Camina niño viajero/ como yo el río/ que lleva el árbol/ crucificado en ramas” p.41. Hay también cruces blancas en cementerios de arena.
El solemne río Marañón-amigo suspira en el aguacero, es la inquietud del sufrimiento, el río que no habla, río que hace suyas a las mujeres y al canto del poeta. Las pozas turbias no amedrentan al río alegre de libertad. ¡Oh Marañón! Devuélveme el agua de la lluvia/ en fruto:/ un hombre nuevo” p.47 el poeta se despersonaliza y le ofrece su vida en este río inmortal con sus duendes y duendecillos vigilantes. Los hombres entre los payos, con el playero desde su huaro, cuando canta el pugo, con el color de los guayos, junto a los huarangos, la pitaya y las cucuyas.
Un poemario notable que nace en la misma orilla del río Marañón y que es bienvenido en toda antología del porvenir y por venir.
El poemario consta de tres partes diferenciadas, Camino de serpiente, Amor de quebrada y Marañón en esta última es la que el poeta habla con él río.
Los ríos vistos desde la estratosfera hacia el planeta tierra, se asemejan a las venas -fuentes sanguíneas- de las personas. Entre los pobladores autóctonos del norte de Méjico, existía la creencia que la sangre de los difuntos se fusionaba en la biomasa de los ríos, principalmente entre los caídos en combate.
La masa acuática de los ríos sirve de sustento de vida natural a los pobladores, además de ser en curso un medio de transporte. Por la senda de los ríos se trazan caminos o cruzan puentes, (la poesía es un puente entre dos soledades dijo Jaime Sabines), y por más dinamitazos el río encuentra su cauce. El poeta proviene del río primigenio que asemeja el líquido amniótico. El murmullo de un río distorsiona o imita al cri cri de un grillo. Anotamos esto “Pero cuando silbas con la libertad del viento,/ eres el río que no habla”, el fulgor de una luciérnaga lo refleja y el río que responde como una luz votiva en sus aguas, acompañada de cómplice luz lunar. El poeta Roger García en nombre de todos los humanos, además de la fauna y flora de la selva peruana le agradece al río-vida-eterna. Esta paráfrasis asentamos 'cuando hay río hay esperanza'. El poeta Roger ha necesitado ser poeta para reverenciar al río o el río-hermano. En forma latente dice: "Sería el dolor de los puentes o de las flores" p.20. Suele ser común que los ríos caudalosos derrumban puentes y se culpabiliza a los ríos injustamente.
El fluir de los ríos asemejan la continuación de una vida en movimiento, los remolinos provocarán muertes dolorosas donde testigos son rocas y piedras = quietud. Las personas, fauna y flora silvestre subsisten gracias a los ríos y su encantamiento mítico de creencias populares, cantos de sirena. "Eres el camino de serpiente/ que con ojos de luna verde/ embrujas a los hombres/ al día o la muerte" p.15. La simbología es consistente en la representación humana que hace del río. Con un mismo madero -"un bejuco de árbol caído"- se puede hacer una cruz. "Cuando muera,/ lloraré en cada madera/ o ajetreo/ que se crucifica conmigo" p.23. Pero el río cargará su cruz " Soy el cuento de una cruz que sufre/pero no soy el pez que se hace evidente/ en un anzuelo por la garganta" p.33 El nacimiento de un río tiene sus apóstoles de culto, los poetas “Camina niño viajero/ como yo el río/ que lleva el árbol/ crucificado en ramas” p.41. Hay también cruces blancas en cementerios de arena.
El solemne río Marañón-amigo suspira en el aguacero, es la inquietud del sufrimiento, el río que no habla, río que hace suyas a las mujeres y al canto del poeta. Las pozas turbias no amedrentan al río alegre de libertad. ¡Oh Marañón! Devuélveme el agua de la lluvia/ en fruto:/ un hombre nuevo” p.47 el poeta se despersonaliza y le ofrece su vida en este río inmortal con sus duendes y duendecillos vigilantes. Los hombres entre los payos, con el playero desde su huaro, cuando canta el pugo, con el color de los guayos, junto a los huarangos, la pitaya y las cucuyas.
Un poemario notable que nace en la misma orilla del río Marañón y que es bienvenido en toda antología del porvenir y por venir.
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