“LA POESÍA NO ES UNA UTOPÍA, ES UNA CUESTIÓN DE PLACER Y DOLOR
QUE GUARDAMOS OCULTO EN NUESTRO SER”
“DETRÁS DE LAS VENTANAS” DE PAOLO ASTORGA
Por: Favio Álvarez Ojeda
“Detrás de las ventanas” de Paolo Astorga satisface íntegramente la unidad sensitiva del placer y del dolor combinándolo de un modo tal que marca un retorno prontamente de lo ya experimentado con nuevos indicios de satisfacción aliviando deseos incontrolables de goce por la posesión tangible que solo la palabra suele dar en algunos casos. Identifiquemos sólo una categoría racional de las tantas que nos muestra este gran poeta para poder graficar nuestro estado emocional detrás de la sombra de su obra para armonizar la coherencia receptiva que suele darnos cada vez que concluimos un poema y damos un hondo respiro para luego reflexionar y seguir en este gran universo. Hemos visto en algún momento esa puerta entreabierta para poder salir temerosos de allí. Aquí brota nuestro estado sentimental de manera inocente y frágil con imágenes conformando una resistencia compartida entre lo que se dice y lo que se pretende establecer logrando alcanzar un equilibrio cada vez mayor con una clara alusión hacia la libertad, llegando a establecer también indicios vinculantes dentro de la conducta creativa donde no hay límites para la imaginación. Quizás la palabra nunca lo resuma del todo. Así la literatura sumerge su debilidad frente al sentimiento. Aquí se desluce un progresivo ensimismamiento con un alto grado de lucidez receptiva, porque algo que te domina genera una identificación unívoca hacía su finalidad ya que te involucra conscientemente al entorno paralelo de muchas vidas dentro de un mismo cuerpo. No se produce ninguna resistencia más que el asentimiento volitivo del silencio y el susurro producto de la lectura de algo que satisface íntegramente. Nadie obliga a la mente a pensar como si estuviera usurpando un cuerpo. Es un mérito que la poesía rompa un arquetipo universal de índole psicológica: “hoy he leído con ojos que no fueron los míos”. Aquí podemos enfrentar una premisa que Astorga nos condicionó a leer con sus propios ojos, porque al igual que la suma de los micro-universos en la literatura nos da una realidad tangible de manera armoniosa y perfecta. Quién habría imaginado mejor, sólo Astorga, quien conoce bien los caminos de la liberación creativa. Y qué es la literatura, sino un bello pecado para el placer del alma.
Aparentemente podemos conectar en esta lectura una cohesión del silencio interior con la semblanza premedita de la reflexión impuesta por el sentimiento casi individualista del sentido común mostrada en todos los ojos que se abren al mundo en busca de la realidad cuasi-uniforme para luego formar un cuerpo armonioso de felicidad. Aun cuando las lágrimas suelen ser ajenas manchan nuestro rostro de manera invisible. Por más coherente que esté nuestro estado emocional la poesía puede irrumpir sobre la razón elevando la lucidez hacia un confín imaginario con estructuras de ensoñación. No todo lo que causa felicidad proviene de lo exterior. Algunas veces se arma en nuestro interior. La imaginación compensa ligeras variaciones en el alma cuando uno pretende alcanzar un cielo tan inmenso como el que Astorga nos muestra más allá de sus ventanas. Así la lectura conserva su fortaleza por sobre todas las artes. La vida no se reduce en un solo espacio, sino que abarca la universalidad existencialista del todo y es, sin duda, la palabra que nos vincula con todos estos espacios. Uno de los recursos predilectos del autor de las ventanas es otorgarle una visión predictiva del sentir con la intención de constituir nexos que muestran al futuro como una esperanza y una posibilidad absoluta hacia todo además del espacio invisible que sumerge toda realidad por más transparente que se muestre. Así las ventanas constituyen el ojo del universo por los cuales buscamos una originalidad por encima de la cotidianidad. La imaginación traspasa la realidad de manera consciente cuando no hay luz, pero cuando hay demasiada luz estas ventanas son los caminos que conducen hacia una verdad tan cierta como las palabras mismas cuando éstas toman un poder a la luz del silencio. El sentimiento queda, sin duda, vinculado con un paralelismo universal el cual guarda similitud con los acontecimientos que hacen de la palabra un don común para todos sin distinción alguna. He aquí la reflexión puesta en una expresión que nos hace suponer que tal vez podemos cambiar el mundo sin que el mundo deje de girar. Vayamos a la identificación del pensamiento ligado a la imperfección misma de la vanidad creativa. Un compromiso con el existencialismo es abrir las ventanas y ver más allá del horizonte de la cotidianidad. Y son los actos que determinan las cosas y las pasiones las que la construyen con tenacidad y libertad.
“Detrás de las ventanas” en definitiva advierte un panorama de soledad, porque la inteligencia también sumerge su irrealidad con dolor y silencio profundo para entrar en la vitrina de la lucidez.
El significado simbólico de Letanía subyace en una concertación predictiva, causal de variabilidad impuesta por el presente. Así el verso “Yo puedo morir y tú lo sabes” no sólo enfrenta un evolucionismo inquebrantable, sino entra la razón del “poder” inmerso en el sentimiento pudiendo transformar la secuencia existencial y el autor sabe que nada está dicho aun cuando todo esté ya escrito. No hay regla precisa para las pasiones, pero si muchos indicios de fragilidad que absorben la creatividad por encima de la razón misma. Es quizás una frase de fatalidad, pero adquiere un valor de una señal establecer un apotema de racionalidad, porque encierra un anhelo de voluntad.
De las tres ventanas, expuestas perfectamente, me identifico por la última, porque en ella también guardo la similitud receptiva: Aquella que nos da una luz aun cuando tengamos los ojos cerrados en unas “orillas sin retorno”.
Un libro que encierra enigmas que permiten vislumbrar la vida de un modo diferente. Felicidades, amigo Paolo, y gracias por tus palabras con anterioridad. Saludos cordiales.
Favio Álvarez Ojeda
San Juan de Pasto - Colombia, 22 de Agosto del 2011
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