sábado, 20 de agosto de 2011

“DEJADLO QUE SIGA CANTANDO” POR ROBERTO NÚÑEZ PÉREZ.



VERSIÓN 9

DEJADLO QUE SIGA CANTANDO

Por: Roberto Núñez Pérez

Tras escuchar a diversos poetas en el marco del Festival Internacional de Poesía en el Caribe, POEMARIO, me he reunido con mis compañeros del Colectivo Cultural Tren de Luna y, entretenidos con un café, hemos charlado espontáneamente sobre el arte de hacer poesía. ¿Por qué se escribe poesía? ¿Para qué? ¿Qué hace que un niño o joven decida escribir poemas? La poesía, se sabe, sirve precisamente porque no sirve para nada. Su inutilidad hace que quienes se acerquen a ella lo hagan desde el desinterés, desde la simple disposición a verse a sí mismos, y a los demás, en el poema.

Indudablemente la niñez juega un papel esencial en la vida del poeta (y del artista en general). En ella comienza a desplegarse la sensibilidad que permitirá más adelante al joven o adulto dotar las cosas de sentido. Una piedra ya no es sólo una piedra. Es la infancia en la que me recostaba. El río es el ahogado que se duerme en la plenitud de la tarde. No se es poeta porque se tenga una vida llena de aventuras, de desgracias o felicidad. La vida de un poeta puede ser monótona como la de William Carlos Williams o azarosa como la de Francois Villon. Se es poeta porque ya la piedra no podrá ser vista ni tocada de la misma forma. Al tocarla también vuelvo a mi infancia, a aquello que he amado y perdido. Como decía el torturado y siempre entusiasta Nazin Hikmet "Los cantos de los hombres son más bellos que ellos".

Nada tiene sentido: la vida, la muerte, la injusticia. El poeta lo sabe, o lo intuye. Entonces quiere llenarlo todo. Llenar de sí las cosas; llenarse él mismo de las cosas. Un poeta no necesita más religión que la suya: tan sólo aspira, como demandara Alfonsina Storni en su poema "Temptestad", a que la poesía lo venza. El poeta pareciera como si sobrara en esta sociedad, la cual sólo lo tolera, como afirmara José Agustin Goytisolo en su poema "Bajo Tolerancia", pero el desdén frente a lo poético tiene sus ventajas: El capital no crea poesía. La poesía no crea capital. Y eso le da al poeta libertad.

La sensibilidad del poeta lo lleva a vivir más intensamente que cualquier otro. Tal intensidad surge del dolor y lo lleva al dolor. Pero también lo lleva a buscar con ahínco el disfrute de la vida. Wang Wei escribió: /Aunque las flores de primavera se marchiten/ ¿por qué no quedarse un poco más aquí?" La intensidad con la que vive lo llevará a caminos aparentemente opuestos: A morir cómodamente en su alcoba o a arrojarse al Sena como lo hizo Paul Celan.

Sin embargo, el poeta es el espíritu de todos. Dice algo que los demás sienten, pero eluden, intentan olvidar. Por eso se estremecen cuando escuchan su voz. Por eso un día, quizá sin saberlo, cantan el poema, lo inscriben en el corazón. Nada hay más humano que la poesía. Permanecerá con nosotros mientras estemos aquí.

Después de tanto hablar hemos terminado nuestros cafés. La noche se adentra en los rincones. De los poetas habrá que decir las palabras de Rogelio Echavarría: "Dejadlo que siga cantando, porque está ebrio".

Roberto Núñez Pérez
4 de agosto de 2011

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