“HABITADO DE DAVID ORLANDO DEL ÁGUILA”
Por: Miguel Ildefonso
David Orlando del Águila Quevedo (Tarapoto, 1988), acaba de presentar su breve poemario Habitado (Ediciones Letra en Llamas, 2010). Además de ser uno de los primeros y buenos poetas de esta nueva década, David también es dibujante. Ya el poeta del noventa, Raúl Heraud, ha escrito sobre este conjunto: “Los poemas de David del Águila son el resultado de situaciones cotidianas extremas”. Y el poeta del dos mil, Paolo Astorga, en el prólogo, señala que su poesía: “es la representación ‘a pinceladas’ de la experiencia cercana al abandono y la desolación”. Y también el novísimo poeta Roy Dávatoc, en una reseña, afirma que “El poemario transcurre lento, angustiado, feroz.” Las experiencias intensas son plasmadas, efectivamente, por el poeta, con su fuerte carga lírica, pero matizadas con un hábil manejo del lenguaje, con precisión en sus imágenes, y la desmitificadora ironía, que hacen recordar a Eielson. Un excelente poemario, producto de su periplo por distintos lugares del Perú como Cusco y Lima. Su poesía, por eso, nos arrebata de nuestra materialidad, y nos hace habitar esas “nubes” con significado que son las palabras que, a su vez, habitan lo perenne. Aquí, una breve muestra.
Camino
Te encontré a mitad del camino
y nos quedamos a morir juntos,
fuimos muñecos de arena
al borde del mar.
Hasta que sólo fui yo, nada más,
en medio de todo lo que habíamos amado hasta matar:
Libros, juguetes, amigos, escuelas, padres, hijos, colores.
Y me quedé a convertirme en fantasma
Más cerca de la muerte que a tu recuerdo.
Entonces, ya ni siquiera fui yo
y el camino desapareció también con la marea alta.
Nubes, tal vez ahora seamos nubes.
No Duermo
Si dejas que duerma esta noche
no soñaré contigo.
Grita, muerde,
haz bulla de batalla, golpea mi cuerpo
como si estuviese lleno de alimañas. No dejes que duerma,
que no despertaré aquí,
abriré los ojos en un país lejano en donde tú y yo seremos enemigos,
y no habrá beso al salir de la escuela
ni heladitos en el parque.
Floro 2
No creo en el único dios,
encontré muchos más en tu lengua,
tus palabras paren musas
y de ellas nazco yo de rodillas.
Dicen tengo alas
pero reboto en el ozono del planeta,
mientras del otro lado
una estrella se apaga,
otra se prende,
y sé que eres tú parpadeando.
Tu vientre se enrojece y con ello la galaxia.
Alrededor de este mundo,
que una vez en oraciones
dije te quedaba pequeño,
explota el universo,
salta un arcoíris de Júpiter a Neptuno,
un árbol crece en Marte,
dos pájaros se besan
sobre un meteorito incandescente,
estalla el átomo en tu cabello oscuro
creando una nueva noche.
Y yo alado,
golpeando el vidrio de mi cuarto,
un lapicero, un papel,
y un ruego celeste.
David Orlando del Águila Quevedo (Tarapoto, 1988), acaba de presentar su breve poemario Habitado (Ediciones Letra en Llamas, 2010). Además de ser uno de los primeros y buenos poetas de esta nueva década, David también es dibujante. Ya el poeta del noventa, Raúl Heraud, ha escrito sobre este conjunto: “Los poemas de David del Águila son el resultado de situaciones cotidianas extremas”. Y el poeta del dos mil, Paolo Astorga, en el prólogo, señala que su poesía: “es la representación ‘a pinceladas’ de la experiencia cercana al abandono y la desolación”. Y también el novísimo poeta Roy Dávatoc, en una reseña, afirma que “El poemario transcurre lento, angustiado, feroz.” Las experiencias intensas son plasmadas, efectivamente, por el poeta, con su fuerte carga lírica, pero matizadas con un hábil manejo del lenguaje, con precisión en sus imágenes, y la desmitificadora ironía, que hacen recordar a Eielson. Un excelente poemario, producto de su periplo por distintos lugares del Perú como Cusco y Lima. Su poesía, por eso, nos arrebata de nuestra materialidad, y nos hace habitar esas “nubes” con significado que son las palabras que, a su vez, habitan lo perenne. Aquí, una breve muestra.
Camino
Te encontré a mitad del camino
y nos quedamos a morir juntos,
fuimos muñecos de arena
al borde del mar.
Hasta que sólo fui yo, nada más,
en medio de todo lo que habíamos amado hasta matar:
Libros, juguetes, amigos, escuelas, padres, hijos, colores.
Y me quedé a convertirme en fantasma
Más cerca de la muerte que a tu recuerdo.
Entonces, ya ni siquiera fui yo
y el camino desapareció también con la marea alta.
Nubes, tal vez ahora seamos nubes.
No Duermo
Si dejas que duerma esta noche
no soñaré contigo.
Grita, muerde,
haz bulla de batalla, golpea mi cuerpo
como si estuviese lleno de alimañas. No dejes que duerma,
que no despertaré aquí,
abriré los ojos en un país lejano en donde tú y yo seremos enemigos,
y no habrá beso al salir de la escuela
ni heladitos en el parque.
Floro 2
No creo en el único dios,
encontré muchos más en tu lengua,
tus palabras paren musas
y de ellas nazco yo de rodillas.
Dicen tengo alas
pero reboto en el ozono del planeta,
mientras del otro lado
una estrella se apaga,
otra se prende,
y sé que eres tú parpadeando.
Tu vientre se enrojece y con ello la galaxia.
Alrededor de este mundo,
que una vez en oraciones
dije te quedaba pequeño,
explota el universo,
salta un arcoíris de Júpiter a Neptuno,
un árbol crece en Marte,
dos pájaros se besan
sobre un meteorito incandescente,
estalla el átomo en tu cabello oscuro
creando una nueva noche.
Y yo alado,
golpeando el vidrio de mi cuarto,
un lapicero, un papel,
y un ruego celeste.
1 comentario:
Excelente, amigo. Es el primer gran paso de una carrera destacada y luciente.
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