Foto: archivo familiar del Dr. Luis León Herrera.
“RÉQUIEM POR UN HUMANISTA”
Por: Alejandro Tudela Chopitea
En vísperas del último proceso electoral, y casi ignorado después por el justo –y tantas veces postergado– otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, la noticia de la sensible muerte de Luis León Herrera (1925-2010), apenas mereció alguna nota. Tal vez así lo hubiese deseado su espíritu sencillo y bueno, pero no su proficua vida en el campo de las letras, y la deuda que con él tienen generaciones de universitarios y de quienes gozamos de su sapiencia y amistad.
Chiclayano de nacimiento y limeño por elección y gracia, fue abogado en sus comienzos, pero destacó nítidamente como docente y, especialmente, como hombre de letras y ensayista en distintos ámbitos del saber. En 1984 ganó el concurso El Cuento de las Mil Palabras organizado por la revista Caretas, y a lo largo de su vida su bibliografía resulta tan dilatada cuanto humanista: publicó “Cuentos Fantásticos” (1958); “Ensayo sobre Franz Kafka” (1974); “Literatura Alemana: Schopenhauer” (1976); “Filosofía Alemana” (1976); “Ciertos y Reales” (1983); “Cuatro Escritores Judíos” (1984); “Ensayos sobre Literatura Portuguesa” (1984); “Cánticos de Agua” (poemario, 1985); “Animalia” (1985); “Inventario de mi Alcoba” (1989); “Confidencias de una Anciana” (1998) y “La Mujer. Ese extraño Ser” (2001), además de numerosos artículos y narraciones cortas en innumerables revistas y periódicos como El Comercio y EXPRESO, por no añadir su copiosa obra inédita en manos de Vicha –su querida esposa– y sus tres hijos.
Sólo por esto Lucho mereció una mayor despedida, aunque la vanidad nunca fue con él, ni tampoco los homenajes. Si algo más quisiéramos destacar es su espíritu inquieto y solidario que no hacía diferencias ni con las edades ni con la gente. Lo vimos con frecuencia en la redacción de El Dominical con el entrañable tío Paco, y siempre gozando todos de sus lecciones “contrafácticas” entretenidas y aleccionadoras.
Cómo hubiésemos deseado que la triste noticia de su muerte fuese otra de sus travesuras contrafácticas y que lo tuviésemos de nuevo disfrazado de “Fausto” en las veladas que pasábamos en familia. Lucho, gran humanista y hombre bueno, gracias por tu vida. ¡Amén!
20/10/2010
Fuente:
Diario “Expreso”
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