lunes, 26 de octubre de 2009

Faunos y ninfas en la ciudad por Miguel Ildefonso.


"FAUNOS Y NINFAS EN LA CIUDAD"

Por: Miguel Ildefonso

Poemas faunos (Maribelina. Casa del Poeta Peruano. 2009) de Joan Viva nos remite a una función primordial de la poesía, a la de unir trascendencia y cotidianeidad, y, a través de ambos imaginarios, conquistar ese oscuro deseo, el del amor. Joan nos recuerda que la vocación suprema del poeta es “ser humano y libre”. Para ello, apela a la visión vallejiana de la ética y la solidaridad. En una Lima gris, nublada, “todo sigue paralelo/ nada se transmuta”; el poeta traza su recorrido con una doble mirada: la de la crítica y la del deseo. Parte de la deshumanización de una ciudad, para adentrarse en su nocturnidad, lo cual lo conduce al sueño: la arena, el bosque que “agoniza sediento”, o el lago donde habita el fauno y el “ave que aun no alza vuelo/ que no sabe de horizontes”. La noche es eterna, la luna lo guía, y el lago convoca a la amada, para que el fauno-poeta se reencuentre con la naturaleza perdida, y, por ende, con todo lo humano, con la desesperada pasión del deseo. Es por eso que le dice al poeta urbano: “Te vi Poeta/ recogiendo papeles/ para luego arrojarlos al cielo”.

El presente poemario de Joan Viva es la serena crónica de los encuentros con los universos gozosos de la poesía, en un mundo lleno de escepticismo: “Mientras un caramelo se deshace en mi boca/ golpeando feroz entre mis dientes/ recordaba los ríos desbordados/ que lo arrasaban todo”, nos dice en una suerte de epifanía. Pero el conflicto nace con la conciencia de la fugacidad del amor, el amor o el deseo que se extingue. Lo que halla la poesía son esos encuentros fortuitos en que se conjuga la soledad y la belleza de la libertad, herencia del Romanticismo. En esa línea recordamos a Mario Benedetti y a Jaime Sabines. Pero no solo el fauno recorre “las entrañas del lago suave que sondea” el cuerpo de la amada, en el cual se reflejan los viejos amores; también lanza su crítica a la institución de la poesía, o mejor dicho a ciertos poetas, hablamos del poema Apocalipsis. Y lo mismo a la iglesia, con el poema Estigmas. O recrea la modernidad en el poema Ciberespacio. O se regocija con el poema erótico Longinus. O reclama justicia en El cielo por asalto. El poeta que va por las “Avenidas agrietadas por el infortunio” sabe que la palabra es su mejor arma contra la muerte o contra el caos. El futuro está en el pasado, somos seres mágicos como los faunos porque el amor aun nos hace tirar papeles al cielo. Eliot decía: "En mi comienzo está mi fin, en sucesión se levantan y caen casas,/ se desmoronan, se extienden, se las retira, se las destruye, se las restaura,/ o en su lugar hay un campo abierto, o una fábrica, o una circunvalación./ Vieja piedra para edificio nuevo, vieja madera para hogueras nuevas,/ viejas hogueras para cenizas, y cenizas para la tierra, que ya es carne,/ piel y heces, hueso de hombre y animal, tallo y hoja de maíz./ Las casas viven y mueren, hay un tiempo para construir/ y un tiempo para vivir y engendrar,/ y un tiempo para que el viento rompa el cristal desprendido/ y agite las tablas del suelo donde trota el ratón de campo,/ y agite el tapiz hecho jirones con un lema silencioso.”

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