domingo, 11 de octubre de 2009

“El paisaje de los desposeídos” por Marcela Robles.


“EL PAISAJE DE LOS DESPOSEÍDOS”

Por: Marcela Robles

Tiene 56 años y acaba de ganar el Premio Nobel de Literatura, distinción que se entregará como todos los años el 10 de diciembre. Ese día, Herta Müller recuperará la voz, porque —según sus primeras declaraciones a la prensa— por el momento se ha quedado muda de asombro. Müller, novelista, poeta y ensayista, es la duodécima mujer en obtenerlo en los más de cien años que lleva entregándose el galardón desde que fuera instituido en 1901.

Nacida en 1953 en la ciudad de Nitzkydorf, en Rumanía, Müller estudió literatura rumana y alemana en la universidad del oeste de Timisoara. En ese entonces ya era parte de un grupo de escritores defensores de la libertad de expresión durante la dictadura de Ceaucescu, ejecutado por genocidio en 1989. A finales de los años 70, la joven Herta fue despedida de una empresa de ingeniería donde trabajaba como traductora por no colaborar con la policía secreta del régimen comunista rumano. Müller capeó el temporal dando clases de alemán en guarderías, hasta que finalmente, en 1987, se exilió en Alemania, adonde viajó con su marido, el novelista Richard Wagner.

De ascendencia alemana, Müller es hija de granjeros suabos (término genérico para referirse a los alemanes étnicos que vivieron especialmente en el valle del Danubio). Su primer libro fue publicado en 1982 en Rumanía y apareció solo en versión censurada; poco después se le prohibió seguir publicando en su país, aunque sus libros eran muy leídos en Alemania y Austria.

Entre los elogiosos comentarios sobre su obra figuran la calidad de los relatos acerca de las duras condiciones de vida en su país; la realidad de un pueblo alemán sojuzgado, descrito a través de la mirada de una niña. Como dato curioso, para el crítico Friedrich Christian Delius, en los elementos legendarios de algunas de sus narraciones aparecen recursos utilizados por el mexicano Juan Rulfo en su novela “Pedro Páramo”.

Müller ha sido profesora invitada en varias universidades, y residente en la de Berlín. Ha obtenido cuantiosos premios y es miembro de la Academia Alemana de Lengua y Literatura. En 1997 abandonó el PEN Club como forma de protesta por la decisión de reunir las asociaciones de Alemania del Este y del Oeste tras la caída del Muro de Berlín.

Cuando se anunció el pasado jueves que había ganado el Premio Nobel de Literatura, se reconocía “su capacidad para describir el paisaje de los desposeídos”. Sus obras han sido traducidas a 21 idiomas, y algunas de ellas publicadas en España por las editoriales Siruela, Mondadori y Plaza & Janés: “En tierras bajas”, “La piel del zorro”, “La bestia del corazón” y “El hombre es un gran faisán en el mundo”, que ya está en librerías limeñas.

Para quienes les interese hacer una retrospectiva, las escritoras que han obtenido este honor han sido la sueca Selma Lagerlof; la italiana Grazia Deledda; la noruega Sigrid Undset; la estadounidense Pearl S. Buck; la chilena Gabriela Mistral; Edith Sachs (judía de origen alemán que luego adoptó la ciudadanía sueca), distinguida junto con el israelí Samual Josef Agnon; la sudafricana Nadine Gordimer; la estadounidense Toni Morrison; la polaca Wislawa Szymborska, la británica Doris Lessing y la austríaca Elfriede Jelinek.

Señores de la academia, señor Englund (nuevo vocero y secretario permanente), hay que continuar leyendo a más mujeres, y especialmente a escritores de otros continentes. Hablando de desposeídos, el mundo entero está lleno de talentos que esperan ser reconocidos, y en Latinoamérica abundan.

11/10/2009

Fuente:
Diario “El Comercio” / Suplemento "Luces".

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