sábado, 24 de enero de 2009

El regreso del marinero: Herman Melville poeta

UN HOMBRE COMPLEJO.
El Melville más profundo no fue valorado por sus contemporáneos

En el siglo XIX, tras el temprano éxito de "Typee" , fue incomprendido y luego olvidado. Para el siglo XX fue el autor de "Moby Dick", "Bartleby" y "Billy Budd". Ahora se lo comienza a considerar como autor de poemas a la altura de Walt Whitman o Emily Dickinson. Esa obra poética, que permanecía inédita en nuestro idioma, hoy puede conocerse aquí en una reciente antología.

Por Juan Bautista Duizeide

En 1857 -el mismo año de "Madame Bovary" de Flaubert y "Las flores del mal" de Baudelaire- apareció "The confidence man" , traducida al castellano como "El estafador y sus disfraces" y también como "El embaucador" . Es la última novela publicada en vida por Herman Melville. Como los del protagonista de esa obra, que lleva el revelador subtítulo de "mascarada" y es entre otras cosas un homenaje a los poderes de la ficción, los rostros con los que su autor se presentó a las sucesivas generaciones de críticos y lectores fueron variando.

Para sus contemporáneos, Melville fue un narrador que se malogró tras escribir una novela tan promisoria como "Typee" (1846), relato autobiográfico de su deserción de un buque ballenero en Nuku Hiva, la mayor isla del archipiélago de las Marquesas, en el Pacífico. Con "Omoo" (1847), "Mardi" (1848), "Redburn": su primer viaje (1849) y "White Jacket" (1850) no logró emular el éxito de aquella entrega inicial que fue su mayor triunfo. Después Melville terminó perdiéndose en los laberintos de una prosa oscura y recargada de implicancias metafísicas, empeñado en publicar novelas como "Moby Dick" (1851) y "Pierre" (1852), cuyo simbolismo abstruso confundía al público. La falta de repercusión de sus libros lo hizo renunciar a la carrera de narrador profesional y concentrarse durante veinte años en sus tareas como aduanero del puerto de Nueva York.

Si bien había recuperado en parte la estima general con los relatos que fueron apareciendo en el Putnam´ s Monthly Magazine -luego recopilados en el volumen "The Piazza tales" (1856)-, a su muerte, en 1891, era casi un desconocido. Según consigna Lewis Mumford en su biografía, el periódico literario del día, The Critic , ignoraba quién era cuando hubo que redactar el obituario. El Melville más profundo se les escapaba. En cambio, valoraban las virtudes menores lo volvían más accesible. Pueden leerse como advertencia al respecto -y a la vez como arte poética- unos versos de su poema breve "Fuentes solitarias": "no mires al mundo con ojos mundanos/ ni cambies con el clima de los tiempos".

Durante años se pensó que la poesía, a la que le consagró en exclusividad las últimas tres décadas de su vida, fue una especie de refugio ante tantos traspiés. Pero hoy la tendencia crítica es considerarlo como un poeta de tiempo completo, incluso a la altura de sus compatriotas Emily Dickinson y Walt Withman. Sin embargo, más de un siglo después de la aparición de "Battle pieces" (su primer libro de poemas) y setenta años después de la primera traducción de Moby Dick al castellano, la poesía de Melville permanecía inédita en nuestro idioma. La reciente edición en Buenos Aires de "Lejos de tierra & otros poemas" (Bajo la luna), una antología seleccionada y traducida por el argentino Eric Schierloh, autor además de las notas y el prólogo, viene de algún modo a poner remedio a ese olvido (ver recuadro).

Tras publicar "The confidence man" , Melville escribió cuatro libros de poesía - "Battle pieces , Clarel , John Marr and other sailors y Timoleon"- y tres obras que combinan prosa y poesía. También había incluido poemas en las novelas Mardi y Moby Dick; cada uno de los diez sketches narrativos que forman Las encantadas está precedido de un breve poema; y "Billy Budd" concluye con el poema "Billy en cadenas".

Pero ya sea que estuviese escribiendo en prosa o en verso, Melville siempre procedió de manera similar. Su uso de las palabras, de las cadencias, de los ritmos, de las imágenes, de las aliteraciones, de los símbolos es siempre el propio de un poeta. Por eso resulta de tan difícil traducción. Y cuanto más se avanza en el estudio de su vida, mayor es la evidencia respecto de la lectura y el estudio que emprendió tempranamente de los poetas clásicos griegos y romanos, así como de Milton, Spenser, Shakespeare y los románticos.

El joven Herman Melville, descendiente por rama paterna de revolucionarios independentistas y vinculado por rama materna con una de las familias más acomodadas, los Gansevoort, vivió el drama del desclasamiento. Cuando tenía 13 años falleció su padre, que había caído en bancarrota durante la crisis financiera de 1826. Sintió que el mundo se cerraba alrededor de él, escribió Mumford. Frustradas sus ambiciones de ir a la Universidad, de convertirse en orador, en un gran viajero o en general, su primera compensación fue la lectura y luego lo fueron los viajes que emprendió como marinero raso.

Durante las tres primeras décadas posteriores a su muerte, acaecida en 1891, el desprecio y el olvido postergaron su obra. Ya en 1917, Carl Van Doren incluyó en la Cambridge History of American Literature capítulos dedicados a la vida de Melville y a sus primeras novelas. En 1921 Raymond Weaver, que accedió gracias a la nieta del escritor a manuscritos y documentos nunca revisados hasta entonces, dio a luz su primera biografía. En 1923 el novelista y poeta inglés D. H. Lawrence publicó "Estudios sobre literatura clásica norteamericana" . Dos de sus doce capítulos están dedicados al autor de Moby Dick . Allí escribió: "Para mí el vidente más grande y el poeta del mar es Melville". Pero sin dudas el hito del primer renacimiento melvilliano es 1924: ese año aparecieron los tomos XIII y XVI de la edición Constable de sus obras completas, que contienen la hasta entonces inédita novela corta Billy Budd, marinero y los libros de poesía Battle pieces , John Marr y otros marinos y Timoleon , así como poemas sueltos.

En 1991 se publicó la edición crítica de Clarel . Ese año puede fijarse como fecha de inicio de una nueva fase de interés por la obra de Melville, centrado ahora en su poesía. Posteriormente fueron apareciendo Herman Melville: the making of a poet , de Hershel Parker (autor de una completísima biografía en dos tomos); The poems of Herman Melville , editados por Douglas Robillard y una edición facsimilar de John Marr y otros marinos que incluye reproducciones de manuscritos del autor y pruebas de galera. Del 2006 es Selected Poems, antología de Robert Faggen que incorpora piezas póstumas e inéditas. Y el periódico especializado Leviathan tituló su número de octubre de 2007 Melville the poet .

Más cerca, en Montevideo, se realizó recientemente el coloquio "Melville, Conrad: Imaginarios y Américas", cuyas ponencias fueron publicadas en libro por la Universidad de la República. Y es un uruguayo, el novelista Tomás De Mattos, quien aporta una de las hipótesis más interesantes acerca del nuevo interés por Melville centrado en su faz de poeta.

De Mattos publicó en 1996 "La fragata de las máscaras" , una reescritura del relato "Benito Cereno", de Melville, que narra la simulación realizada por un grupo de esclavos amotinados a bordo del Santo Domingo, para evitar que el capitán Amasa Delano, quien se acerca a la nave por creerla en apuros, cobre conciencia de sus verdaderas circunstancias. Conforman la nueva versión urdida por De Mattos una serie de cartas dirigidas a Melville por distintos corresponsales, que le confían detalles desconocidos del motín e incorporan la visión de los propios esclavos. De Mattos señala que su reutilización de la trama melvilliana se justifica:

Herman Melville es un hacedor de mitos que, al igual que los clásicos, pueden ser recreados por distintas generaciones y con distintos lenguajes. Desde uno muy pequeño, como el escribiente Bartleby, hasta la ballena blanca, inmensa, o el capitán Ahab como aprendiz de brujo, como destructor de la naturaleza, muy actual, muy cercano a lo que es el poder hoy. [...] Melville, como la buena poesía, asalta al lector no sólo en el plano racional sino también en el irracional. Me sorprenden sus intuiciones, sus paralelismos con Freud, con Nietzche, con Marx. Y que tenga éxito en las épocas más atormentadas. En cambio, cuando el hombre vuelve a sentirse seguro, no quiere saber nada de esas oscuridades.

La marea de la historia ha subido: el marinero, el místico, el poeta Herman Melville está de vuelta entre nosotros.

Sábado 24.01.2009

Fuente:
http://adncultura.lanacion.com.ar/

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