miércoles, 28 de enero de 2009

Homenaje (tardío) a Eduardo de la Cruz Yataco

Eduardo de la Cruz Yataco

A un año de su repentina muerte y del fuerte estremecimiento que me causó

No puedo dejar pasar por alto algunas palabras para quién en vida fue uno de los grandes gestores y trabajadores infatigables de la literatura infantil y juvenil en el Perú. Me refiero nada más y nada menos a la figura del siempre motivador Eduardo de la Cruz Yataco.

Tuve la oportunidad, el gusto y el honor de haberlo conocido -y la sensación fue enorme- el año 2006 en un encuentro de la APLIJ en la escuela de post-grado de la universidad “Enrique Guzmán y Valle” La Cantuta. Evento que, por cierto, me llenó de satisfacción los ojos y que él desde su cargo supo a bien dirigir. Desde ese entonces mi pensamiento cambió y yo fui otro.

Haciendo un paréntesis, debemos reconocer que en nuestro propio país hay mucha malicia y harto palo con respecto a la LIJ (rótulo menor, según dizquen los entendidos). Yo tan solo puedo decir que lo que es insignificante para algunos es valioso para otros. Y eso tú me lo demostraste, Eduardo.

Hablando ya en el aspecto intelectual y creativo, tus libros me sirvieron y me sirven de mucho en el colegio. Te pongo como ejemplo, tan solo uno de los tantos que tienes. Trabajar con tus textos siempre fue una delicia, algo fácil y divertido. Cómo puede olvidarse uno de ese hermoso libro anaranjado titulado “Literatura Fantástica para Niños”. Libro clásico. Además, debo confesar que por ti conocí a Gianni Rodari y su aspecto lúdico e imaginativo. Y todo en mí se hizo relato y juego.

Cómo no agradecerte ese gesto que tú y yo compartimos por teléfono un día. Y de la cual fueron testigo dos personas. Humano gesto del cual no me voy a olvidar así de fácil, maestro de maestros. Aunque yo haya sido contigo un alumno de paso al vuelo, o quizás, tan solo, un ávido conocedor de tus consejos.

Hoy en este mes en que te recuerdo Eduardo: “brillan las estrellas con tu nombre en mi corazón y mi cerebro”. Pues nadie podrá poner en tela de juicio tu innegable calidad de maestro, escritor y persona. Pues tú lo dejaste todo hasta las últimas etapas de tu vida sin cansancio, en favor de la niñez y de la juventud como un niño.

Así era él… un niño siempre alegre, un gran amigo, nunca en el olvido.

Descansa en paz con los niños
Con esa creatividad que nos enseñaste a todos
Algún día.

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