lunes, 13 de junio de 2011

“JOSÉ JIMÉNEZ Y SU LLUVIA DE CENIZAS” POR RAÚL JURADO PÁRRAGA.

“JOSÉ JIMÉNEZ Y SU LLUVIA DE CENIZAS”

Por: Raúl Jurado Párraga

Jovencito caminando con su ingenuidad por la UNE. Estudiando a "sorbos" la vida. Así camina José Jiménez Cruz (San Ignacio, 1990) con un pequeño libro de poesía editado por Paolo Astorga en su colección: Universo de bolsillo (Ediciones Letra en Llamas, 2010). Con anterioridad Jiménez Cruz, ha publicado un libro de poemas en versión digital “Estampas de la Tierra” (2009) donde la poesía de Jiménez Cruz se vinculaba al espacio terrígeno de su lejana Cajamarca. Sus versos dejaban ver la simpleza de lo natural, la recreación de lo cotidiano que circulaba como un canto visceral a la tierra. Hoy con su nuevo libro Lluvia de cenizas el joven poeta ha dado paso al “canto existencial del migrante” reflejada en varios poemas donde se “relata la nostalgia del sujeto perdido en la urbe, la soledad del silencio que se resiste a convertirse en dolor porque al medio se halla la palabra que no deja al hombre en la simple soledad sino que lo convierte en un estandarte para hacer poesía”. El amor, la duda incierta son otras constantes en este libro. “tu imagen no se desprende de mis almohadas/ Afuera sigue lloviendo cenizas de olvido” (p.20) dice como lamento a la mujer que hace decir al poeta: “Hace mucho tiempo / el amor escribe/ y nunca se cansa”. (p. 38) El poeta hace el esfuerzo de afirmar su palabra, pero el tedio y la gran ciudad lo captura. Por momentos la voz, del poeta se quiebra y nos va dando muestra de un callejón sin luz: “Mi corazón simplemente es un vacío” (p.30) “Veo un cielo en tinieblas/ un relámpago de silencio” (p.39) Lluvia de cenizas recrea con tierna tristeza la soledad del hombre, su periplo por el amor, el vacío de una ciudad que recibe el cuerpo de un nuevo migrante, el asombro doloroso de la calles, los parques, los bares y la imagen del desamor o la búsqueda permanente de los pasos del caminante que no volverá a la tierra. Lluvia de cenizas es un canto a la nostalgia, a la poesía como máscara que enturbia la soledad y le da vida. Jiménez Cruz con paciencia va escribiendo poemas que van adquiriendo prestancia. Este segundo libro confirma su fuerza y esa libertad natural para decir el nombre de las cosas. Un abrazo y a seguir exprimiéndole belleza a la vida.

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