martes, 31 de enero de 2012

CULMINA “I FESTIVAL DE POESÍA PÁJARO AZUL” EN AYACUCHO.



“DIECISEIS POETAS DE DISTINTOS LUGARES DEL PAÍS VISITARON AYACUCHO”

Por: Ricardo Ríos Arias

La idea de un Festival de Poesía surgió en noviembre del 2011, cuando algunos de nuestros poetas fueron invitados al Festival de Poesía en San Luis, la idea de que los poetas interactúen directamente con la población nos sedujo irremediablemente, había que trasladar la experiencia.

Concertamos con Hugo Velazco, lúcido escritor huancaíno, así como con otros participantes del evento la realización de un nuevo festival, esta vez en Ayacucho, la fecha fue propuesta allí mismo finales de enero del año siguiente.

Los preparativos se iniciaron en diciembre, el colectivo editorial hizo contacto con diversas empresas y autoridades de la región. El entusiasmo era evidente.

A través de Facebook creamos la página “Festival de Poesía Pájaro Azul” y el Evento del mismo nombre, la adhesión fue inmediato y masivo, casi un centenar de personas se anotaron para asistir.

Y aunque la llegada de los poetas prevista para el 25 de enero tuvo algunos inconvenientes, por el atraso de algunas unidades de transporte y el accidente felizmente leve que sufrió el bus en que viajaba Danitza Crosby, la recepción fue sumamente emotiva.

Patricia Tauma y Enrique Caro de Huancayo y Marlon Maravi de Huánuco fueron los primeros en llegar, a ellos se sumó la delegación de Cielo de Pasco –como le llaman irónicamente los poetas a la ciudad devastada por la angurria metálica-, Luis Puris, Albert Estrella los pirotécnicos geniales y Bruno Collqui proveniente de Lima, aunque cerreño también de corazón.

Cuando terminamos de desayunar en el restaurant del gran amigo Hildebrant –“El Triunfador”- llegaron Manuel Luque y César Pineda, dos poetas capitalinos sobrios, talentosos y adversos al circo de las vanidades en que se debaten los poetas limeños y algunos de los talentos nacionales.

La inauguración. Sencilla pero sentida, luego de las palabras del organizador Ricardo Rios hablaron los poetas César Pineda y Cayo Santos, el tema central del debate, el rol del artista y su responsabilidad con la sociedad en los momentos de crisis espiritual que atravesamos, empezaban ya a perfilarse en los discursos.

En la tarde se continuó con ese mismo tema, las posiciones fueron varias, el poeta Sergio Castillo marcó un derrotero basado en su larga trayectoria y una poética limpia y directa. Cayo Santos consecuente con su prédica de cantor popular, de poeta del pueblo, se abstuvo de participar luego de una larga discusión en la que intervinieron varios, incluido el joven Luis Puris quien aportó su punto de vista, elástico y engañosamente anárquico.

En conclusión se habló de la perseverancia y del largo camino por recorrer, vislumbrándose una esperanza en la creación de más ramificaciones a la red de poetas periféricos y partidarios de asumir una auténtica responsabilidad frente a la humanidad como proceso y como especie.

Las intervenciones. Aunque no es algo nuevo en el sentido técnico, el motivo de las intervenciones basado en una filosofía de participación espontánea de la población, fue quizá el aspecto más innovador del Festival.

La idea no era sólo brindar espectáculo sino inquietar al público, llamar la atención sobre un hecho real y concreto, la cultura de la sobrevivencia en que nos encontramos sumidos. El espectáculo y la diversión, tal como las plantea el aparato mediático de esta sociedad es complementario a la filosofía consumista que mecaniza y destruye el alma humana.

Los actos cruciales fueron dos: uno en las inmediaciones del mercado Nery García, otro en el Terminal Terrestre.

El contacto. Uno de los aspectos no previsto en la programación del evento fue el contacto que se estableció entre los poetas y la urbe, el caso más evidente de esto fue la visita al cementerio allí Albert Estrella, Luis Puris y Bruno Colqui innatos observadores dieron rienda suelta a su imaginación haciéndonos notar algunas particularidades de nuestro imaginario que muchos parecemos no querer recordar, la tumba de la poeta o el peculiar epitafio del abogado, hechos que nos marcan como ciudad y como colectivo de cara a nuestro devenir y nuestro porvenir.

Conclusiones Finales.

El evento con todas sus limitaciones de organización y convocatoria fue un primer paso hacia la implementación de una estrategia de recuperación de los espacios cotidianos para las personas, no hablamos del “entretenimiento” como comúnmente se concibe sino de que las personas puedan actuar con cada vez mayor libertad, cantar, bailar, reír, soñar, crear sin que nadie les diga que eso no se hace en ese lugar.

El próximo paso es recuperar espacios públicos, muros, calles, avenidas, parques y jardines. El espíritu del Pájaro Azul vuele libre entre la jungla de cemento.

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