“LA ESTACIÓN DE LA MUERTE DE MANUEL LUQUE”
Por: Miguel Ildefonso
LA ESTACIÓN DE LA MUERTE de Manuel Luque es el estado puro de la melancolía y la rebeldía de un corazón urbano golpeado por el cemento de cada estación en que aterriza el alma. Lima en su esplendoroso invierno gris es el protagonista de estos poemas de diferentes ritmos y melodías, alaridos metálicos que oímos cuando viajamos en bus o combi o caminando por las polvorientas veredas de esta ciudad tantas veces mentada por la poesía. ¿Adónde nos llevará la poesía con su letanía? Pues a ningún lado. La poesía es un tránsito perpetuo. Yo pensaba que la década del 90 fue una época de cambios, de transiciones; sin embargo, esas vertiginosas traslaciones de los paradigmas, de las sensibilidades, del poder, van cambiando sin cesar. Es decir, simplemente el tiempo entró a ser movimiento perpetuo, viajes, fugas, nada permanece estático; podría decir, al modo Paz, el movimiento es la marca de estos tiempos. Por eso esta estación de papel, que nos entrega Manuel Luque, es una parada para poder ver lo dejado, o lo que nos dejaron, o lo que llevamos y perdimos en el camino (Como el amor o la muerte), y lo que puede venir en ese horizonte nebuloso, en ese futuro también inconstante y efímero. Sólo la palabra queda.
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