lunes, 28 de mayo de 2012

“CONVERSATORIO DE LITERATURA PERUANA ACTUAL” EN LA I. E. P. SANTA ROSA DE HUACHIPA.



“CONVERSATORIO DE LITERATURA PERUANA ACTUAL”

Participan:

Miguel Ildefonso
César Pineda
Favio Álvarez
Daniel Mogollón
Gary Alminagorta
Manuel Luque

Taller de Cuentacuentos:

Gabriela Sánchez Calero

Día: Miércoles 30 de mayo
Hora: 4:00 p.m.
Lugar: I. E. P. Santa Rosa de Huachipa

Ingreso Libre

lunes, 21 de mayo de 2012

“LA POESÍA ES UN TRABAJO DIFÍCIL”. TALLER A CARGO DE MIGUEL ILDEFONSO



“LA POESÍA ES UN TRABAJO DIFÍCIL”
TALLER A CARGO DE MIGUEL ILDEFONSO

La poesía es un trabajo difícil, es el título del taller de seis sesiones dirigido por el escritor Miguel Ildefonso (1970), a cargo del Grupo Editorial Mesa Redonda. Librería Perú se entrevistó con el poeta para conocer un poco más sobre su experiencia como un inspirado orfebre de la palabra, que transpira con técnica, espíritu y disciplina.

1.- ¿Por qué la poesía es un trabajo difícil y tan gratificante al final?

- En los primeros libros que uno termina, el artista, si tiene el talento y conocimiento necesarios, puede plasmar una voz fresca, relativamente nueva o auténticamente nueva. La poesía, como todo arte, exige evolución. Lo que al inicio era pura dinamita creativa o, en el peor de los casos, tan solo catarsis; luego se convierte en una disciplina, un trabajo del rigor y de la profundidad. Porque en el arte no hay retorno posible, hay reinvención, pastiche, diálogo, mas no vuelta. La historia se repite continuamente, porque los seres humanos viven repitiendo sus errores siempre. En cambio el arte no puede hacer eso, su camino es la perfección, y quienes empujan el arte son siempre los grandes seres humanos, aquellos que llamamos genios, por ejemplo. El arte se desarrolla conforme tomamos conciencia de aquel arte. Por eso es duro, difícil y gratificante a su vez. Pues por más consciente que somos de nuestro arte, no debemos perder la alegría vital, la espontaneidad, la locura o genio, el duende. La poesía es el trabajo del equilibrio.

2. ¿Sostienes una rutina fija para la creación, entre espacios para escribir y para “alimentarse”, para escribir y corregirse?

- He cambiado de rutina, ya no tan diario en la escritura, sino trabajando en libros concretos, rearmándolos. En parte hago más el trabajo de reescritura, explorando las posibilidades de las distintas estéticas que me interesan. Leer siempre, por supuesto, lo antiguo y lo nuevo. Actualmente tengo tres libros de poesía inéditos, nada breves. Son tres propuestas distintas que los vine escribiendo ya hace muchos años, y hoy cobran ya su madurez para que puedan salir a este mundo que parece leer y entender cada vez menos. Siempre me he movido entre la disciplina y la indisciplina. La poesía no es un matrimonio ni es un hábito, porque en realidad en la poesía no hay leyes; hay fórmulas, consejos, prácticas, usos, tendencias. Copiar es algo que se aprende, sí; pero no copiar también es algo que se aprende y es más difícil todavía.

3. ¿Qué actitudes o referencias pueden alimentarte y qué otras intoxicarte o entorpercer el trabajo? (estéticamente hablando)

- Experimentar siempre, estéticamente hablando, eso ayuda. El arte no es para estancarse en un solo soplo creativo. A no ser que se haya escrito El Libro. Hay poetas de uno o dos libros solamente, y ya para qué más. Lo que pasa con la poesía, más que con la narrativa, es que es un trabajo del espíritu también, exige de algún modo esa capacidad moral y casi mística para ofrecer al mundo un testimonio que tenga cierta pureza (como Rimbaud o Vallejo); el poeta realmente no quiere vender sus palabras, el poeta no ha nacido para vender palabras, frases o versos. En estos tiempos de crisis de valores, espiritualidad y fe, la poesía, que no posee dogmas, se encumbra como uno de los pocos reductos de la inmaterialidad y lo permanente. La poesía es un desafío al mundo. El poeta, aun más que el lector, siempre tiene que entender eso.

4. ¿Cómo percibes el panorama actual de la creación poética en el Perú?

- Mantiene un nivel bueno a comparación de otros países de hispanoamérica. Está entre la mejor; quizás se deba a que no hay auspicios para los poetas aquí en Perú. Quizás porque los verdaderos poetas no tienen que ir perdiendo el tiempo en conseguir recompensas constantemente por sus creaciones, ya que esas recompensas aquí no existen. Entonces hay más tiempo de pensar en escribir mejores poemas, y tiempo para volcarse en esa realidad cruda y sin condicionamientos.

5. ¿Es una cuota grande la de la inspiración, o es apenas un 10% imprescindible?

- Nadie se inspira de la nada y sin tener cierto conocimiento. Por lo menos es necesario el lenguaje. Y el lenguaje no es innato, es cierto que tenemos la capacidad de aprenderlo fácilmente de niños, al ir teniendo conciencia del mundo, al aprehender la realidad tal como nos la enseñan. Pero aprendemos a hablar, aprendemos a amar, aprendemos a pensar. La poesía exige mucho más que eso; nos obliga a aprender a callar, a amar más, a pensar de distinta manera. Y sobre todo nos exige a escribir mejores poemas, innovar, a mirar no solo nuestro ombligo y heridas, sino a los otros, al mundo que cada vez ve menos. La inspiración es fundamental, pero el conocimiento y la educación de la sensibilidad son también importantes porque alimentan a la inspiración. Conocimiento, técnica, disciplina, son las bases. La inspiración es el mecanismo, la puesta en marcha, la acción de estos componentes. Un taller de poesía te ayuda con esas bases. La inspiración, así como al hacer el amor, es cosa personal.

6. ¿Qué tan importante es leerse y corregirse, escuchar los comentarios ácidos y no solo los buenos?

- Hay poetas o escritores que desde un inicio no quieren oir sugerencias o críticas. Lo que sé, por lecturas de biografías o declaraciones de buenos poetas y escritores, es que ellos sí han sido abiertos. En el arte el fin no es el artista o el poeta o el narrador; el fin es el libro, el poema. Sino pregúntale a Eliot. Sino pregúntale a Flaubert, quien corregía maniáticamente, y que leía pasajes de sus libros en tertulias a sus amigos. El poema no tiene sentimientos, no es cierto que sea un ser vivo, no tiene ego. Esas cosas las tiene solo el poeta. El poema trasmite sensibilidad, vida y un desinterés total. El poema es un mecanismo perfecto. El poeta no es perfecto. No es tan cierto que en el poema se refleja el autor; los mejores poemas son aquellos en los que está reflejado el lector, los que logran que el lector de cualquier país se halle en ese pequeño juego de palabras.

Fuente:


sábado, 12 de mayo de 2012

“CÉSAR PINEDA Y SU ARRIBO HACIA UNA POÉTICA VIOLENTA” POR VÍCTOR SALAZAR.




“CÉSAR PINEDA Y SU ARRIBO HACIA UNA POÉTICA VIOLENTA”

Por: Víctor Salazar

Hablar de arte poética puede que sea un asunto consabido y por demás antiguo. Aproximaciones teóricas y/o retóricas de lo que debe ser un poema existe ya en la época de los antiguos romanos, para ser más exactos durante los años 20 a.c. Horacio, su mentor, a través de su Ars Poética, se permitía explicar, desde ya, la seriedad del trabajo creativo y advertía algunos consejos para una mejor soltura en estos terrenos tan agrestes. Poetas de todos los tiempos, han sabido dejar sus considerandos sobre su quehacer poético o sobre su relación que mantienen con ella, dejando entrever lo que un poema es o puede llegar a ser desde su perspectiva artística o social.

Ya en pleno siglo XX, Vicente Huidobro, proclamaba al poeta como un pequeño Dios, un ser capaz de crear mundos inimaginables, un ilusionista, acaso un reformador cuya vigorosidad hallábase en la propiamente del poeta. En esa misma línea, Neruda, veintisiete años después, en 1958, en su poema “El hombre invisible”, menguaba esta idea señalando que el poeta no poseía ninguna superioridad, si es que alguna tenía, indicando, en todo caso, que ésta residía en el saber contemplar los derroteros del tiempo, para no caer en el hielo del mundo. En él decía:

Yo no soy superior/ a mi hermano” (…) Sólo yo no existo, yo soy el único/ invisible.

En nuestro país, ha sido la voz de Martín Adán, quien ha intentado una concepción y/o acercamiento a lo que llamamos con tanta facilidad poesía. En su Escrito a ciegas afirma que: La Poesía es,/ inagotable, incorregible, ínsita./ Es el río infinito/ Todo de sangre,/ Todo de meandro, todo de ruina y arrastre de vivido...

En fin, mucho puede decirse sobre el respecto, ya que diversas son las concepciones del trabajo poético, su finalidad y su compromiso. En esta oportunidad es César Pineda Quilca quien, consciente o inconscientemente, también se ha atrevido a dejar constancia de su quehacer como poeta. En “El arribo de un éxtasis violento” (Toro de trapo editores, 2011), ópera prima de Pineda, muchas son las afirmaciones que de ella se derivan y aunque dispersas, creemos forman un corpus operandi, donde el yo poético se viste de mocedad y bisoñez, para poetizar sus alegatos desde el llano ante quienes se sienten dueños de la palabra, y que a manera de ejercicio, le sirve a nuestro poeta, para también postular sus concepciones literarias, las cuales hemos querido sintetizar en esta oportunidad.

En un primer momento, Pineda se refiere a la actividad poética, como una descarga eléctrica, para señalar los efectos que ésta tiene en el yo cotidiano, acaso como una especie de revelación que nos compromete a salir de nuestra caverna y asumir cierta responsabilidad para con nuestra verdad recién llegada. En “Escribir el poema”, el poeta afirma:

Como quien recibe/ Una fuerte descarga eléctrica./ Así es el poema./ Terrible sacudón de un torbellino sin calma./ Manotazo de ahogado/ Después de un oleaje de nervios.

Pasada la conmoción, Pineda, comprende que este es solo el primer paso, el sacudón, como bien afirma, ya que luego queda la responsabilidad, la toma de verdadera conciencia ante la hoja en blanco. Y se pregunta intrigado quiénes serán aquellas personas que, entregadas a su verdad, se comprometan a hacerla extensiva a través de este ingrato oficio de la palabra, que aúlla sola en medio de un desierto de personas.

Quién de ustedes/ Podrá lanzarse/ Al poema/ Para terminar/ Clavado debajo de la tierra. (Incógnita 2)

            La pregunta es certera, si se tiene en cuenta que la poesía es una entidad que está presente en la totalidad de las cosas. Incluso en nosotros mismos, pero sabiendo ello, ¿quién debe asumirla? Pineda, la asume, y en su soledad lanza botellas al mar, entregando ciertas verdades, buscando complicidad, como lo demuestran los versos que siguen: 

Todo poema/ No es más que una sombra/ Que nos persigue a todas partes./ Una/ Puerta oculta./ A veces/ Nuestra única salida. (Penumbra)

            O en un Ruego común, invoca a los hombres a lanzar su palabra como aquel que despide una piedra y rompe una ventana en plena calle, causando la conmoción del respetable, para luego huir.

Escribe,/ Hermano, escribe./ Si no lo haces pronto/ Nadie sabrá que has existido./ Hazlo/ Pronto y desaparece.

O cuando señala la renovación del mundo a través de este inmenso diálogo que puede llegar a ser la palabra.

Cuando exista/ Un lector de poemas/ Se acabará el mundo y temblará de nuevo toda la tierra.

               El poema como permanencia o salvación, esas son  las dos verdades a las que ha arribado Pineda en esta estancia del poemario. Y he aquí, tal vez, la tragedia o la gloria del poeta: encontrar los pasos que le permitan cruzar esa puerta. Se sabe solo y para ello, estira su mano como un mendigo, ante quienes puedan prodigarle nuevas verdades que le permitan seguir creando:

Leo un poema/ Y estiro / Mi mano/ Como un mendigo. (S.O.S)

Aunque el camino de la creación pueda parecer desolador, la voz del poeta sabe que la verdadera alegría está en intentar la escarpada. Sin embargo, es imposible no expresar los arrebatos ante su primera caída. En No hay más que decir, el poeta concluye:

Ya no pienso escribir./ Por escribir uno se enferma./ Prefiero leer en este momento./ Y olvidarme de todo.

Es cierto,  que todo ha sido dicho. Los grandes temas del mundo han sido explotados con maestría por muchos poetas antes que nosotros. Entonces, qué nos queda. ¿Seguir hurgando en nuestra realidad más cercana? ¿Seguir asumiendo que el poema sea la suma de nuestras partes? Rilke, invitaba a recurrir los motivos que cada día nos ofrece nuestra propia vida. Describir nuestras  tristezas y nuestros anhelos, nuestra fe en algo bello; dicho todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Pues, para un espíritu creador, no podía existir la pobreza.

            En ese sentido, nuestro poeta asume su primera caída como una estancia de aprendizaje y madurez, una de muchas otras que seguirán sucediéndose en el camino. Mientras tanto, el poeta de nuestra historia sueña y declara con resuelta ironía a los cuatro vientos lo que espera de los días: Ser el dios de sus propios poemas.

            A VECES/  Me computo/ Dios de este poema.

Pineda, es cauto en cuanto a su palabra. Sabe que el camino elegido es arduo. Pero, recogiendo las pistas dispersas en “El arribo de un éxtasis violento”, podemos deducir que su arte poética señala que la poesía es: asombro, arrojo, salvación, diálogo perpetuo, unión, renovación, humildad, decepción y gloria. Este es el derrotero mostrado por el poeta. Una imposibilidad de configurarse victorioso, como diría Paolo Astorga en el colofón del libro. O más aún: una puerta oculta que invita a ser violentada por la palabra.


Víctor Salazar
Lircay, mayo de 2012

Nota:

* Texto leído el 04 de mayo de 2012 durante la presentación del libro El arribo de un éxtasis violento”, en el auditorio de la Universidad Peruana Los Andes en el “I FESTIVAL DE POESÍA CENTRO” realizado en Huancayo.

lunes, 7 de mayo de 2012

“TRES AUTORES DE CUENTOS INFANTILES” POR MIGUEL ILDEFONSO.


“TRES AUTORES DE CUENTOS INFANTILES”


Por: Miguel Ildefonso



CUENTOS PARA SER LEÍDOS EN BICICLETA

Con este bonito título el poeta César Pineda junto con Favio Álvarez Ojeda hace su entrada a la literatura infantil y juvenil con breves pero contundentes relatos, a veces a modo de aforismos. Titula a su conjunto El pez volador con historias míticas y de leyenda, como aquel mago del silencio que subvierte el orden de las cosas en un pueblo. También hay los de corte existencial, lúdicos, oníricos, a lo Kafka, a lo Monterroso, pero muy al estilo peruano de su prosa directa y que se abre a su vez a varias lecturas que seguramente cautivarán no solo a los pequeños lectores. Aquí un ejemplo de un minicuento, Nacimiento real: “Vine al mundo y rápidamente me fui”.

Favio Álvarez Ojeda titula su breve libro Animal nocturno, que reúne historias más engarzadas en la tradición clásica, aunque también con cierto experimentalismo, donde se mezclan la fantasía, el humor, todo en un mundo cotidiano pero nunca cerrado, sino que se abre hacia distintos ámbitos de la realidad. Un buen manejo del lenguaje caracterizan también a esta prosa.




SIETE CUENTOS PARA VOLVER

El conocido poeta, editor, promotor cultural, Paolo Astorga también incursiona en la literatura infantil con este conjunto, no tan breve, de cuentos sobre chicos de una urbe que bien puede ser Lima. Los niños pertenecen a este tiempo en que los juegos electrónicos se imponen desplazando, a veces, la sencillez de lo físico y sus afectos. Las distintas facetas del mundo infantil se ven en estas tramas llevabas con naturalidad y fluidez. El ámbito común es el colegio, y allí y sus alrededores llevan a cabo sus robos, sus picardías, sus peleas, sus primeros amoríos, y también el descubrimiento de la crueldad. Paolo sabe llevar la historia en sus diferentes exploraciones sobre prototipos infantiles, roles que se rompen con los giros que dan las historias, para finalmente darnos no solo una lección terminada, sino la necesidad de repensarnos en nuestro constante aprendizaje de la vida.

Miguel Ildefonso
Portada del Sol.

miércoles, 2 de mayo de 2012

“CUENTOS PARA SER LEÍDOS EN BICICLETA” POR PAOLO ASTORGA.




“CUENTOS PARA SER LEÍDOS EN BICICLETA”
Eclosión editores, Lima, 2012
César Pineda Quilca y Favio Álvarez Ojeda

Por: Paolo Astorga

El libro doble que lleva por título Cuentos para ser leídos en bicicleta de los escritores César Pineda Quilca y Favio Álvarez Ojeda nos revela en su interior una variada serie de microrrelatos cuyo contenido acaricia esa sensibilidad poética de lo que debe construirse en lo efímero. Relatos de menos de una página, personajes que con una palabra dicen más que mil imágenes. Los microrrelatos de este libro brindan al lector la posibilidad de ingresar al inmenso universo de lo atómico donde cada palabra, cada frase, cada acción narrada se convierte en un encriptado código maravilloso, que permite en cada pedaleo dar mil lecturas y mil interpretaciones posibles en esta ciclovía narrada. Sin duda un libro que refleja el advenimiento de las épocas donde el silencio ya no se debe vencer, sino, como diría un microrrelato, este es un libro que trata (y esta es la única certeza) de escapar del olvido con desesperación.

Nota:

Reseña aparecida en la Revista Literaria “Delirium Tremens” N° 6. Sección: Papiros de carne. Pág. 65.

martes, 1 de mayo de 2012