“LOS
AÑOS TRISTES”
Por:
Miguel Ildefonso
Cuando decimos “te amo
con locura” ¿acaso solo expresamos una intención de ruptura con cierto orden interno?
Es verdad que el amor, también, rompe muchos esquemas sociales. Desde La Ilíada con Helena y Paris, hasta
Romeo y Julieta, tenemos en la literatura muchos casos épicos de cataclismos
amorosos. Sin embargo, algo sucedió cuando apareció Las penas del joven Werther en 1774; la salida ante la
imposibilidad del amor trajo la agresión hacia uno mismo de un modo abisal; la
eliminación consciente de uno mismo, la autoeliminación, entonces, se volvió
una forma de mantener no solo el orden social, sino, también, el orden interno,
mental. Nadie ama con locura; decir “te
amo con locura” solo es una frase que contiene cierta dosis de desafío, de
mostrar retóricamente en quien lo dice la intensidad de sus sentimientos.
En la novela breve Los años tristes (novela no apta para
suicidas) (Ediciones Altazor, 2018) de Charly Martínez (Lima, 1984), nos hallamos
con una doble historia de amor, dos historias de amor inconclusas. Una es la
desventura del escritor con su musa, Letea. La otra historia, aparentemente
subordinada a la primera, es la no menos apasionada relación del protagonista
con la literatura. Si bien, por un lado, el fracaso amoroso de Charly Molina
Tapia incrementa su deterioro mental y sus intenciones suicidas; por otro,
encuentra cada vez más una tabla de salvación en la literatura, la cual nunca
lo abandonará, como lo fueron abandonando, aparte de Letea, su abuela, su media
hermana y su madre.
La historia de Charly,
protagonista de esta novela, por eso, además, es la de la resistencia de
mantener la lucidez, es la lucha para que la lucidez no lo abandone, porque
como ya se dijo: nadie “ama con locura”, y menos en estos tiempos en que el
éxito es la meta de todos, y el éxito de hoy es encumbrarse en el orden
existente o del sistema. Ya no hay cataclismos. De ahí que su amor por la
literatura sea, finalmente, de fracaso también, porque se trata de un escritor
que no halla un lugar en la sociedad, no consigue el éxito; es un escritor que
se mueve en los márgenes de una ciudad (o un país) donde la literatura está
excluida. El protagonista (podríamos decir el autor también) es un lector de
los existencialistas, o de escritores y filósofos que penetraron el alma
atormentada, como Kierkegaard, Dostoievski, Nietzsche, Kafka; se podría
mencionar también a Robert Walser o Thomas Bernhard. Entonces, por eso, tal
vez, y conociendo las reflexiones del protagonista, vemos que no encaja en esta
sociedad del consumo, pues su modelo de escritor es de la época de la Gran
Novela, que según algunos acabó a inicios del siglo XX, digamos que con James
Joyce.
Charly Martínez ha
publicado conjuntos de relatos bajo títulos como Las púas y otros cuentos, Yo maté
a Arquímedes y otras historias y El
infierno está lleno de memoria. Este, Los
años tristes, es su ingreso en el relato de largo aliento. Su universo de
Ate Vitarte, de una Lima donde linda lo marginal con la modernidad fracturada,
crece con esta, al parecer, novela semiautobiográfica como la de Goethe con su
novela epistolar mencionada. El Este de Lima tiene a su narrador en Charly, que
hará que esta parte de la megalópolis
no quede para la literatura (parafraseando la etimología de la musa de esta
historia) en lete, es decir, en el
olvido.
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