Poeta: Enrique Verástegui en su casa de La Molina.
Foto: César Pineda Quilca
“EL NUEVO ESPLENDOR DE VERÁSTEGUI”
Foto: César Pineda Quilca
“EL NUEVO ESPLENDOR DE VERÁSTEGUI”
“Yo soy muy tímido. Por esa razón, estoy dedicado a pensar.
Ahora ya en la vejez solo a pensar y concentrar. Antes cuando era joven a escribir”.
E.V
Uno de los poetas más aplaudidos y ovacionados en el reciente Festival de Poesía que se ha realizado en nuestro país ha sido Enrique Verástegui. Por esa razón, fuimos a su encuentro a dialogar unos minutos con él. Producto de esa conversa, el gran poeta y escritor nacional nos cuenta detalles sobre la publicación de dos de sus libros que en breve tiempo se presentarán.
Por: César Pineda Quilca
Enrique, cuéntanos a groso modo tu experiencia en esta I FIP de Lima 2012.
Gracias por la entrevista y un saludo a la gente y a los escritores del cono “Este”. Mi experiencia con este I Festival Internacional de Poesía de Lima organizado por el poeta y grandísimo traductor Renato Sandoval con apoyo de la Municipalidad de Lima y supongo que también con apoyo de otras instituciones particulares ha sido básicamente como son todas las cosas ahora en el siglo XXI a través de la Internet desde donde me ha llegado la invitación y desde donde he seguido la multiplicidad de eventos o los diferentes recitales en muchísimos lugares de Lima.
Bueno, para mí, lo que yo he notado y como lo dije en el Parque de la Exposición desde hace muchísimos años no había tal afluencia, tal cantidad multitudinaria de gente muy interesada en escuchar poesía como en este evento. El público asistente ha participado activamente aplaudiendo, en esa forma de reconocerse, si un texto gusta o no gusta. Mi impresión -espero que sea así y no equivocada- es que el público de Lima ha quedado satisfecho. Así que esa fue mi experiencia en la cual, como siempre, traté de ser amable y esperé y espero que mi poesía guste y siga gustando.
¿Desde hace cuánto tiempo no se realizaba un Festival de Poesía de gran magnitud?
Hace muchísimos años. En los 90 la Universidad de Lima hizo un recital multitudinario y con la presencia de poetas latinoamericanos, peruanos y europeos en sus aulas.
¿Tienes algún recuerdo sobre un poeta X en especial?
Recuerdo, por ejemplo, al poeta argentino -lamentablemente ya fallecido por la edad, pero un gran poeta y muy admirado en su época- Roberto Juarroz con quien conversé algunos minutos presentado por unos jóvenes que amaban la poesía. Me dijeron: “Dale la mano a R.J. y conversé algunos minutos con él”. Un día cuando estaba rodeado por unos cien poetas les dije a unos muchachos: “No me busquen a mí, vayan a ver caminar a Roberto Juarroz y se van a dar cuenta cómo camina un poeta”. Y en verdad Juarroz -que era ya un viejo de 80 años- caminaba como levitando, como si estuviera caminando sobre las nubes. Caminaba como los ángeles y eso me sorprendió, me impactó, me agradó y eso se lo dije a los jóvenes: “Por lo menos, véanlo caminar”. Yo conocí muchos de sus libros, su poesía vertical. Fue un gran poeta. Él fue el centro de atracción en la época de los 90 ante un público que lo aplaudió de pie y de manera rabiosamente espléndida.
¿Por qué es importante un Festival de Poesía, no solamente aquí, sino en otras latitudes?
Es importante porque congrega a la gente en torno a un ideal. El ideal en poesía del cultivo del espíritu, del cultivo del corazón, del cultivo de la mente. Es la búsqueda en poesía, la búsqueda del éxtasis, lo que no es lo mismo con un Encuentro de Narradores que es otra forma de ver y analizar la realidad. Por esas razones que estoy dando vienen a ser importantes estos festivales no solo en Lima, sino en América Latina, en Europa, en Asia, en todo el mundo. Es el reencuentro de uno con un dios personal si es que se es católico o el reencuentro de uno así seas agnóstico con tu ángel de la guarda. Y esa es la poesía, pues.
¿Y qué otros “re-encuentros” nos produce o genera la poesía?
La poesía es trabajo, y por tanto, trabajo de investigación. Es tener un reencuentro con las nuevas visiones del mundo que van a impregnar la prosa cotidiana, que van a impregnar los trabajos periodísticos, por ejemplo, respecto a lo que el poeta anuncia a través de su visión divina y eso es una de las cosas también importantes que hacen necesario los eventos de poesía en todo el mundo.
Anunciaste hace poco en la FIP la aparición de dos libros tuyos.
Sí, uno viene a ser la reedición de mi primer libro “En los extramuros del mundo” en su cuarta edición esta vez bajo el sello editorial Caja Negra. Y el otro, como les dije fuera de la entrevista, se llama “Tratado sobre la yerbaluisa” también con la misma casa editorial.
Hablando sobre este nuevo libro ¿hace cuánto tiempo que la escribiste?
Lo escribí hace menos de un mes durante una semana prodigiosa en el cual reflexioné días y noches sobre la necesidad de que los peruanos asumieran su identidad a través de las cosas. En este caso, ya en pleno siglo XXI, a través de la naturaleza que dios y el destino les había dado.
¿Cómo surgió “Tratado sobre la yerbaluisa”?
Este libro escrito en mi casa de La Molina nació a pedido de mi tía, una monja católica graduada de bioquímica en la Universidad de San Marcos, quien me pidió que escribiera algo sobre Cañete. Concebí y vi que en todo el Perú consumía y amaba su planta natural que es la yerbaluisa, entonces, en esos días y esas noches escribí y pensé sobre la necesidad de consumir la yerbaluisa de un modo ritual como los argentinos toman el mate argentino, o los ingleses que son tan elegantes al beber el té a las 5 de la tarde, o los japoneses que hacen un ritual del té. Lo escribí desde el punto de vista de una filosofía eminentemente peruana nacida como simbiosis, como consecuencia, como producto de mis lecturas de filosofía, pero no de una filosofía latinoamericana que no existe, sino exclusivamente de la filosofía europea de todos los siglos: occidental y oriental.
¿Qué buscas con ello?
Proponerles la lectura de este libro de filosofía peruana a los países de América Latina, de Occidente y de Oriente, desde el Perú, por supuesto, y como homenaje al Perú ya que toda mi obra es experiencia y vida peruana.
¿Cómo te sientes luego de haber visto publicado ya tu nueva criatura?
Me siento muy satisfecho, me siento muy realizado. Siento una enorme alegría, ahora que de forma concreta veo que esas noches fabulosas, los días fabulosos en los cuales escribí este “Tratado sobre la yerbaluisa” se han concretizado.
¿Y cuál es tu experiencia personal?
Simplemente, llegar al conocimiento. Y eso es así con mi libro “Esplendor” que ya no se va a llamar Ética, sino “Esplendor”. Es decir, llegar al conocimiento a través de la belleza y las 1200 páginas que conforman este libro en el cual está inmersa mi vida.
¿A qué se debe este cambio?
Tiene que ver con la riqueza del conocimiento epistémico y lingüístico. Ojala pueda publicarse, próximamente.
¿Te consideras un poeta crítico como Thomas Stearns Eliot?
Yo he leído a T.S. Eliot. Él dirigió una revista que se llamaba “Criterion”. Simplemente se definió clásico en literatura, monárquico en política y católico en religión. Tenía gran pasión por un poeta uruguayo francés desconocido en América Latina que murió muy joven -él y su esposa- por haber contraído la enfermedad de tuberculosis en su juventud, pero que trabajó como lector de la emperatriz de Alemania y a quien descubrió las dos primeras décadas del siglo XX que es Jules Laforgue a quien he estudiado en Europa y con quien he coincidido en pensamiento y poesía.
En ese aspecto ¿se debería reeditar tu libro “El Motor del deseo”?
Eso les corresponde a los jóvenes, es un libro de alta teoría y de nivel europeo. Es un tipo de teorización que nunca se ha hecho en Perú ni en América Latina (aunque Europa si está acostumbrado a trabajo de pensamiento) expresado de un modo profundo, sin ser oscuro pero, sí, rico y comprensivo. No me corresponde buscar editoriales que me llamen. Ya los jóvenes algún día, si es que llega algún día, publicarán mis libros de teoría. Amo mis libros de teoría porque me cuesta haber pensado, haber analizado, como amo mis libros de poesía, creación, novela y ensayo.
¿Es uno de los pocos estudios de trabajo poético en el Perú?
Sí, pues. De una postura anarco comunista o socialismo libertario en plena guerra fría. En Europa el concepto nudal o nudo de esas luchas ideológicas y de todo el siglo XX ha sido el concepto de LIBERTAD. Y yo asumí y pensé también cómo era. Me atreví a pensar, por lo menos, y llegué a la conclusión después de un análisis exhaustivo que la libertad era posible en los gobiernos socialistas.
Cambiando de tema ¿cómo se considera Enrique Verástegui en lo personal?
No me corresponde hablar de mí. Yo soy muy tímido. Por esa razón, estoy dedicado a pensar. Ahora ya en la vejez solo a pensar y concentrar. Antes cuando era joven a escribir.
¿Qué simboliza para ti la vejez?
Es un bello texto que se llama “El otoño” escrito por el místico hindú Su Santidad Su Divina Gracia Prabhupada. Es también cualquier etapa de la vida, pubertad o la vejez, una reinserción sobre el sentido de la vida.
A puertas de conmemorarse un año más del lamentable deceso de Juan Ramírez Ruiz ¿qué nos podrías decir respecto a él?
Era un buen muchacho que respiraba poesía y con quien tuve algunos roces, sobre todo, cuando éramos chiquillos por las posiciones que debe de asumir un poeta frente a la sociedad y frente a la historia. Él asumió una posición social, yo asumí una posición existencial y al final creo que Juan comprendió y siguió mi camino. Y bueno, eso lo hizo atractivo para mí. Lo que sé de Juan es que él ha parado mucho por Quilca en aquellos años de mi exilio cañetano y que ha sido feliz aunque a su modo y al modo de un poeta tercermundista. O sea, se ha dedicado al trago, y a pesar del trago, dejó algunos buenos libros de poesía. Siempre he mantenido una estrechísima amistad y una gran admiración por Juan Ramírez Ruiz dedicado a escribir buena poesía. Es un gran poeta.
Ya para culminar esta conversa Enrique ¿cuál es el fin de la poesía en estos tiempos?
El éxtasis, que tampoco debe de ser.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
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