jueves, 16 de octubre de 2008

CONOCIENDO A: J.M.G LE CLÉZIO


Hace pocos días se terminó el suspenso por saber quién era el último Premio Nóbel de Literatura, VERSIÓN 2008. Muchos esperábamos con ansias que algún "literato nuestro" mereciera tal distinción ¡Vaya sorpresa! La Academia Sueca, fiel a su costumbre, galardonó a un autor poco conocido por nosotros. De alguna forma, a raíz de este premio, algunos lectores -como este pechito- comenzaremos a leer a este "laureado escritor" de nacionalidad francesa, más conocido en el mundo europeo como, tomen nota: J.M.G Le Clézio.

Yo por lo pronto le diré a mi amigo, Charly Martínez, que me consiga una obra Le Cléziana, por ahí. Y mientras eso pase, porque mejor no seguimos informándonos para saber "quién es" y luego poder "hablar sobre él". Ya, más adelante, nuestras lecturas literarias nos dirán "quién fue".

Ahora les paso, por si alguno de ustedes lo desee, este pequeño texto que me envió -vía electrónica- el diario argentino “La Nación”.

Aquí les va…

El principal galardón de las letras se quedó en Europa.

Le Clézio, un explorador de culturas, ganó el Premio Nóbel.

El narrador francés es "un autor de nuevos rumbos", dijo la Academia Sueca.

El escritor francés Jean-Marie Gustav Le Clézio, que ha entrelazado su vida y su literatura a los viajes y las culturas diversas, fue galardonado ayer con el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que devolvió la distinción más prestigiosa de las letras a Francia.

Al comunicar las razones de su decisión, la Academia Sueca describió a Le Clézio, de 68 años, como "un autor de nuevos rumbos, de la aventura poética y del éxtasis sensual" y un "explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante".

Escritor trashumante y ecologista, fascinado por la cultura amerindia, Le Clézio representa las ambigüedades del mundo global y la escritura como metáfora del viaje hacia otras vidas.

El anuncio encontró al escritor -que reside en Estados Unidos- en París, en una escala entre Corea del Sur y Canadá. Enseguida, ofreció una conferencia de prensa en la sede parisina de la editorial Gallimard, en la que -en francés, inglés y español, sereno y bromista- repasó sus viajes por el mundo, recordó su amor por la cultura americana, particularmente por el pasado mexicano, y definió su idea de la literatura. "Escribir es escuchar el ruido del mundo", dijo.La decisión de la Academia Sueca en favor de un europeo reforzó la polémica originada en los últimos días después de que su secretario perpetuo, Horace Engdahl, dijo que Estados Unidos permanece aislado y "no participa del gran diálogo de la literatura". Ayer, Engdahl bajó el tono: "Le Clézio es un cosmopolita, un nómade. Pertenece a varias culturas y pasó largas etapas de su vida en otros lugares, no en Europa. No se lo puede contar como un típico escritor europeo", afirmó. Sin embargo, Le Clézio es el séptimo europeo distinguido entre los últimos diez premiados. El último ganador francés había sido Claude Simon, en 1985. En 2000 lo ganó Gao Xingjian, chino nacionalizado francés, pero que escribe en mandarín.

"Le Clézio ha conseguido rescatar las palabras del estado degenerado del lenguaje cotidiano para devolverles la fuerza para invocar una realidad existencial", dijo la Academia. Sin embargo, mientras el presidente francés, Nicolas Sarkozy, saludó el premio como un reconocimiento a la cultura francesa, los críticos de ese país no fueron unánimes en el elogio. La producción literaria del flamante Nobel -que ya anticipó que estará en Estocolmo el 10 de diciembre próximo para recibir el premio- comprende novelas, ensayos y libros para niños. Once obras se tradujeron al español, entre ellas La cuarentena, El pez dorado (ambos de Tusquets), Mondo y otras historias (Eudeba) y El africano (Adriana Hidalgo). Le Clézio estuvo el año pasado en Buenos Aires para presentar El africano y Urania en la Feria del Libro.

Ayer, el escritor relativizó los cambios que la súbita fama global del Nóbel traerá a su vida. "Estoy escribiendo un libro y no voy a parar por esto. Creo que ahora todo va a ser más sencillo. La Academia me ha regalado tiempo", dijo. Pero sus razones para escribir sin descanso pueden ser más profundas: "Tengo la superstición de que mientras tienes un manuscrito entre manos te mantienes con vida, al menos hasta que lo terminas".

Por Raquel San Martín
De la redacción de “LA NACION”
Viernes 10 de octubre de 2008

Servido, amigos.
La lectura sea con cada uno de ustedes.

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