sábado, 6 de diciembre de 2008

Almorzando con Burroughs y Kerouac


Por Jorge Fernández Díaz
Director de adnCULTURA


Muy de vez en cuando la verdadera historia de cómo se escribió una novela resulta aun más interesante que la novela misma. Quizás éste sea el caso de "Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques", un libro mítico que permaneció perdido durante más de sesenta años, que transcribe un crimen pasional ocurrido en Nueva York y que fue escrito a cuatro manos por dos de los escritores más importantes de la literatura occidental del siglo pasado: William Burroughs y Jack Kerouac.

Esos narradores pertenecen a la llamada "generación beat ", que compartieron con el poeta Allen Ginsberg y otras figuras que expresaban la cultura juvenil de posguerra, la rebeldía y la liberación sexual y espiritual, el orientalismo y el ateísmo, y también la tolerancia y psicodelia como búsqueda de la conciencia, valores que luego influirían en la sociedad de masas y que revolucionarían el mundo hacia los años 60 y 70.

La generación beat era entonces continuidad y ruptura de otra generación literaria: la generación del jazz, que en los lujosos y alocados años 20 habían encarnado, entre otros, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Ambas fueron denominadas "generaciones perdidas". La generación del jazz se hundía en el alcohol; la generación de los beats se hundía en heroína y anfetaminas. Las dos eran producto también de la frivolidad y la depresión del comienzo del siglo XX, y luego del puritanismo conservador del "American Way of Life".

Esas corrientes o modas literarias fueron arrasadas, en su momento, por los vientos de la historia mundial. Pero allí quedaron en pie varios libros extraordinarios. "En el camino" , que Kerouac publicó en 1957, y "El almuerzo desnudo", que Burroughs escribió en Tánger dos años después, son dos de las obras cumbre de ese movimiento.

Kerouac y Burroughs formaban parte en 1944 de un grupo de conflictuados aspirantes a poetas y novelistas, cuando uno de sus amigos apuñaló a otro que intentaba seducirlo. Fue en Upper West Side y el asesino, que no tenía más de 19 años, metió piedras en los bolsillos del cadáver y lo arrojó al río Hudson. Kerouac lo ayudó a pasar la tarde y a deshacerse del arma homicida, pero el chico se presentó a la policía y confesó todo. Estuvo preso cinco años. Kerouac se salvó por un pelo.

A pesar de que le prometieron al amigo preso, ansioso por borrar el pasado y construirse una nueva vida, que no publicarían nada del caso, Burroughs y Kerouac no pudieron con su genio y escribieron a dúo esa novela, que apenas disimulaba con nombres ficticios los detalles de un escándalo que el propio Truman Capote siguió de cerca con morbosa curiosidad. Luego los editores dudaron de publicarla y los escritores la fueron olvidando, ensimismados en sus vidas y en sus propias obras. Recién ahora, cuando todos los protagonistas están muertos, conoce la luz, gracias a un periodista, Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques.

Me dicen que el resultado de aquella colaboración es, efectivamente, inferior a su leyenda. Pero hay varias curiosidades: el asesinato, el mito de la novela perdida, la extraña colaboración entre dos escritores de gran ego y el contexto de una época en la que cambió la conciencia humana. Un almuerzo apetitoso que no podíamos dejar de servir.

Sábado 6 de diciembre de 2008

Tomado de:

http://adncultura.lanacion.com.ar/

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