sábado, 7 de agosto de 2021

“ACERCA DEL ESTADO DEL CUENTO EN LA AZAROSA ACTUALIDAD DEL SIGLO XXI” POR ULISES PANIAGUA OLIVARES.




ACERCA DEL ESTADO DEL CUENTO EN LA AZAROSA ACTUALIDAD

DEL SIGLO XXI


Por Ulises Paniagua

Comparto una serie de reflexiones acerca del estado literario del cuento. Se trata de quince puntos específicos que espero puedan contribuir, de algún modo, a resolver ciertas dudas o, en su defecto, a expandir preguntas múltiples acerca de este género tan bello, profundo y misterioso. Que los lectores salven a nuestro querido cuento, durante largos años:

1. Un cuento moderno o posmoderno es una narración breve, espléndida, continua, fresca, llena de vitalidad; aunque no mínima. Posee ante todo unidad, se puede y se debe leer, como diría Allan Poe, en una sola sesión, sin distracciones mayores durante el hilo conductor de la trama. En el cuento lo más importante no son los personajes o su psicología, sino el evento. El "hecho", es decir, "lo que ocurre", es la base del relato, ya sea este realista o ficticio. Suele y debe ir asociado al asombro, a un profundo interés por los misterios del universo, o al menos de la condición humana.

2. El cuento literario es un producto de la modernidad, y tiene su derivación en la posmodernidad. Es situacionista, porque se inscribe en las preocupaciones del ser humano del siglo XX y XXI, con la consecuente búsqueda del orden del caos, o del desorden caótico dentro de la rutina. Por otra parte, el cuento literario contemporáneo no intenta explicar el mundo o brindar lecciones, como sucede en las antiguas fábulas, parábolas o historias populares. Es más, en ocasiones disfruta de una profusa ambigüedad. 

3.  A diferencia de los relatos populares, en el cuento actual es esencial la prosa, el uso del lenguaje. En lo popular era fundamental lo que se contaba. En el cuento literario moderno y posmoderno no sólo es indispensable lo que se cuenta, sino la estructura y el estilo, es decir el “cómo se cuenta”. Borges, Carpentier, Lispector, Rulfo, Munro o Cortázar no serían ellos si les restamos la prosa espléndida a tales genialidades. Las escuelas de literatura surgidas recientemente han contribuido con ahondar en las preocupaciones formales o estilísticas, por fortuna.

4. Otra diferencia es que al cuento popular le divierte la candidez en el relato (donde encuentra cierta sabiduría). El cuento moderno y posmoderno es incisivo y pretende ser inteligente, aún en su inocencia. Muchas veces, desde luego, mantiene cierto humor negro o un dramatismo ácido. El cuento popular surgió de un proceso de creación espontánea bucólica ante la vida. El literario se somete a dos vertientes antagónicas: la razón o el inconsciente. La vida no enseña con mucha dulzura en el cuento moderno.

5. Cada día me convenzo de que aún los cuentos posmodernos, en medio del fervoroso ciclón de la vanguardia o la búsqueda de originalidad, deben poseer el “encantamiento” del que habla Vladimir Nabokov. Un cuentista es un “encantador”, no debe olvidar que la intención de su historia es llegar a un público al que debe cautivar, como las abuelas y los abuelos con las historias que contaban a los nietos.

6. Los cuentos deben aspirar al suspenso o la máxima concentración del lector o espectador a través de la enunciación de una serie de sucesos que desembocarán en un final, ya sea asombroso, o esperado pero simbólico. De este modo el cuento mantiene sus orígenes etimológicos: contus , es decir, enumerar, contar una serie de eventos que relatan un hecho, "un algo" que ocurre, ya en el plano real, ya en el universo fantástico.

7. Existen diversas formas de escribir un cuento moderno o posmoderno; pero me avoco a pensar que he detectado al menos siete maneras desde el inicio del siglo XX hasta hoy (segunda década del siglo XXI): 1) el método de Poe;2) “el antimétodo” de Carver: 3) las ficciones calvinescas y borgeanas; 4) los microcuentos; 5) los cuentos inter, meta y trans textuales; 6) el “método de la licuadora”; y 7) la corriente feminista.

8. El método de Edgar Allan Poe consiste en un relato preciso, exacto, casi matemático, que suele concluir con un final inesperado (un giro de tuerca), y busca “ganar por nocaut”, como lo comento alguna vez Julio Cortázar. Para el cuento moderno es importante iniciar con una frase contundente, al modo de “El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”, o “Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto ”.

9. El estilo de Raymond Carver tiene grandes fundamentos en Anton Chéjov; es de algún modo un “antimétodo” si lo comparamos con los consejos de Poe; es ajeno una precisión matemática; se trata de historias que poco tienen de breves, que retratan el absurdo de las relaciones amorosas o sociales, y suelen tener un final abierto, además de ajeno a lo dramático, Concluye por lo general con una frase que funciona como una puerta hacia múltiples interpretaciones , y se desarrolla en medio de la mediocridad intencional de sus protagonistas.  

10. Las ficciones son un género practicado por autores como Jorge Luis Borges, Italo Calvino, Franz Kafka, Giovanni Papini, Julio Torri y Juan José Arreola. Son historias breves, escritas con una prosa deliciosa; se trata de textos no mayores a dos páginas por lo general, y que tienen mucho que ver con el asunto de la imaginación, o un tema de libros. Ejemplos de ello son las ciudades invisibles o los manuales de zoología fantástica. Las ficciones son un género de relatos altamente literarios, muy cercanos a los viajes imposibles y las bibliotecas.

11. Los microcuentos son historias brevísimas, casi siempre de corte humorístico, que al modo de un haikú dejan al lector envuelto en un eco de lo leído. Gozan de una precisión contundente, o al menos asombrosa de algún modo.Pero cuidado, hay que guardar respeto a este estilo. Es frecuente que ciertos autores escriban chistes pésimos o aforimos insípidos, y pretendan engañar a los lectores haciendo pasar sus textos por microcuentos.

12.  La intertextualidad brinda diversidad a la literatura, de manera actual y no tan actual. Se trata de juegos literarios donde se cita una obra para hacer de ella una parodia o una distopía.Se juega, como Borges, para citar nombres de autores inexistentes y mezclarlos con fuentes reales; se realiza la continuación de un libro famoso, o se recurre a novelar la vida de un autor imaginario. Como ejemplo, el libro “El año de la muerte de Ricardo Reis”, de José Saramago, donde el autor hace asistir al funeral de su heterónimo, al mismísimo autor portugués, Fernando Pessoa. Es necesario aclarar aquí que lo o inter, trans o metatextual no es una novedad; lo encontramos ya en las antiguas historias de “Las mil y una noches”; en la casi secuela de la “Eneida”, de Virgilio, con respecto a “La Iliada” y la Odisea ”de Homero;y en el propio Quijote.

13.  El “efecto licuadora” es el resultado de la posmodernidad, y quizá de la hipermodernidad. Es un método que fusiona asuntos y géneros, de tal modo que se puede reproducir un relato con preocupaciones filosóficas, dialécticas y estéticas al mismo tiempo, tras la apariencia de un ameno relato (así lo hace Mario Bellatin desde su “Escuela dinámica de escritores”). “King Kong” es otro ejemplo de ello, pues dicha historia se trata en evidencia -no tan evidente- de una historia de aventuras, y al mismo tiempo de una historia de amor y terror, con una dosis metafórica donde la naturaleza vence a la necia y prepotente “civilización” humana, al menos durante unos días. Guillermo del Toro, a través de sus guiones de cine, es alguien que maneja de modo magistral este “efecto licuadora”. Una novela que, bajo esas características, fusiona un barroco posmoderno con cierto “realismo surrealista de tinte poético”, es “Paradiso” de José Lezama Lima.

14. Como un método adicional podemos agregar las historias feministas que, dentro del género fantástico, realista, e incluso dentro del género de la ciencia especulativa, han logrado producir conciencia y visibilidad hacia la mujer y. con ello, modificar el rumbo del mundo. Ejemplos de ello son la novela -llevada al cine- “Fóllame” (Baise-Moi), de Virginie Despentes, y “El quinto hijo”, de Doris Lessing (Premio Nobel 2007).

15.  Finalmente, como epílogo y resumen de este corto ensayo, es necesario manifestar mi ferviente deseo acerca de que el cuento perdure mientras exista la humanidad. Seguramente así será, porque al ser humano le fascina y le seguirá fascinando escuchar o leer una serie de eventos afortunados, o en su caso desafortunados (a la manera de Charles Dickens), que se presentan ante sí como un espejo o un monstruo; una transparencia de ilusiones propias, o en todo caso, de los más íntimos deseos y los hondos temores. El género del cuento, por humano e imposible, es inmortal. Y de vez en cuando, por fortuna, amoral.