domingo, 17 de febrero de 2019

lunes, 4 de febrero de 2019

“AQUINO QUIROGA EN EL LABERINTO” POR MIGUEL ILDEFONSO.




Aquino Quiroga en el laberinto de César Ruiz Ledesma

Por: Miguel Ildefonso

César Ruiz Ledesma (Lima, 1986) acaba de publicar su primera novela Aquino Quiroga en el laberinto (Sinco Ediciones, 2019), luego de cuatro años de la aparición de su ópera prima, el libro de cuentos Estación perdida y otros cuentos. En aquel libro se reunían nueve historias que conformaban un poliedro de la ciudad de Lima; como decía en una reseña de entonces: “de una Lima que no cesa de transformarse día a día. Sea una estación del año o sea una referencia a las estaciones de transporte, cada cuento significa un momento inesperado en la vida de sus protagonistas, un momento crucial y que les cambiará el destino (…) Los cuentos de Ruiz Ledesma configuran una urbe en constante ebullición, desde sus centros oficiales hasta los periféricos y marginales, en donde los personajes se mezclan en los claroscuros de sus calles, y asimismo se retratan a esos héroes solitarios, incomprendidos e inocentes, en un duelo contra el amor o la muerte, y ante el paso irremediable del tiempo.”

En la presente novela, el autor se ha centrado en contar la historia de uno de esos seres solitarios que se configuraba en su primer libro, de esos que se debaten en un duelo constante contra un destino signado por el fracaso. No es exactamente un héroe ni un antihéroe. Se trata, más precisamente, de un personaje atrapado en un sistema opresivo (la metáfora del laberinto), del cual solo espera sobrevivir. 

Con un comienzo que recuerda el lugar y la atmósfera de Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa (“Aquino camina por la avenida Wilson: edificios enmohecidos, carretillas ambulantes, apresurados oficinistas e institutos atiborrados de estudiantes en la fría mañana. Los carros son lentos y estreñidos gusanos bajo letreros y semáforos, por sus ventanas aparecen rostros soñolientos, trajes apretados y el ajetreo de los que están por bajarse…”), el narrador nos presenta rápidamente al protagonista, un hombre sombrío, cargando como Sísifo el peso cotidiano de una existencia gris como el cielo de la ciudad en donde vuelan gallinazos buscando el olor de la muerte: “Continua igual que un ausente: las manos hundidas en el saco, las piernas pateando el aire y la vista perdida en la chisporroteante neblina que la noche ha dejado (…) En la esquina con Quilca, pasando un quiosco con un puñado de lectores, voltea a la derecha y sigue de largo hasta el portón metálico de la editorial, cuya piel agrietada deja ver su antiguo color negro.” Aquino, luego de veinte años de trabajar como corrector de estilo de una editorial, ha ascendido a Encargado de la Oficina de Ediciones Generales. Es un esmerado trabajador, sin más vida privada que tener que buscar a su amante prostituta que, repentinamente, ha desaparecido y alimentar a su curiosa mascota que es un gallinazo.   

La novela es la búsqueda de la prostituta llamada Daniela, búsqueda que lo lleva por diferentes lugares de Lima, e incluso a navegar en las redes sociales, en un submundo en donde diversos sujetos escriben sus experiencias con las mujeres que se dedican al más antiguo oficio. Son historias breves intercaladas con la historia de Aquino.

Hay diversas metáforas que están jugando roles en la simbología de la novela. Para empezar el edificio en donde funciona la editorial. Ubicado en el centro de Lima, la capital de un país que ya no es el de la Conversación en la Catedral, sino uno desfigurado o monstruosamente crecido bajo un sistema de jerarquías en donde tanto la cima como la sima del edificio del poder se difuminan. El laberinto está abajo del edificio, es un laberinto infinito, que traga a los que son enviados a trabajar en sus entrañas. Mientras que el poder (ilimitado y todopoderoso) está en los pisos superiores, es el jefe que decide despóticamente el destino de sus empleados.

Aquino no se rebela, no protesta, ningún trabajador lo hace, y pareciera que la ciudad también vive con ese talante, en donde la metáfora del gallinazo torpe y disminuido es acertada para resumir la lucha por aguantar los embates de un poder corrupto que ni siquiera ya se restringe a los límites de un país, sino que es globalizado. Solo queda el arribismo o la resignación, pareciera decirnos esta historia tan actual. Y la búsqueda desesperada de Aquino para hallar a su amada, no solo es lo más heroico y lo más sublime en un medio envilecido, sino, por eso mismo, es lo que le traerá la ruina (un martiricidio).

Aquino es libre solo cuando camina por esa ciudad sórdida, y vuela como Capitán, su gallinazo, cuando busca a Daniela. Pero más allá de eso (de esa ilusión), no hay salida, no hay una real libertad en ese caminar ni en ese vuelo de su evasión pasajera. Es la Modernidad que se ha hecho en un país que, como el sueño de Aquino, pareciera condenado al fracaso.