“CUATRO
POEMAS EN PROSA DE LAU MOYA”
Continuando
con nuestra labor de difundir la literatura -no solo del Perú, sino también del
extranjero- en esta oportunidad publicamos para el deleite de nuestro público
lector poemas de Lau Moya (poeta colombiana) quien tuvo la
generosidad de compartirnos parte de su producción poética. Desde aquí, le
extendemos los mejores deseos y un gran abrazo de confraternidad. (CPQ).
A continuación, los
poemas:
Paisaje olvidado
El polvo es el
desierto de los olvidados. La polilla es la única que se asoma por entre las
costillas para adivinar si en la oscuridad aún algo sobrevive.
Crecieron
espinas en el jardín, cubrieron lo que cualquier espíritu pudiese cosechar, a
los pájaros se les incrustaron en las alas. Es como ver en el silencio un
aeropuerto de vuelos suspendidos, hasta siempre o hasta nunca.
El viento no
suspiró jamás, las hojas caían en cámara lenta, las ventanas estaban grises, abandonadas,
el moho se les salía por debajo. La soledad se convirtió entonces en un
misterio impenetrable, solo se veía venir un porvenir de luchas y desastres,
mientras los últimos ojos se extinguían cada vez más rápido frente al espejo.
Silencio de guerra
En las calles no
se escucha ni cómo fue ni por qué, el murmullo del viento parece lamentarse,
todos miran desde los balcones, pero nadie quiere ver lo que en realidad
sucede, nadie quiere salir a untarse la ropa y menos las manos de una sangre
que no viene de su linaje o no lleva algo de sus nombres.
Los bosques son
testigos encubiertos de lamentos estremecedores, de lágrimas mudas que se
derramaron en esa tierra dejándola maldita.
Las mujeres
caminan más rápido de lo normal, ya no saben de qué color es el cielo al
anochecer, porque las sombras están atentas para en un descuido desnudarlas,
para arrancarles sin piedad su poca fe.
El día se traga
a bocanadas los rostros, las gentes se lavan la memoria cada vez que la maldad
amenaza con la muerte y las calles solo cosechan para sí una cantidad
innumerable de pájaros desolados.
Pájaro
No recuerdo
haber sentido jamás, que el miedo sobrepusiera su voluntad por encima de la sed
que se producía silenciosa en mi cuerpo;
a ese tacto lejano de sus ojos inventariándome con todavía un hilo de cordura;
escudriñando mentalmente mi vientre, desafiando sutilmente los límites que se
anteponían a mi entrega.
Las noches eran
heridas que se abrían como una boca hambrienta. Desmembrando mis anhelos, la
nostalgia recurrente se confundía con los síntomas de las insatisfacciones
pasajeras. No había un lugar para mí en la plenitud de la cuidad atestada de
miedos ocultos, de recuerdos de noches donde la carne se derrochó, además, con
el amante equivocado.
Anestesiada
siempre por el exceso llegaba su voz veía en cada haz de luz su piel sin
linaje. Era ese hombre sin conciencia, pero con esa extraña valentía de
tumbarse a mi lado en cualquier lugar,
aún con el deseo ardiendo y no hacer más que fragmentarme, buscando
responderse porque sin haberme perdido nunca quería siempre encontrarme.
Reconstruyéndole
por instantes en mi memoria, aun quisiera saber si ya descubrió cuál de los
pájaros rojos es el que evoca mi canto a sus oídos; si en alguna memoria aun se
cuela mi sombra y si aun mi verso en alguna fracción de su tiempo le falta.
Origen
Cada huella es
crucial en este andar de regreso a casa. Por momentos el aleteo del viento
sobre las mejillas es una caricia que me recuerda lo poco probable que puede
llegar a ser la existencia.
Vivimos
enjaulados en un cuerpo que a veces no sabemos si nos pertenece, miramos
nuestras manos con tantas desdichas acumuladas, las huellas se estremecen
cuando sentimos la lluvia porque cualquier parecido con la libertad nos duele.
Poblar este lugar provoca nauseas. Las luces de los
postes son solo una vana esperanza de una claridad que no lleva a ninguna
parte.
Las cicatrices
se nos salen alrededor de los ojos, nos apagan poco a poco la mirada, pasan los
tiempos y cuando menos lo esperamos estamos tan llenos de caminos en la piel
que la voz un día cualquiera se nos ahoga en medio de tantas raíces.
BIOGRAFÍA:
Laura Patricia
Moya Suárez nació en la cuidad de Bogotá el 31 de agosto de 1989. Estudiante de
lengua castellana en la universidad Minuto de Dios.
Entre pausas y
entregas a nivel literario, presentó su primer libro en el 2014 un poemario
titulado: “Entre sombras y letras" en el encuentro de escritores de
Cartagena. El mismo año público algunos textos en revistas culturales peruanas
y participó en un recital poético
organizado por la esquirla poética en Quito-Ecuador.
Este año ha sido
invitada a diferentes certámenes poéticos a nivel nacional e internacional;
festival internacional de poesía de Manizales, lecturas urgentes de la
fundación Grainart, jurado en primer concurso de arte y literatura de Lima - Perú
2020.
Recientemente ha
sido invitada de honor en el liceo San Antonio (Cali-Valle) al conversatorio
titulado:” Enigmas literarios: secretos y misterios en la historia de la
literatura".
Aparte de esto
publicó y fue participante de las entrevistas a escritores latinoamericanos que
realizó Estación Gabriel García Márquez de la Cuidad de México y últimamente
participó en el Festival del libro de nueva Jersey y en el programa en tributo
a la independencia de Colombia.
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