Continuando con nuestra labor de difundir la literatura del Perú en esta oportunidad publicamos para el deleite de nuestro público lector cuatro poemas de Gianmarco Farfán Cerdán (Lima, 1978) quien tuvo la generosidad de compartirnos parte de su producción poética de su libro “Navegar en la palabra”. Desde aquí, le agradecemos por la deferencia y le enviamos un cálido abrazo de confraternidad al poeta, periodista cultural y crítico de cine. (CPQ) .
A continuación, los poemas:
Sin mancha
Sílaba
palabra
frase de luz
sereno latido de rojo purísimo
mirada blanca
árbol protector donde trepo
crezco
existo
soy niño
adulto y niño
anciano y niño
renacimiento perpetuo.
Donde los pensamientos son altos nevados
cálidos glaciares cerca al infinito
manos abiertas para tu sonrisa
y tu esperanza
y tus ojos de música.
Donde el silencio
atraviesa todas las almas
todas las rocas
y la niebla de mi espíritu.
Primer aliento
Para hallar
el primer aliento del origen absoluto
el movimiento inicial de todos los latidos
contemplaré
la piel estrechándose amorosa
contra otra piel
para hacer que broten relámpagos
de una mujer y un hombre.
Admiraré
al mar besando
la dócil orilla recostada
una y otra vez
como un amante obsesionado
con el sabor húmedo de su boca de arena
que ignora descansos.
Bendeciré
la mirada feliz de una madre
a su recién nacido desde las estrellas
arrullado en sus brazos
pequeñito
sagrado
maravilloso.
El amor:
despertar primero de la existencia
bellísimo libro blanco
escrito con caligrafía perfecta.
Cuatro letras capitales
musicalmente etéreas
albergues de poemas.
Manantial de colores
sangre del universo viejo
potente palpitar de un ser eterno
en nuestra ridícula fugacidad.
Ojos inmensos
que nunca dejan de ofrecer
su luz.
Diosa ciega
Vives igual
los días de niebla
o de cielos en fiesta.
Divides las almas
en sonrisas que abrigan
miradas que premian
o en rostros secos
(peores que desiertos)
tullidos
condenados.
Construyes tu fe
sobre el extraño equilibrio del tiempo
tratando de mantener el orden natural de las cosas
bajo el sol que brillará mañana
con más ímpetu
luz
ternura
para todos los que respetan las leyes
viviendo en edificios de espejos infinitos
o junto a chacras de frutos jugosos.
No seleccionas a tus cautivos liberados
no ves de qué piel
disfrutas más su fulgor
su aroma
o quién habrá de recompensarte
la rectitud repartida.
Justicia:
diosa ciega
decides el destino de cada ser
sin saber quién es
observándolo con tus ojos vendados
escuchando el color más auténtico de su voz.
En otras oportunidades
eres firmamento centelleante
tierra de quijotescos molinos
mar de agua bendita.
Pero existen ocasiones
en que los príncipes de la miseria
creen estafarte
como nadie jamás pudo antes
mientras tú escuchas atenta
los graznidos de sus voces
los suicidios de sus nombres
para luego sepultarlos
en el olvido o el desprecio
que
llegado el día
son lo mismo
Exquisita seductora
Saber cuándo soltar una palabra
saber cuándo callar.
Discernir
entre un silencio cómplice
que esconde maldad
(bajo siete llaves perdidas)
y un mutis necesario
cuando no hay nada mejor que expresar.
Escudriñar el futuro
evaluando cada rosa de seda
cada espina de acero
de la ruta minada
que a tientas transitaremos
con pies en carne viva
por el escarpado día que vendrá
y no nos perdonará nada.
Arriesgar
sin parecer un suicida más
jugarse el magro pellejo
poner las cartas no marcadas sobre la mesa
frente a los impredecibles días
que lucen cómodamente sentados
en sus sillones Luis XV
ocultos tras sus gafas negras
dispuestos a empujarnos al abismo.
Apostar todas las fichas
todos los recuerdos
los somos
los seremos
y los sueños
los sueños
los sueños
y no morir en el intento
(al menos no en el primero).
Para eso está la inteligencia
seductora exquisita
de fulminantes ojos camaleones
y enigmática sonrisa diamante
(quizás dibujada por Leonardo da Vinci)
que solo algunos hombres y mujeres
versados en el arte mayor de la vida
pueden descifrar
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