“DOS OPERAS PRIMAS: DOS LIBROS DE CUENTO”
Por: Miguel Ildefonso
“ESTACIÓN PERDIDA Y
OTROS CUENTOS”
Estación perdida y
otros cuentos,
publicada por la editorial San Marcos, opera prima de César Ruiz Ledesma,
comprende nueve historias de la vida contemporánea de una Lima que no cesa de
transformarse día a día. Sea una estación del año o sea una referencia a las
estaciones de transporte, cada cuento significa un momento inesperado en la
vida de sus protagonistas, un momento crucial y que les cambiará el destino o,
en otros casos, se les revelará el destino secreto que les aguarda.
Los cuentos de Ruiz Ledesma configuran una urbe
en constante ebullición, desde sus centros oficiales hasta los periféricos y
marginales, en donde los personajes se mezclan en los claroscuros de sus
calles, y asimismo se retratan a esos héroes solitarios, incomprendidos e
inocentes, en un duelo contra el amor o la muerte, y ante el paso irremediable
del tiempo.
Desde el primer título, Amor, hay en el personaje una suerte de desubicación, de
inconformismo, que lo trata de resolver con la literatura. El escritor se
define: “Eres una contradicción andante: mitad real, mitad ficción”. Justamente
este rasgo, de plasmar las dos caras del ser humano (que parten de dos fondos:
el racional y el irracional), se mantendrá en todas las historias;
prevaleciendo muchas veces el lado sombrío, fatal, como sucede con los personajes
de Julio Ramón Ribeyro, por citar a un referente cercano.
¿Pero por qué esta insistencia en pintar una
Lima dura, deteriorada y moderna a la vez, y con estos personajes en constante
movimiento? Justamente en el cuento que da título al libro, vemos que a partir
de la mirada del protagonista a un perro que se había escapado de alguna casa,
y al no conocer las calles, se ve arrollado por dos carros, suceden varias
cosas que rompen la cotidianidad de los involucrados. Y que dará paso a que el
protagonista conozca a una chica con quien iniciará un romance. Este relato es
uno de los mejores del libro, por la capacidad de narrar cómo los sujetos se
van transformando a la vez que se muestra una ciudad extraña, deshumanizante.
La ciudad se configura como un universo
opresivo, un sistema del cual los personajes buscan librarse. Esta ciudad no
permite seres pasivos, por más sombríos que sean, sombríos como el cielo de la
estación del invierno limeño. Y es que como dice el epígrafe de Sartre, en este
relato: “el infierno son los otros”, lo cual no quiere decir que el paraíso es
uno. Podríamos resumir esta idea diciendo que la ciudad es el infierno que
sacamos del alma y que está a la luz para los otros. Y es que sin esa mirada de
los otros no hay infierno. Por eso el debate de los personajes por escapar de
los otros o por reconciliarse. Lo vemos
en el protagonista de El viaje, en el
de Jean Pierre ovacionado, o en la
pareja que buscaba un cuarto de hostal por Petit Thouars en el cuento La circunstancia.
Personajes como el discriminado jugador de
fulbito que se convierte en profesional de fútbol y con éxito, no solo buscan
salir bien librados del infortunio que significa vivir en el lugar que a uno le
ha tocado, sino hay otra batalla más con la cual no se puede, que es el de
muerte. La felicidad, vista así, en estas breves historias, pareciera ser el
anticipo de lo fatídico. Es lo que aprende el niño del cuento Visitador. También es aquello que le
espera al personaje de El despertar de
Alberto, y a lo que se enfrentan los protagonistas de Anochecer inevitable y La tía
Ricardina. El eros contra la muerte se hace una constante en estos
conflictos afectivos, existenciales y morales, que se suceden en los cuentos
que conforman este buen libro de César Ruiz Ledesma.
“JESÚS EL POLÍTICO”
Los cuentos y relatos que conforman el libro de
Christian Reto, publicado por la editorial Mesa Redonda, tienen como eje
temático el deseo en sus diferentes manifestaciones. Es por el deseo que los
personajes buscan construir una identidad. Los protagonistas son jóvenes
inmersos en la cultura del consumo que caracteriza a la sociedad capitalista de
hoy. Es el mundo actual en que los jóvenes están en constante búsqueda de lo
más nuevo, sensibles a la aventura, y capaces de sortear o evadir los riesgos
que pueden acaecer en dicha exploración.
Las historias que se cuentan en Jesús el político son rápidas, así como
la aceleración del devenir de nuestros tiempos. Aquí no hay espacio para el
aburrimiento; y dado que el vacío del ser es un estado de ánimo producto de la
pérdida del deseo, los personajes están luchando por llenar sus vacíos.
El libro se abre con el relato que da título al
mismo. Aquí se aborda el tema de la instauración de la Ley en el orden social, la
que guía a la civilización. Se trata de una conjura para la construcción de un
discurso histórico y mitológico que elevará a Jesús a la condición de ser el
hijo de Dios. El tono de la voz narrativa si bien tiene mucho de ironía y algo
de sarcasmo, es más bien reflexivo en cuanto a posicionarse con un distanciamiento
prudencial, tanto para denunciar estas imposturas históricas y sociales, como
para penetrar en la complejidad de estas estructuras que la cultura ha impuesto
como inviolables. Y es que, por otro lado, se necesita de ese imperio de la Ley
para que el deseo la quebrante.
El tema del deseo y sus formas de lograr su
satisfacción, lo vemos en el segundo relato que inicia así: “Nació en este
parte del Tercer Mundo. Empezó a tener conciencia del dolor a los tres años,
cuando se cayó y su madre corrió hacia él, enseñándole de esa manera el poder
del llanto.” Justamente de esta forma el deseo se convierte en algo más allá que
la demanda de la protección de la madre, de una necesidad ante el dolor. Con el
llanto el bebé entabla una conexión con el mundo simbólico del lenguaje. En esa
etapa es cuando nace el deseo y se instaura la Ley, la ley que trajo Jesús el
político.
Entonces vemos en estas historias la lucha por satisfacer
esos deseos que no son solo los primarios. Decía Lacan: “El deseo no es una
relación con un objeto, sino la relación con una falta”. Los personajes de
Christian Reto tratan de precisar qué es lo que se desea, teniendo siempre
presente que éste no es plenamente realizable. De ahí la ironía que se plantea
desde el título mismo del libro.
La identidad, por otra parte, se relaciona con
el deseo propio y sus formas de actuar en el mundo. También hay identidades
prestadas, como en el cuento Enmarcados,
que son las ofertadas por el mercado,
identidades con las cuales los personajes buscan pertenecer a una sociedad que
dicta las modas a seguir. El capitalismo se basa en una supuesta libertad, en
nuestra capacidad para forjar, mediante los objetos que consumimos, una
identidad propia. Esta identidad entonces es producto del bombardeo propagandístico
y mediático que apuntan a posesionarse en función al placer.
Zizek dice: “Ahora la gente ya no se siente
culpable cuando tiene placeres ilícitos, como antes, sino cuando no es capaz de
sacar provecho, cuando no logra gozar.” Esto supone un sujeto con una
psicología maleable, moralmente muy dependiente del otro, con una personalidad
muy indefinida, una identidad muy precaria. En el cuento Vesanio esquizo o Mala fama,
el deseo es deseo de reconocimiento. Al desear lo que desea otro, puedo hacer
que el otro reconozca mi derecho a poseer ese objeto.
Zizek dice que la estructura subjetiva del
capitalismo actualmente es precisamente la del sujeto nómada, sin identidad
fija. Dado este flujo, la felicidad que se busca no puede ser una categoría
ética. Dice Zizek: “No deberíamos legitimar un cambio diciendo que brindará
más felicidad. El verdadero cambio
político consiste siempre en modificar los parámetros mismos de lo que se
entiende por felicidad.”
Jesús, el político, trajo esa promesa de
felicidad eterna a seres precarios, trajo un nuevo discurso que dio origen al
mundo de Occidente. Algunas consecuencias de esta doctrina, es lo que vemos en
las historias de Christian Reto.
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