Por: Charly Martínez Toledo
Una feria es
un momento clave e ineludible para
reencontrarse con amigos que no veías desde hace mucho, esos héroes de la
lectura que necesitan palpar un libro para no verse derrotados por la mole de
esta sociedad de consumo donde el dinero es el mayor enemigo de las más nobles
propuestas y donde el idealismo hace mutis
frente a su mayor adversario posible: La indiferencia cultural.
Y ahí están:
Yacen echados en dos mesas que el poeta Carlos Bayona Mejía y César Pineda
Quilca han colocado en una avenida de la asociación “Virgen del Carmen”, exactamente
en librería “Benigna”, cerca al paradero Soldadura, en Vitarte, sacando cara en
esta sociedad donde impera la ley del sujeto anti -libros, donde el libro es
visto como un objeto más –acaso de esos que generan incomodidad- viéndose
acosados por el ostracismo intelectual propio de aquellos grupos mal llamados
de “élite intelectual” que con su mezquindad propia se encierran en un mundo de
autismo donde la lectura es solo para ellos o para clases privilegiadas,
mandando todo el esfuerzo de muchos connotados intelectuales que quisieron
democratizar la educación por un tirabuzón frenético y estruendoso, lleno de
basura e inmundicia y acaso secundado por la mediocridad y el vacío propio de
los envidiosos.
Así, en las tres
oportunidades en que visité esta pequeña feria
me reencontré con un amigo entrañable como es el poeta piurano Carlos
Bayona Mejía, con quien reí estrepitosamente y pasé agradables momentos,
aflorando en mi rostro una sincera sonrisa producto de la chispa norteña; y ni
qué decir del poeta Manuel Luque, siempre presente en los momentos culturales
más importantes de Ate y otros lares, acaso llevados por la mano de esa musa
trágica, de esa bella señorita que no hace sino acariciarnos con sus dedos y
encantarnos con esa bella sonrisa de mejillas sonrosadas.
César Pineda
Quilca dice presente con una propuesta libresca lista para sacarnos de la
resaca intelectual, del desperdicio en el que se han convertido nuestras
alicaídas conciencias; quizá sea una feria pequeña en tamaño pero grande en objetivos,
en su momento visitada nada menos por laboriosos e intensos escritores que no
pueden evitar la agradable tentación de adquirir algunos títulos para nutrir
sus seguramente abarrotadas bibliotecas, presos estos de ese frenesí propio de
un niño que no quiere quedarse sin su dulce. Sé que esta feria todavía es un
esfuerzo mínimo, pero lo que vale es la sana intención en un país donde se
colman las expectativas de sus habitantes poniéndoles por delante programuchos
de mala muerte o escandalosos regodeos eróticos. César Pineda ha desenvainado
la espada y está en la lucha. Felicitaciones y adelante con los proyectos.
Charly
Martínez Toledo.
Ate, 4-2-2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario