“ENTREVISTA
AL ESCRITOR PERUANO GONZALO MARIÁTEGUI”
Por: Charly Martínez Toledo
“La culpa la tienen las grandes editoriales
que inflan a través de los medios a los que ellos consideran ser los mejores
escritores y no dan paso a los nuevos talentos”.
Eran cerca de las tres de la tarde. Aún hacía mucho
calor, de esos que nos hacen transpirar mucho y aletargan los sentidos; por
esos meses todavía estábamos en pleno verano y los limeños ya tiempo habían
empezado a frecuentar las playas o, como es costumbre en muchos, a tomar el
fresco en el vano de sus puertas. En mi caso era muy distinto, pues a pesar de
la resolana me había quedado en casa para terminar de leer “El solar de los
tres patios”, libro que había comprado hacía unos días con la emoción que embarga
a aquel que degusta la nueva entrega de su escritor favorito. Anteriormente
había ya saboreado los cuentos del mismo autor, quedando más que maravillado
con la atmósfera que irradian y con sus personajes al borde del fracaso, acaso
al mejor estilo de Julio Ramón Ribeyro. Pero ahora debía de cumplir con mi
misión, sacándole la vuelta a ese precioso enclaustramiento: entrevistar al
culpable que en mis años mozos mi concepción del amor lésbico diese un giro de
ciento ochenta grados y mis fibras más sensibles descubrieran, aunque sea en la
magia de la ficción, el placer fragoroso del denominado “amor lésbico”; y es
que “La virtud de Alexandra” constituye una preciosa muestra de tinte erótico
estando, en su momento, ubicada entre los libros más vendidos en las más
importantes librerías de la capital. Emocionado (aunque también, debo
confesarlo, muy nervioso) subí las escaleras conducentes al piso del
departamento de Gonzalo Mariátegui Viera Gallo (Lima, 1943) y al abrirse la
puerta me topé con un hombre alto que me recibe con esa amabilidad que es
propia de los grandes.
Háblenos de
sus inicios, Gonzalo. ¿Cómo decidió ser escritor? ¿Qué factores intervinieron
para que se incline a seguir esta carrera donde abundan tantos sinsabores?
Antes de nada, quiero dejar en claro que en toda carrera
abundan los sinsabores. Donde encuentres al hombre, encontrarás a Caín, el
mediocre, el envidioso. Lamentablemente hay más Caínes que Adanes. Respecto a
cómo decidí ser escritor, recuerdo que desde mis años escolares siempre me
gustó la literatura. Luego cuando cursaba mi primer año de estudios generales
en la Universidad de San Marcos, me aventuré a escribir cuentos. Se los llevé
al escritor César Miró y éste gentilhombre e intelectual reaccionó con un
entusiasmo inesperado. Me urgió a continuar escribiendo. Yo me sentí muy
halagado y casi me paso de Derecho a Letras. Mi madre estaba a favor, pero mi
padre terminó disuadiéndome. Me habló del peligro de la bohemia, del mal pago a
los escritores y de otras sólidas razones. Y así fue como terminé recibiéndome
de abogado.
Las décadas pasaron, me fue bien en la abogacía pero no
hallaba satisfacción en su ejercicio. Hasta que cierto día me encontré con dos
tomos de “Estampas Mulatas” del gran escritor peruano José Diez Canseco. Estaban
en la biblioteca de mi padre. Esa noche no dormí pues me los leí de una
sentada. Leí también su magnífica novela, “Duque”, y cuando por fin me fui a
dormir lo hice con una sonrisa y la firme convicción que había reencontrado mi
verdadera vocación.
¿Qué autores
han influido en su narrativa? ¿Cuáles son sus escritores favoritos?
Los peruanos Ribeyro y Diez Canseco; el inglés Maugham;
el colombiano García Márquez; y los argentinos Lugones, Borges y Bioy Casares
son algunos de los escritores que me han influenciado. Entre mis autores
favoritos están Cervantes con su genial Quijote (voy por la mitad de mi segunda
lectura), Wilde con sus cuentos y ensayos, Borges con sus ficciones y ensayos.
Ahora
cuéntenos un poco de sus novelas. Tanto en “Wenceslao” como en “El solar de los
tres patios” hace alusión a esculturas, como “El David” de Miguel Ángel, por
ejemplo. ¿Por qué utiliza estos elementos en sus obras?
En “El solar de los tres patios” era inevitable mencionar
esta y otras esculturas para establecer el ambiente de la Escuela de Bellas
Artes, lugar en que buena parte de la acción ocurre. Ahí están los calcos de
famosas esculturas clásicas griegas y romanas y, desde luego, del Renacimiento,
para que los alumnos los tomen como modelos a fin de desarrollar sus
capacidades académicas en el dibujo. Para pintar o esculpir un hombre vestido
es necesario saber cómo es desnudo. En cuanto a “Wenceslao”, recuerda que el
protagonista cree ser hijo del mitológico dios griego, Zeus, y en Europa visita
los principales museos en busca de una escultura del dios Wenceslao. Por eso es
necesario referirse a otras esculturas de la antigüedad.
Usted
deifica a la anatomía humana, como lo hiciera en su momento Reynoso o el cubano
Virgilio Piñera en “La carne de René”. Esto se puede ver en “La virtud de
Alexandra” y en “Wenceslao”. ¿Podría comentarnos algo sobre ello?
No conozco la obra de Reynoso ni de Piñera. A mi parecer,
en la naturaleza no hay nada más perfecto que la anatomía del hombre,
cualquiera sea su género. Los clásicos interpretaron al ser humano de una
manera idealizada. Luego Rubens en sus óleos nos mostraría que hay belleza en
la gordura, en la fealdad. Y qué decir de Goya con sus viejos desdentados.
Recuerdo que Víctor Humareda, el gran pintor peruano, me dijo: La belleza está
en lo extremadamente hermoso o en lo extremadamente feo. Humareda rechazaba lo
bonito.
Un tema
recurrente en su obra son las disimilitudes que existen entre la llamada “alta
sociedad” y la otra cara de la moneda, es decir, la plebe; además, en las
páginas de sus libros transitan trepadores, arribistas o comerciantes pujantes
(como Eduardo Collado) que tienen esa necesidad de ser aceptados en el grupo de
los aristócratas; sus personajes siempre anhelan fervorosamente acoplarse a una
colectividad, como Conrado Antequera. Cuéntenos algo al respecto.
Efectivamente, mis personajes son enormemente ambiciosos.
Los que nada ambicionan, poco o nada me interesan. Quizá más adelante cambie de
parecer. Sería un verdadero tour de forcé para mí.
En “Wenceslao”
usted recorre los senderos de la literatura fantástica, tal como lo hiciera en
“La escalera de caracol”. Sin embargo, en nuestro país este género tan precioso
todavía no ocupa el lugar que se merece, a pesar de que cada día tiene más
cultores. ¿A qué cree usted que este tipo de literatura todavía se encuentre
relegada a un segundo plano? De otro lado, ¿qué le motivó a escribir
“Wenceslao”?
En nuestro país, en términos generales, se lee muy poco,
cualquiera sea el género, más aún si se trata de literatura fantástica. Tal vez
si en los colegios se introdujera la narrativa fantástica, la cosa cambiaría.
El gusto por este género permanecería en la memoria y los adultos reclamarían
esta narrativa. Otra posibilidad sería que nuestros escritores renombrados arriesgaran
y escribieran temas fantásticos. Lamentablemente éstos o no quieren poner en
peligro su fama o no se les ha ocurrido.
Con relación a “Wenceslao”, me atrajo la idea de escribir
sobre un joven equilibrado o desequilibrado, que es o puede ser albino, y que
puede o no ser hijo del dios griego Zeus como tantas veces le ha dicho su
madre. La novela está plagada de ambigüedades, todas puestas a propósito.
Además, me interesaba tocar el tema de las clínicas para enfermos mentales.
No podemos
dejar de lado el terreno sexual que se halla tan presente casi en la totalidad
de su obra. ¿A qué se debe esta inclinación a escribir literatura erótica? ¿A
qué cultores de este género ha leído?
No podría señalar la razón por la cual en mis dos
primeras novelas hay una inclinación a lo erótico. Los temas me escogen y yo
accedo a su voluntad. Entre los principales cultores de lo erótico que he leído
están Vladimir Nabokov y algunos anónimos. “Lolita” y “Autobiografía de una
pulga” están entre mis favoritos.
Usted también
ha escrito bellos cuentos. ¿En cuál de los dos géneros cree que se desarrolla
mejor?
Me siento cómodo en ambos.
¿De dónde
extrae sus temas? ¿Acaso de la realidad? O, como el genial Borges, ¿hace
literatura a partir de la literatura, extrayendo temas de ciertas lecturas?
La realidad resulta una fuente enorme para desarrollar
mis trabajos. A veces acudo a vivencias propias. En otras oportunidades me
sirvo de testimonios de terceros. Pero cualquiera sea el origen, siempre pongo
a mis personajes en situaciones creadas por mi propia inventiva.
Estimado
Gonzalo, siempre se vocean nombres en nuestra – a mi opinión- alicaída fauna
literaria y casi siempre son los mismos. Creo que la obra de muchos de estos
autores está sobredimensionada, ya que su propuesta no es, en muchos de los
casos, “seria”. Es decir, sus narraciones no pasan de la mera historia bien
contada o, en el peor de los casos, conforman mamotretos insufribles, que sin
embargo se presentan como “la novedad del año”. ¿Qué piensa de esta crisis literaria
en nuestras letras actuales?
Este fenómeno no es exclusivo de nuestro país. Es
mundial. La culpa la tienen las grandes editoriales que inflan a través de los
medios a los que ellos consideran ser los mejores escritores y no dan paso a
nuevos talentos. Yo me atrevería a decir que desde hace décadas en el mundo no
sale un libro que quedará en la posteridad como una obra maestra. La última que
recuerdo es “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. Hay muchos
“célebres” autores que en pocos años sus libros ya no serán leídos.
Gonzalo,
definitivamente sus temas poseen una marcada influencia ribeyriana, pues dentro
de ella casi siempre se alude al tema del artista fracasado (como en “El solar
de los tres patios” o en “La cuerda floja”). ¿Cuánto ha influido Ribeyro en su
obra?
Encuentro el “Decálogo para cuentistas” de Ribeyro como
el mejor decálogo propuesto por algún escritor de habla hispana y eso, mi
amigo, no es poco decir.
Actualmente
abundan los medios virtuales, como el facebook o el Internet. Sin embargo,
parece que esta “masificación” de los medios ha generado una pobreza
intelectual realmente alarmante. Nuestros escritores jóvenes cuentan con tantos
medios para expresarse y, sin embargo, tienen muy poco que decir. A su criterio,
¿qué es necesario para cambiar esta situación? ¿Qué nos falta a los autores
nóveles para poder expresar cosas con sustancia?
Leer mucho, especialmente a los clásicos. Malraux decía
“El arte nace del arte”. Esta afirmación no sólo es válida para las artes
plásticas sino para la literatura. Además, el joven deberá vivir mucho, es
decir, acumular experiencia en el trato con diferentes personas, distintos
niveles sociales y, en lo posible, visitar distintos lugares. Siempre con los
ojos bien pelados. El escritor, sea joven o maduro, deberá ser un observador de
su tiempo, de lo bueno y lo malo. Nada supera la experiencia al momento de
escribir.
¿Crees que
la crítica literaria en el Perú es sesgada o se encuentra sometida a criterios
de amiguismo?
Lamentablemente hay pocos críticos buenos y muchos malos.
¿Qué opinión
te merecen los certámenes literarios?
¿Es que todavía alguien cree en la imparcialidad de los
certámenes literarios?
¿Crees en la
bohemia?
En el Perú la bohemia está más relacionada con los artistas
plásticos que con los escritores. No creo que actualmente haya una bohemia
literaria en Lima.
Onetti decía
que escribía para él y no para el lector. ¿Para quién escribe Gonzalo
Mariátegui?
Todo escritor auténtico escribe para sí, pero esto no tiene
por qué excluir a los lectores. Además, no hay libro que satisfaga todos los
gustos.
Finalmente,
¿qué libros tienes en preparación?
Tengo tres novelas iniciadas. Cada una está por las
cuarenta páginas. Estoy próximo a decidirme. Comenzaré cuando pase el verano.
También quisiera publicar todos mis cuentos en un solo tomo. Como ves, amigo,
proyectos hay.
Me retiré de la casa de Gonzalo Mariátegui con la
satisfacción de haber conversado con un hombre lúcido y de una gran humildad.
Nos despedimos dándonos un fuerte apretón de manos, como si fuésemos viejos
amigos, dirigiéndonos una fraterna sonrisa, aunque siéndoles sincero yo por
dentro iba con la tristeza que precede a todas las despedidas. En suma, había
sido una tarde deliciosa. Afuera ya había caído la noche.
DATOS
BIO-BIBLIOGRÁFICOS
Gonzalo
Mariátegui Viera Gallo (Lima, Perú, 1943). Escritor, pintor y
escultor. Ha publicado los cuentarios: “La cuerda floja, (1996, Jaime
Campodónico/Editor), “La escalera de caracol (1998, Walter Noceda Editores),
Los prójimos (2000, Walter Noceda Editores) y las novelas “La virtud de
Alexandra (2003, Fimart), Wenceslao (2008, Torre de Babel) y “El solar de los
tres patios” (2012, Ediciones El Nocedal). También ha incursionado en el
terreno de los epigramas con “Epigramas de un nómade” (2003, Walter Noceda
Editores) y en la dramaturgia con “La tragedia del Dr. Fuertes (1997) y
Fréderic y George (Primer lugar en el “Primer concurso nacional de obras de
teatro en un acto para autores noveles” organizado por la Universidad Ricardo
Palma en 2003) Su cuento “El payaso” fue llevado al cine con el nombre de “La
cuerda Floja”. El cortometraje –dirigido por Fabrizio Aguilar- mereció el
Primer premio de la comisión nacional de cinematografía (CONACINE) en 1997.
Charly
Martínez Toledo (Lima, Perú, 1984). Librero y escritor. Es
miembro del grupo literario “Di-versos” y del grupo “Locus”. Ha publicado: “Las
púas y otros cuentos” (2009, Arteidea editores), “Yo maté a Arquímedes y otras
historias” (2012, Arteidea editores), “Tierno” (plaquette, 2012,
Eclosión editores). Mención honorífica en el Cuarto concurso narrativo “Ten en
cuento a La Victoria” con su relato “Espadas de la noche”. Trabajos suyos han
aparecido en las revistas “Sol de ciegos”, “Remolinos”, el diario “Los Andes”
de Puno, “Letras s5” (Chile) y “Letralia” (Venezuela). Ha sido antologado en el
primer dossier de poesía “Cuervo iluminado, colección de nueva poesía peruana”
y en la antología de trabajos ganadores “Ten en cuento a La Victoria” en 2011.
Junto con el poeta César Pineda Quilca y Manuel Luque dirigen el proyecto
“Eclosión editores”. Ha participado en recitales tanto en Lima como provincias.
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