“UN SUEÑO
COMPARTIDO”
Por: Miguel Ildefonso
Conocí a José Gal’lino (Lima,
1966-2010) en el grupo poético Neón. “Phephe” como solíamos llamarlo los
amigos, los compañeros de ruta en la década del 90; “Phephe” como le gustaba
que lo llamaran en la poesía. Muchas veces hicimos el camino a Chosica para dar
lecturas en la Universidad La Cantuta, y allí también fue parte del grupo
Estación 32, y fundó con los poetas Rafael Hidalgo, Enrique Palma, Gustavo Diez
Canseco y Ángel Berdejo Miró Quesada, la editorial Zafarrata. Hoy los amigos de
Estación 32 han presentado su libro de poemas “Berlios es Virgen. Bitácora de
un Sueño Compartido”. Aquí dos poemas de este magnífico libro póstumo.
El sobreviviente
El viento arrastra treinta y dos
estaciones.
En el camino dejó la inocencia de sus
días y el tormento de sus noches.
Dibujó tu rostro imperfecto con la
sangre de sus heridas
Y escribió en la arena pidiendo
ayuda.
Estaba solo.
Mezcló en su memoria el dulce perfume
de tu piel,
Con el vino tinto que había en
aquella vieja habitación,
Donde a oscuras recibió tu cuerpo y
prendió una fogata,
Adorando a la Luna.
Grabó en las piedras una historia y
desnudo frente al mar
Gritó desesperado.
Estaba solo.
Cansado quizás, cayó, miró al cielo,
besó la lluvia, sudó, lloró y rezó.
En el camino dejó la orilla llena de
muertos,
Y unos pájaros comiendo sus miserias.
De cómo fue libre Jonás o cómo se ama
a un Dios
Y estuvo Jonás en
el vientre del pez
Tres días y tres
noches.
Jonás 1, 17
A mi amigo Juan Vega/ Neón.
Navego entre las hojas de una Biblia.
Tras el duro invierno. Tú.
Hada Luna, piel de porcelana.
Margarita de oro.
Abre la noche, abraza tatuaje las
paredes del mundo.
Apúrate/ despierta las velas/
desprende sus alas.
Que la sombra de tu danza es la
perfección del cuerpo rojo, fresco, íntegro.
Entonces percibir a través del
recuerdo
que ya nada te cubre. Que estás
frente a mí mientras
el sonido del oboe cabalga lentamente
el cielo gris
de la caverna.
Tú estás ahí. En la garganta Jonás.
En la entrada.
Y en la entrada están mis sueños que
te llaman.
Vienes discreto y avanzas sometido.
Tus pasos crecen como crecen las
miradas en los espejos.
Tú estás ahí. Soldado de botas negras
& larga cadena/
rescata los instantes de las ruedas:
Desesperación & vanidad en estas
olas que sumergen tus Salmos.
Ahora respiro las murallas, forzando
el ariete/
rompiendo el falso listón que ata tu
cabello dorado.
Hada Luna piedra de la noche. Cristal
de cuarzo opalescente.
Oh piadosa/ desnúdate, comprende:
Una vez fui libre y amé.
Ahora estoy condenado a soportar los
días suspendidos en
las noches del insomnio/ condenado a
los semáforos,
a sus pequeños globos de chicle
arbitrando & dirigiendo
nuestros destinos/ condenado a las
franjas blancas infinitas que
recorren el cemento de las pistas.
Ahora la ventana es un ojo que espía/
un pedazo de
realidad herida/ el extraño refugio
de un escorpión.
Ahí voy despertando otra vez:
Colocando el cuerpo a la camisa, al
pantalón, a los zapatos.
Pego con goma mis ojos, mi nariz, mis
cejas,
unas cuantas arrugas y el pretexto de
una sonrisa.
Hada Luna, lindo muñeco de biscuit/
camisa de seda
en las carreteras de humo y asfalto/
curva y quebrada tu espalda señala el
esfuerzo de un dios cansado.
En la vereda juegan los animales/
respiran el muss,
comen lilas & el jazmín de tu
cabello.
Tu voz camina entre las piedras
mientras el
cielo se deshilacha con la furia
compleja de tus
palabras/ piedra celeste bañada de
rocío ahora soy la roca errante
que sube a la montaña para huir a
Tarsis.
Soy el esclavo de Cailloma, tostando
tu nombre & reptando entre tus piernas.
Abre tus brazos que hay violines en
mi corazón.
Mujer de túnica alba escondida en los
sueños de Jonás
ayer me veo capturando la turquesa de
tu vientre/
derramando en tus manos cautelosas
sobre las calles del
invierno entumecido por una Luna
siempre dispuesta.
Barbado mar de pálido jade pienso en
tu secreto guardado
en mis bolsillos. Eras en la noche –
caído ante ti – como un dos
semejante a una mujer.
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