jueves, 29 de marzo de 2012

“CONTRA EL TIEMPO” POR CHARLY MARTÍNEZ TOLEDO.



.“CONTRA EL TIEMPO DE MANUEL LUQUE”

Por: Charly Martínez Toledo
Para disfrutar cabalmente de los cuentos de Contra el tiempo, antes debemos de hacer un breve distingo entre lo que vendría a ser literatura primaria y literatura de minorías, términos estos acuñados por el crítico estadounidense Van Wick Brooks. El primero alude a aquel tipo de literatura “que sigue la tendencia biológica, la que fomenta lo que los psicólogos llaman el impulso a la vida… “live drive”. El escritor primario es “un gran hombre que escribe y no un mero artífice o señor de las palabras”, pues porque expresa algo grande, algo que enriquece la vida, la ensancha, la profundiza. En cuanto a la literatura de minorías, el crítico se refiere a ella como “escritores monoculares, que se agitan en su vanidad, arrojando polvo a los ojos de sus lectores”. En el caso de Manuel Luque, este endulzado cuentario que nos presenta contiene elementos de ambas partes, tanto porque sus historias, ante nuestra lupa avizora, “ensanchan la vida”, dejándonos hondos ramalazos reflexivos al final de cada historia y, al mismo tiempo, en una especie de catarsis o, digámoslo así, soberbia intelectual, donde los demonios internos subyugan  con todo su poderío al escritor y sus innumerables traumas, realiza un sondeo, una inspección de los problemas sociales (lo mismo que hizo Proust en sus enciclopédicas novelas, aunque con otras colectividades sociales, tildándosele de “escritor de minorías”) de los grupos juveniles, demostrándonos así la vigencia de la temática del adolescente. Asimismo, Luque sigue el camino tomado por Boris Vian, que en la enigmática Escupiré sobre vuestra tumba le da vida a uno o varios conjuntos de adolescentes lascivos o coquetos, y remata sus historias con finales trágicos en muchos casos, mientras ellos sienten con pavor el advenir de la adultez, que trae consigo el trágico estigma del desmoronamiento físico. Prevalece en este libro la armonía entre una y otra escena, propia de toda expresión estética y de todo arte bien hecho, acaso también el culto erótico al cuerpo, como en La carne de René de Virgilio Piñera, donde la adoración a la anatomía humana (el deseo desenfrenado del cuerpo, dicho en otras palabras) es llevada hasta la exageración o el morbo, dándole al libro visos tragicómicos.
Definitivamente, al autor nos regala en esta ocasión una lograda entrega, donde sentimos el placer del amor y el erotismo hablándonos a los oídos. Léase “Ese día recorrió todo el alfabeto que había en el cuerpo de Giuly  y ella complacida con tan torpes y desesperadas caricias gemía de placer a sus quince abriles. Aquella cita fue la exploración, el olor a ternura, los besos mas allá de lo permitido, estallidos de horas bajo la complicidad del atardecer.”
Por eso puedo decir que las cuatro historias de este libro -donde se desliza una suave impronta reynosiana- subliman la frescura hallada en la adolescencia, matizada esta, con dosis de poesía y candidez. A su vez, aunada al irrefrenable impulso sexual y el flirteo, elementos hallados en todo joven impulsivo y vivaraz, jovial y candoroso. Así, el enamoramiento es presentado como hilo conductual, en apariencia inocuo, comparado con las tres muertes acaecidas en el libro. En “La fiesta”, asistimos al temido final de la adolescencia, una forma de “muerte”, al fin y al cabo, y que son, a su vez, elemento común en este cuarteto. Estos jovencitos de barrio, pícaros y, algunas veces, poetas y soñadores, necesitan enamorarse para sentirse vivos, siendo el sexo una herramienta eficaz para dicho propósito. En suma, un libro de cuentos fascinante. Muchas gracias.
Charly Martínez Toledo
Nota:
-Texto leído durante la presentación del libro “Contra el tiempo” realizado en la Casa de la Literatura Peruana el 22 de marzo de 2012.

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